Destiel

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 Dean se removió inquieto en el sofá donde dormía.

No podía hacer eso. Llevaba dos días en casa de Lisa y ya se estaba ahogando, sintiéndose enjaulado como un lobo salvaje.

Había ido solo por la promesa que le hizo a Sam. Nada más. Llegó, con el corazón hecho pedazos y aun deseando morirse, y permitió que Lisa le consolara. Ella le dejó llorar en su hombro hasta que se le agotaron las lágrimas. No así su pena.

Lisa seguía siendo maravillosa, comprensiva, hermosa... incluso le insinuó varias veces que era bienvenido a su cama si quería. Pero no pudo hacerlo. Por más que lo intentara, solo podía sentirse como un hipócrita si pensaba en compartir cama con ella. Aun tenía sentimientos por la chica, pero no eran más que el fantasma de lo que él pensó que era amor.

No la amaba. Solo amaba la idea de lo que ella representaba. Normalidad, un hogar, una familia, alguien que te esperaría sin temer que te abandonara o que le sucediera algo malo.

En el fondo lo sabía. Como también sabía que ella no le quería tampoco de esa manera. Solo era un cachorro herido para la mujer, alguien más a quien cuidar.

Suspiró frustrado y herido, frotándose los ojos al ver que le sueño se le escapaba de nuevo. Llevaba días sin dormir. Ni cuando regresó del Infierno y sufría tantas pesadillas durmió tan poco. Pero era incapaz. Cerraba los ojos y solo veía la cara de Sam, distorsionada por la presencia de Lucifer. El enorme agujero que se tragó a sus dos hermanos. A Sam con los ojos llenos de miedo y resignación cuando se dejó caer en la jaula.

No había forma humana de que pudiera dormir con esas imágenes danzando en su mente.

Con otro suspiro, este de resignación, volvió a acomodarse en el sofá y cerró los ojos, tratando inútilmente de ignorar los dolorosos recuerdos.

- ¿Estas seguro de esto, hermano?

En la calle, bajo una farola, Castiel y uno de los numerosos Cupidos que poblaban la Tierra observaban la casa donde se escondía el cazador. Más concretamente, la ventana del piso de abajo por la que se podía entrever a Dean tumbado en el sofá.

- Si. Hazlo.

- Pero...

- ¡Hazlo! – ladró Castiel, consiguiendo que el otro ángel se encogiera visiblemente, asustado por su rudeza. – No me hagas repetirme.

El joven Cupido, un ángel que no llevaba ni una centuria ejerciendo, materializó un arco y una flecha de la nada y disparó hacia la casa. El arma se desvaneció un instante después.

- Espero que sepas lo que haces. – advirtió el joven ángel con tristeza. – El corazón de ese humano ya no puede resistir más golpes.

Castiel se apareció en el interior de la casa, frente a Dean, el suave sonido de un aleteo como toda advertencia. El chico abrió los ojos y se encontró siendo observado por el ángel.

- ¿Cas? – el cazador se incorporó de un salto en el sofá, mirando con ojos sorprendidos la repentina aparición del ángel. - ¿Qué haces aquí?

- Hola Dean. – saludó con calma Castiel. – He venido a buscarte.

- ¿Buscarme? ¿Para que? – preguntó confundido. - ¿Ha sucedido algo? ¿Esta Bobby bien? Creí que no volverías... que ibas a ser... el sheriff o yo que se ahí arriba y...

El ángel se acercó, deteniendo la avalancha de preguntas del Winchester con un beso en los labios. Los humanos hablaban demasiado.

Fue un beso posesivo, mordiéndole los labios con fiereza y forzando la entrada de su lengua en la boca del joven, sujetándole tan fuerte de los brazos que le dejaría marca. Eso estaba bien con él. Dean debería llevar otra marca suya.

Nefilim [ Castiel Y Tu.Sobrenatural]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora