Un gran estruendo finiquita la placidez del sueño, la explosión inunda la habitación de luz y humo pestilente. Por pocos segundos mi visión es nula y sin previo aviso cuatro encapuchados se abalanzan sobre mi cama tiñéndome de puntitos rojos el rostro y pecho. A duras penas la tos me permite articular palabra —¿Qué ocurre? ¿Qué pasa?—Ni puto caso, no contestan, solo actúan. Dos de ellos me incorporan asiéndome por las muñecas con toda la fuerza y violencia de la que son capaces consiguiendo que aúlle de dolor. El primer sujeto libera mi descoyuntada muñeca izquierda una vez asegurado de que el otro individuo une las dos muñecas con una brida eléctrica, me agarra por el pelo tirando de él como si quisiera arrancarlo a la vez que el tercero de ellos utiliza otra brida con mis tobillos mientras el último individuo no ha dejado de apuntarme entre los dos ojos ni un solo instante. Las bridas hacen su trabajo, mi tronco inferior está inmovilizado en su totalidad y el superior parcialmente, excepto mi cabeza.
El coordinado ballet de fuerza y violencia finaliza por el momento.
Intento averiguar quiénes son pero no se distingue ninguna identificación en su negro uniforme, van completamente tapados, incluso nariz y ojos… ¡Agh!, noto un escozor en el cuello, acaban de inyectarme algo que rápidamente hace su efecto, mis ojos se cierran contra mi voluntad en parpadeos muy largos y el cuerpo se pone rígido. Me tienden en el suelo y bloquean mi cuello con una férula que se prolonga por toda mi columna hasta la cintura, cerrándose alrededor de ella. Entre sueños observo cómo me introducen en una especie de bolsa negra acolchada. Son profesionales, no parece que vaya a morir, me han preparado para un viaje… La resaca perdida hace unos minutos retorna a mi cabeza, los ojos ya no se abren.
Todos los paneles holográficos de la ciudad hablan del hacker, incluso los publicitarios, informan sobre un activista del movimiento AmazingAction que ha logrado acceder a información gubernamental sensible y que pone en peligro la seguridad nacional, bla, bla, bla… el resto de información es comecocos para los obedientes ciudadanos y para los incrédulos; una recompensa de 1000 millones de dólares por facilitar datos que culminen en la detención del criminal activista.
Llueve con fuerza y la ciudad está oscurecida por los protocolos de ahorro energético que se producen desde el año pasado. Nuestro mundo esta superpoblado, los recursos alimenticios y energéticos escasean, el transporte privado está prohibido y para colmo han nacido nuevas religiones comandadas por mesías avalados por el gobierno, que aglutinan a parte de la población en guetos controlados. Manhattan aguanta, con la prepotencia del que se sabe rico, todos esos inconvenientes, ignorantes de que llegaran las consecuencias del caos al que ha estado sometido el planeta. El gobierno sabe que la mascarada no es eterna y que la rebelión se producirá en cualquier momento, siguen empecinados en el error y no pretenden modificar ni un solo milímetro el camino andado hacia el inevitable fin, por ello quieren recurrir a soluciones drásticas, dramáticas....
El hedor me hace caer en la cuenta de que mi huida me ha llevado al antes prospero Barrio Chino, hoy acumulación de desechos orgánicos de la ciudad. Sigue lloviendo intensamente en esta oscura noche, modificando ligeramente la realidad, observo fantasmales figuras que parecen animales arrastrándose por el pringoso suelo… son pobres individuos guarecidos del agua entre los restos de vehículos y cascotes de los edificios, cubiertos con restos de plástico intentando aislarse del frío, personas que han dejado de serlo para pasar a la etapa de animal asustadizo por la llegada de una muerte tan dolorosa como inevitable. Los más lúcidos, alzan su mirada hacia mí aunque solo es curiosidad visual porque ninguno de ellos es capaz de levantarse, ni siquiera de hablar, se han convertido en despojo humano semi inerte fruto de las drogas gubernamentales que pretenden regular la superpoblación, drogas alucinógenas que te hacen sentir ser un super hombre de inagotable energía que incluso olvida alimentarse. Droga que no es droga; es la píldora de la muerte, una sola dosis para convertirte en una bestia sexual, en un potente corredor, en un sabio científico, en… el mejor, una sola toma genera una dependencia irreversible que precisa de su ración cada 6 horas y en tres días se produce un colapso multiorgánico y la muerte. Aquí en el Barrio Chino, se ha realizado la experiencia piloto.
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¿Error?
Science Fiction¿El control de los gobiernos llegará a extremos tan maquiavélicos? Si fuera así necesitaremos de algún "movimiento" que nos ayude.