– Bec, no puedes seguir de novia con Travis, es peligroso.– me dijo James luego de que la enfermera saliera de la sala médica.
– Ya sé eso. Y lo entiendo perfectamente, pero es probable de que... Él es muy capaz... Yo no quiero...
– ¿Morir? A este paso, morirás antes de lo planeado y tus hijos no se llamaran Dakota y Ryder o no tendrás un jeep commander o...
– James, entiendo. Pero Travis es más peligroso de lo que crees, y sólo yo puedo controlarlo– espeté.
– ¿Hace cuánto estás con Travis? ¿Cuánto dinero en maquillaje gastaste desde entonces? ¿O cuántas veces casi te mata? ¿O cuántas veces yo fui el héroe y estuve en más problemas por salvarle la vida a mi mejor amiga?
Me quedé en silencio, James tenía razón. No podía seguir con Travis y debía decírselo; pero no es tan fácil como parece. Travis está metido en lo que muchos prefieren llamar mafia y la mayoría de sus compañeros son de su porte. Golpeadores, abusivos, asesinos...
Nadie se metería con la mafia por cuenta propia y por lógica. Pero a mí no me quedaba otra, ese dinero debía devolverlo de alguna u otra forma. Y no es fácil robarle a traficantes de armas o a los mayores asesinos de Kentucky.
Tenía 14 años y fui completamente incomprendida por mis padres, debía dinero a causa de las apuestas que hacía cuando entraba clandestinamente a un bar, y se me ocurrió estafar a los mafiosos... Porque ser tonta es complicado.
Conocí a Travis y me enamoré, él era tan sólo dos años mayor que yo y para ese entonces era muy violento. Caí en el truco y ahora no puedo hacer nada, ni dejar a Travis, ni escapar... Nada.
Y aún debo dinero de las apuestas. Pero algún día lo robaré.
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Bec
RandomBec nunca tomó grandes decisiones. Y sus hermanos y amigos ya se cansaron de salvarla todo el tiempo.