FLUYAN MIS LÁGRIMAS, DIJO EL POLICÍA
Philip K. Dick
Título original: Flow My Tears, The Policeman Said
Traducción: Domingo Santos
PRIMERA PARTE
¡Fluyan mis lágrimas, caídas de sus manantiales!
Exilado para siempre, dejadme llorar.
Permitidme que viva olvidado,
donde el negro pájaro nocturno canta su tristeza.
I
El martes 11 de octubre de 1988, el Jason Taverner Show quedó treinta segundos corto. Un técnico, mirando a través de la burbuja de plástico de la cúpula de control, congeló el título final en la sección de vídeo y agitó una mano en dirección a Jason Taverner, que había empezado a retirarse del escenario. El técnico dio unos golpecitos a su muñeca y luego señaló su boca.
Jason se acercó al micrófono y dijo lentamente:
-Sigan enviando sus tarjetas y sus cartas de aliento, amigos. Y mantengan la sintonía para Las Aventuras de Scotty, Perro Extraordinario.
El técnico sonrió; Jason le devolvió la sonrisa, e inmediatamente quedaron desconectados sonido y vídeo. Su programa musical y de variedades, de una hora de duración, que figuraba en segundo lugar entre los mejores espectáculos de TV del año, había terminado. Y todo había salido bien.
-¿Dónde hemos perdido medio minuto? -dijo Jason a su estrella invitada especial de aquella noche, Heather Hart. El hecho le intrigaba. Le gustaba cronometrar sus propios espectáculos.
-Es una minucia -dijo Heather Hart-. No tiene importancia. -Deslizó su fría mano a través de la frente ligeramente húmeda de Jason, y frotó cariñosamente el perímetro de sus cabellos color arena.
-¿Te has dado cuenta del poder que tienes? -le dijo a Jason su representante, Al Bliss, acercándose, demasiado, como siempre, a él-. Treinta millones de personas te han visto superarte a ti mismo esta noche. Es todo un record.
-Me supero a mí mismo todas las semanas -dijo Jason-. Es mi marca de fábrica. ¿Acaso es la primera vez que contemplas el programa?
-Pero, treinta millones... -dijo Bliss, con su redondo y colorado rostro salpicado de gotas de sudor-. Piensa en ello. Y luego se podrán explotar las grabaciones.
Jason replicó secamente:
-Estaré muerto antes de que puedan explotarse las grabaciones de este programa. A Dios gracias.
-Probablemente estarás muerto esta noche -dijo Heather-, con todas esas fans esperándote en la calle, dispuestas a cortarte en trozos tan pequeños como sellos de correos.
-Algunos de los que esperan son admiradores suyos, señorita Hart -dijo Al, Bliss, con su jadeante voz perruna.
-Malditos sean -dijo Heather en tono irritado-. ¿Por qué no se largan? ¿No están quebrantando alguna ley, por vagabundeo o algo por el estilo?
Jason se apoderó de su mano y la apretó fuertemente para atraer su atención. Nunca había comprendido la aversión de Heather hacia sus admiradores; para él, eran la sangre vital de su existencia pública. Y, para él, su existencia pública, su papel como presentador de fama mundial, era la vida misma.
-Con esos sentimientos -le dijo a Heather-, no tendrías que haberte dedicado a esta profesión. Abandónala. Conviértete en asistenta social en un campo de trabajos forzados.