¿Eso fue lo correcto? (Reto de abril)

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-¿Te sientes preparado para contarme la historia?

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-¿Te sientes preparado para contarme la historia?

-No lo sabré hasta que lo intente.

-De acuerdo. Dejaré en la mesa esta grabadora.- un "clic" ocupó el silencio que se produjo entre ambos. 

-Todo comenzó hace 3 días...

"Desde que hace quince años la 3ª Guerra Mundial acabase con el 98% de la población de La Tierra, los supervivientes luchamos día a día para poder seguir adelante y recuperar la calidad de vida de antaño. A todos nos ha costado mucho acostumbrarnos a vivir con lo básico,dejando a un lado la tecnología con la que, prácticamente, habíamos nacido. Para nuestra fortuna, algunos de los mayores que habían sobrevivido nos estaban enseñando y conseguimos recuperar algunos suministros, como estaciones eléctricas y de agua potable. Pero también tenemos carencias de otros recursos básicos, como son las medicinas y muchos tipos de alimentos básicos, como arroz, pan y alimentos frescos.

Hacía dos semanas que me habían nombrado líder de nuestra "tribu". Con tan sólo 18 años, era el más joven del área local en convertirse en el jefe de su grupo. Nuestro anterior líder era el hombre más mayor de la tribu, el veterano Aurelio, que había sido asesinado durante un ataque a nuestra zona de ganado. Los responsables, el grupo Halcón negro, vinieron a llevarse nuestros recursos a la fuerza, aprovechando que el escuadrón de ataque habíamos salido en misión diplomática para poder abastecernos de algunos medicamentos básicos que necesitábamos con urgencia. Fue un duro golpe para todos. Aurelio había sido un gran líder: sabio, paciente y benevolente, era envidiado por muchos de los demás líderes de los alrededores, puesto que no todos pueden decir que su gente daría su vida por él. Aunque incluso en eso, fracasamos.

Nuria,que, aparte de ser mi hermana, era la coordinadora de reuniones y eventos de la tribu, y yo fuimos a la reunión que se iba a celebraren la ciudad de Riando, la más grande de los alrededores. Llevamos algunos víveres para hacer intercambios allí, ya que era donde conseguíamos los mejores trueques. Nosotros nos dedicamos a la cría de pequeño ganado, como ovejas y cerdos, y de alimentos básicos de huerta: patatas, tomates, cebollas... Cosas que en las grandes ciudades carecían y que nos daban buenos aportes por ellos, como ropas, productos manufacturados y medicinas. Tardamos dos días en llegar a la ciudad, la noche acababa de empezar y decimos ir directamente a casa de Arturo, amigo y líder de otras de las tribu convocadas para la reunión.

A la mañana siguiente, tras la reunión donde me presente oficialmente como nuevo líder de la tribu de Overos, fuimos a conseguir las medicinas de Jacobo y algún regalo para Miriam, la más pequeña de la tribu e hija de Aurelio. Nuria me iba narrando todo lo que había sucedido a mi alrededor durante la reunión. Había estado tan tenso durante la hora y media que había durado todo, que no me había fijado en el más mínimo detalle de lo que había pasado. Según ella, un chico de aspecto sospechoso no había dejado de mirarnos y no parecía muy amigable. Pero, en días como estos, la gente amigable es casi inexistente. Si alguien parece portarse bien contigo, seguramente sea para conseguir algo de ti. Una autentica pena acabar pensando así, lo sé.  Por otra parte, en menos de un día de estancia aquí, ya habían intentado coquetear con mi hermano al menos cinco hombres, uno de ellos ni siquiera tendría los 15 años. Puedo entender que su belleza fuese muy superior a la de la mayoría de las mujeres, pero no por ello iba a dejar que cualquiera se acercase siquiera a ella. Sin darnos cuenta, ya habíamos llegado de nuevo a la casa de Arturo, otro pretendiente más de Nuria...

Dos días después,  ya era hora de volver a nuestro hogar. Los tres caminábamos tranquilos por algunas calles poco transitadas de Riando, buscábamos el camino más corto para salir de la ciudad, puesto que el camino era largo y cuanto más pudiésemos recortar, menos cansados estaríamos ante cualquier situación. Quedaban pocos metros para salir de las ruinas norte cuando Nuria paró en seco. La miré extrañado, pero ella sólo me hizo un gesto para que me callase y dio dos pasos hacía atrás, cogió una piedra del suelo y la tiró contra una de las ventanas rotas. Se oyó un grito de dolor y de repente, como si eso hubiese sido un detonador, empezaron a disparar sobre nuestra posición sin piedad. Los tres corrimos a refugiarnos del tiroteo, pero Arturo fue herido en la pierna. Mientras mi hermana le atendía la herida, yo salí a darles un poco de tiempo, sacando mi  uzi y disparando en la misma dirección de donde salían las balas enemigas. Aunque estábamos escondidos tras unos muros, estos estaban en tan mal estado que algunas de las balas lograban traspasarlo, incluso uno de ellos rozó mi brazo, dejándome una pequeña quemadura en el antebrazo. Cuando Nuria terminó los primeros auxilios, desenvainó su espada, dispuesta para salir a pelear en cuanto le diese la señal. Como el estilo de lucha de ella era el cuerpo a cuerpo, mi deber era cubrirla mientras avanzaba hasta su objetivo. Examinamos al situación y, dado la potencia de las balas, debía de haber al menos tres personas escondidas con armas bastante pesadas. Esos serían los primeros a los que debíamos abatir. Abrí fuego indiscriminadamente, haciendo el mayor ruido posible, sin apuntar, sólo para darle tiempo a ella para que se colase entre las ruinas. El primero calló rápido, estaba sólo, sin compañero que le cubriese las espaldas. El segundo y el tercero fue un poco más de lo mismo, sólo, sin protección contra el cuerpo a cuerpo y un arma demasiado grande para usarla a corta distancia. Cuando el segundo enemigo fue asesinado, las balas pararon en seco. Por un momento suspiré aliviado. Vi salir a Nuria de otro edificio casi derruido, con la espada llena de sangre y con su otra mano haciendo el signo de la victoria. Su sonrisa era lo más hermoso del universo. 

Una flecha atravesó su cuello.

Eso fue lo último que vi antes de que Arturo me tirase al suelo. Otra flecha cayó justo encima de mi cabeza. Si él no me hubiese tirado, si no se hubiese dado cuenta de la flecha, también hubiese acabado en mi cuello. Tardé 3 segundos en reaccionar. El mundo se me cayó encima. Arturo me abrazó más fuerte al escuchar el grito que salió de mi alma. Todo se volvió borroso. No lograba parpadear, mis lágrimas salían sin control. Quité a Arturo de encima, de malas maneras, y corrí a por mi hermana. Tenía que salvarla, no podía perderla. Sus ojos estaban abiertos, de par en par, y la sonrisa había desaparecido de su boca para ocupar una mueca de dolor y asombro en su lugar. Me quité la chaqueta, la camiseta que llevaba debajo, la cual rompí para hacer trozos de tela lo más rápido posible y tapar la herida. Su sangre no dejaba de salir del cuello. Las únicas palabras que salían de mi boca eran para darme esperanzas estúpidas. Sabía perfectamente que no volvería a verla, que estaba muerta, pero no quería aceptarlo.

 Arturo gritó, quería llamar mi atención mientras se levantaba y echaba a correr en la dirección donde habíamos dejado los suministros que  habíamos comprado en la ciudad. Yo no hice caso, seguía intentando salvar a mi hermana, lo que le pasara al resto del mundo en estos momentos no me importaba. Hasta que pasaron delante de mis ojos. Dos chicos corriendo, llevando mi bolsa y la de mi hermana a sus espaldas y una ballesta en sus manos. No había sentido nunca este instinto, esas ganas de matar que se estaban apoderando de mi cuerpo y, en menos de 2 segundos, mis piernas estaban corriendo a tal velocidad que los había atrapado y tirado al suelo antes de que ellos pudiesen darse cuenta de lo que les estaba persiguiendo. Los empujé contra el suelo, del impacto apenas pudieron moverse un par de metros más adelante. Mis pisadas eran fuertes, sin titubear. Cargué mi arma y la puse encima de la cabeza del que parecía más mayor.

-¡No dispares, por favor! ¡No nos mates! Sólo queríamos algo que comer...

Aquella aguda voz me despertó. La otra persona a la que había empujado parecía ser su hermana pequeña. La joven, que no tendría más de 14 años, puso su cuerpo entre su hermano y mi pistola y, a pesar de ver el miedo en sus ojos, no dudo en proteger a su hermano con su propia vida. ¡Ellos habían matado a mi hermana, merecía mi venganza! Pero no pude. Ellos también estaban luchando por sobrevivir y sus seres queridos. Nuria nunca me lo hubiese perdonado."

-¿Te arrepientes de haber salvado a esos chicos y no haber cobrado tu venganza?

-Siento que la muerte de alguien que lucha por lo mismo que yo no reemplazaría el vacío que ella ha dejado en mi corazón.

-¿Te sientes mejor al haberlo hablado conmigo?

-Siento que el haberte contado la historia servirá para que el resto de la tribu, al igual que yo, los acojáis para que no vuelvan a matar a iguales para conseguir comida. Ahora ellos también son parte de nuestra familia.



FIN

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