Tomo una rebanada más del pan que se encuentra sobre la encimera, suspiro mientras doy un morisco.
Me doy cuenta de lo tarde que estaba haciéndose, no podría llegar tarde al trabajo, ¿o sí?
Camino hasta la sala y tomo una chaqueta negra que se encontraba sobre el sofá, segundos después ya me encuentro fuera del departamento, subo al elevador y tengo que soportar las estúpidas canciones de anuncios.
Una vez abajo salgo a toda prisa hasta el estacionamiento.
—Buenos días señor Styles.
Saluda el señor Morgan como siempre suele hacerlo, sacó un cigarro de la cajetilla que traía en la bolsa de mi pantalón y lo enciendo mientras contesto un simple: "¿Que tal?"
Sigo caminando hasta que llego a mi auto y subo a él, al momento lo enciendo y salgo a toda prisa del lugar camino a mi trabajo.
Un par de minutos después llego entrando al estacionamiento en la parte trasera del local. Corro y tiro el cigarro ya terminado al cemento mientras lo piso con mi bota para no provocar un incendio después.
Si bueno, era una mala persona pero no tanto.
Entro corriendo al Locatel y Margaret,—no es más que una señora de cincuenta años, muy amable y simpática—, me mira con una sonrisa.
Miro a mi alrededor, había gente cerca, suspiro acercándome a ella.
Me conoce perfectamente por lo tanto ya parece no lastimarle el hecho de no devolver sus sonrisas en público.
Entro a la cocina y después a una pequeña oficina que se encuentra dentro de esta, Margaret como era de esperarse me sigue.
—¿Cómo has amanecido?—pregunta una vez que me encuentro sacando la chamarra de mi cuerpo para después colocarme un mandil blanco sobre la playera blanca que siempre suelo llevar.
—Muy bien, gracias por preguntar—le contesto de buena manera, porque sinceramente ella merece mi respeto.—¿Tú cómo haz amanecido hoy?—la miro con una sonrisa de lado.
—Me alegro por ti, digamos que bien ahora que ya puedo ver tu sonrisa de galán conquistador—bromea.
Río y me acerco a ella para darle un cálido abrazo.—Me alegro igual por ti, ahora, si me permites es hora de trabajar.
—Siempre tan trabajador...—esta vez ella ríe y besa mi mejilla.
Después de eso, simplemente me separo de ella y salgo del lugar volviendo a mi cara seria, y tengo razones por las cuales tenerla así.
Toma una libreta del mostrador más una pluma y miro a Karen, —algo así como amiga cercana y no mayor de 18—, me mira y sonríe.
—Bueno, anda a abrir el lugar—murmura mientras se sienta detrás del mostrador y encendiendo la computadora. Solamente rodo los ojos y camino a la puerta para cambiar el letrero que dice "CERRADO" por el que dice: "ABIERTO"
Y ambos solo esperamos a que empiecen a entrar personas, lo cual no tarda más de dos minutos.
Un par de mesas ya estaban ocupadas y ahora era mi turno, suspiro y caminó hasta una de las mesas.
—¿Puedo tomar su orden?—pregunto tratando de no sonar pesado.
—Por ahora solo un vaso de agua—murmura la mujer que se encuentra ahí. Asiento y camino a la otra mesa.
—¿Puedo to...—miro a la puerta y la veo entrar, tengo que concentrarme en mi trabajo, muevo un poco la cabeza y vuelvo toda mi atención al señor—Lo siento, ehm... ¿Puedo tomar su orden?
El señor me observa con una gran sonrisa y me contengo a no decirle que quite eso de su rostro. Preparo la libreta y la pluma para apuntar.
—Solo un vaso de agua por ahora—murmura observando la carta. Asiento y camino al mostrador.
—Un vaso de agua—le pido a Karen y me mira alzando las cejas.
—¿Qué no ese es tu trabajo?
—Mi trabajo es preguntar qué quieren estas personas—susurro para que nadie escuche lo desagradable que soy con el mundo. Aunque sinceramente no me importaría si alguien llega a escuchar.
—Y también entregar y servir en algunos casos, como cuando yo estoy ocupada.
—Ocupada...—hago como si pienso que es verdad, roda los ojos riendo y entra a la cocina mientras yo espero, cuando regresa con el vaso de agua lo tomo y camino hasta la mesa donde estaba el señor de hace unos minutos. Dejé el vaso sobre la mesa, le sonreí falsamente al señor y fui hasta la siguiente mesa ocupada... Suspiré como un tonto mirándola, me miró y sonrió, diablos, ¿Qué hago?...
—¿Podrías traerme una malteada de vainilla?—habló antes de que yo pudiera preguntar. Asentí.
—Y-yo... Eh... Si—asentí de nuevo rápidamente y caminé hacia atrás, me sonrió de nuevo pero esta vez algo le divertía, sacudí un poco la cabeza, me di la vuelta y me detuve a un lado del mostrador.—Una malteada de vainilla.
Karen me miró con expresión divertida en el rostro y preparó la malteada lo más rápido que pudo, la tomé y regresé con la chica, la dejé con cuidado frente a ella.
—Gracias—sonrió nuevamente y todo a mi alrededor se borró.
—Ehm... De nada, solo es mi trabajo—¿De verdad, Styles? ¿Es lo único que puedes decir? Le sonreí con los labios cerrados y me volteé para volve al trabajo.
~
Demonios, ella tenía algo, algo muy fuerte que me llama la atención pero no puedo sabe siquiera que es.
Cada que la veo es como si solo existiera ella, como si todo lo que viví antes ya ni siquiera importaba... Como si yo volviera a nacer.
Pero no podía tampoco hablarle, soy demasiado estúpido como para poder hacerlo.
Desde hace un par de años he querido acercarme a ella, pero no puedo, lo único que logro es quedar como un tonto por lo nervioso que me pongo.
Ella ha tomado lo de ir a ese lugar cada día, supongo que ya es como su rutina diaria...
Todas las mañanas la veo, unos días la he visto con... Su novio, si, lamentablemente lo tiene.
Por esto no es nada más que solo un secreto. Porque, ¿Cómo una chica tan genial como ella puede enamorarse de un hombre tan reservado como yo?
Esto siempre será mi secreto... Y nunca cambiará, mis sentimientos solo son un secreto.
• • •
Buenoooooooo, como pueden ver, tarde siglos en seguirla, y lo siento mucho, agradecería si me regalan su voto⭐️
No olviden comentar que les pareció y si quieren que la siga, me ayudaría mucho.
Enserio perdón por la gran tardanza.
Les dejo el primer capítulo.
Nos leemos pronto.😌
