¿Solamente una vez?

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Es curioso como las cosas cambian rápidamente, hace ya 45 años ella y yo viajábamos por muchos lugares, viviendo al máximo de nuestra juventud,  pero esos años se han ido esfumando poco a poco. Lucía, ya en su lecho de muerte, me ha escrito una carta, como solíamos hacerlo cuando todavía nos amábamos...

Y quien diría que al fin se iba a tragar su orgullo, pues ha pasado mucho tiempo desde que nos tomábamos la palabra. Me he vestido con mi mejor traje, he puesto el mas fino de mis perfumes, pues a pesar de todo este tiempo que ha pasado, creo que mis sentimientos aún siguen igual de fuertes que aquel día. Ya llegando a la puerta de su casa, note un ambiente muy nostálgico, su casa, siempre había lucido un ambiente de vida, tan lujosa por la vida que su ya fallecido esposo le brindó, pero hoy, solo es un recuerdo de lo que alguna vez fue, las ventanas del segundo piso estaban llenas de polvo y las enredaderas cada vez se hacían mas grandes sobre las paredes de ésta, toque la puerta y me recibió una joven.

-Mi señora lo ha estado esperando,
reí de una manera sarcástica.

- Yo la he estado esperando por mucho más.

Entré a la casa y me acompañó hasta su habitación, tomé el picaporte y lo giré, ahí estaba, con su mirada siempre tan inocente como en sus mejores días, su recamara tenia dos ventanas, cubiertas por cortinas blancas ya acabadas por el tiempo, sin embargo, su cama lucia unas sabanas impecablemente pulcras, de lado izquierdo había un tocador y por el derecho una silla.

-Liliana, vaya modales los tuyos, tráele algo de beber a nuestro invitado.

-Si señora, la chica salió del cuarto.

-Disculpa los modales de Liliana, nunca ha sido muy servicial a pesar de que ese es su trabajo-

-No importa, después de todo a la que he venido a ver es a ti, me intriga mucho la razón por la que me has citado en tu casa-.

-No puedo ni moverme de la cama, no encuentro otro lugar para citarte-.

Ambos sonreímos, -pero realmente estando aquí, me da tiempo de reflexionar sobre todos los errores que he cometido en mi vida, así que he decidido perdonarte al fin.

-¿Perdonarme?.

-Si, después de todo, no es bueno guardar rencor.

En ese momento una furia inmensa me corría por el cuerpo, me había citado, solo para... ¿perdonarme?, ella se atrevía enserio a hacer algo así.

-Mujer, siempre he reconocido que eras una loca, me sorprende que en tu lecho de muerte lo sigas siendo, me imagine que tal vez como Don Quijote, tu también abrirías los ojos, pero veo que solo me he hecho ilusiones tontas acerca de ti.

-¿Como te atreves a insultarme en mi casa?.

-Pues en ese caso me retiraré.

Me di la vuelta hacia la puerta y salí de la habitación, en eso su muchacha de servicio que llegaba con unas tazas de té.

-¿Esta usted bien señor?.
-Lo estaba antes de venir, buenas tardes señorita. cerré la puerta de la sala.

Me dirigí hacia una iglesia cercana, muy en el fondo me sentía muy destrozado, me sentí igual que todos esos días que había pasado añorando su ausencia, al entrar a la iglesia me senté en una banca y dije para mi mismo:

Por Si Vuelves A Amarme...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora