Cada día que pasaba se veía más triste. Salía a la calle con una gran sonrisa en su cara, y reía. Reía de todo lo que sucedía a su alrededor.
Pero día tras día, al llegar a su casa, su expresión cambiaba.
Se encerraba en su habitación.
La mayoría de las veces se aislaba del mundo, aun que fuera tan sólo por unas horas.
Desconectaba de su asquerosa y real vida.
Pero lo único que hacía que se mantuviese en pie era sus sueños.
Soñaba con que algún día conseguiría salir de toda aquella tristeza.
Algún día, dejaría de fingir, y sería feliz de verdad.
Soñaba también, con que algún día, su sonrisa fuese verdadera.
Pero, sus ilusiones se acabaron borrando.
Y su vida se apagó, como todo se apaga en este mundo