2 de Diciembre 2015.
Hace ciento un días, un lunes para ser exacta, venía de regreso del mercadito shopping center de la comunidad de San Marcos. Hacía mucho calor y David me acompañaba. Al pasar por unos locales, vimos a una perrita sentada con muy poco pelo blanco, y su piel afectada por la sarna.
No podía recogerla en ese momento, por llevar acompañante y por no tener un espacio adecuado (y las mil condiciones del marido de no más perros) donde tenerla.
Ese mismo día por la tarde, una chica subió una foto reportándola y solicitando apoyo para transportarla. Me ofrecí, siempre y cuando tuviéramos un lugar donde resguardarlo y una persona se ofreció a brindarle hogar temporal mientras la perrita estuviera en tratamiento.
Al dia siguiente, ya sin acompañante, fui a buscarla. Le di dos vueltas a la comunidad, pregunté a varias personas por ella y en mi preguntar conocí a un viejito que me contó su historia y casi me pongo a llorar con él y por su fallecida esposa.
Luego de un buen rato de una investigación extenuante, fui a dar con una mujer que usaba perfume hecho a base de cempasuchil... O "sepa la bola" pero me mareaba con el aroma; me dijo que ella sabía donde vivía el perro en cuestión...pero que no era hembra, sino un macho. (El perro, no ella. Aunque tuve mis dudas)
Era a la vueltita. Habló con la "dueña" que era pariente suya y le explicó que queríamos rescatar a Boster para curarlo.
Ahí supe que tenía nombre.
La señora me contó la historia del perro, que su suegra lo había echado a la calle, que habían intentado curarlo, que se quitaba los collares isabelinos, pero el perro seguía viviendo en la calle, lo que hacía imposible que se sanara.
Le dije que solo necesitaba ayuda para poderlo subir a la camioneta y que si estaba de acuerdo, me lo entregara definitivamente. Estuvo de acuerdo.
Caminamos hacia una escuela a una cuadra de distancia, y allí estaba: junto con otros callejeritos esperando la bondad de los niños de la primaria que estaban en el recreo y les compartían un poco de comida.
Cuando subíamos al perro, la señora se quejaba y expresaba el asco que le producía tocar las heridas sangrantes del perro, me advertía que era agresivo y que mordía si lo tocaban. Y Su hijo, un niño como de diez años, en una actitud de "soplón" de esos que golpearían en cualquier cárcel, acusaba al perro de haber perseguido gatos y de haberse comido un pájaro... Y yo pensaba mientras hipocritamente sonreía "ayy niño, como tú si comes, te bañan y tienes donde dormir...ojalá que se te hayan pasado unos ácaros de la sarna" (Perdoname Dios, sí lo pensé)
Avisé por la red que ya tenía al perrito conmigo y que ya lo llevaba a revisión y me respondió la chica que había hecho el reporte antes... Me había equivocado de perro.
Efectivamente, la que ella mencionaba era hembra y seguía rondando por su lugar de trabajo. Ya no pude hacer más, y hasta hoy, no la han visto nuevamente.
Llevé entonces a Boster con la veterinaria: Carmen Sanchez, bautizada por David como "la doctora hamster" santa patrona de las pequeñas especies, para que lo revisara.
Todo el camino fue tranquilo, de repente moviendo la colita, pero jamás intentó morderme ni siquiera gruñir.
Llegamos y fue diagnosticado con sarna demodex, Carmen lo resguardaría para atenderlo 24/7. Baños, medicamentos, inyecciones, alimento especial y aislamiento.
Yo lo visitaba una o dos veces por semana y ayudaba a mi amiga a hacer algunas cosas en su clínica. Luego de 41 días, fui por Boster para llevarlo a un evento de adopciones que se realizaría cerca de casa el domingo siguiente, aunque tenía toda la seguridad de que ni siquiera se interesarían por él. Todavía le faltaba mucho pelo por crecer.
Fuimos al evento, se portó muy bien y una familia se interesó por él. Los hijos estaban decididos pero la mamá no estaba tan segura. Quedaron de llamarme ese domingo por la tarde para que ellos lo platicaran y ponernos de acuerdo.
Ya estaba todo listo, la señora convencida, los hijos adolescentes felices de poder colaborar en la recuperación de nuestro protagonista y yo feliz por haber encontrado una familia. Habíamos acordado entregarlo/recibirlo el martes en lo que ellos compraban una casita y se alistaban para darle la bienvenida.
A la una de la mañana del martes, la señora me manda un mensaje de voz, diciendome que se echaban para atrás... Y yo me fui para atrás.
Sentí que se me contraía la panza y se adormecían mis cachetes.
El acuerdo con el marido era que Boster estaría hasta el martes y la amiga que me había ofrecido hogar temporal el día del rescate, ahora le era imposible.
Gracias a Dios una chica me ofreció lugar a las 7 de la mañana, rezando porque su perro recibiera bien a Boster.
-¿Que perro tienes?, pregunté.
-un pitbull- me desmayé
Llame un taxi y al mirarlo noté
que decía fresco yo no se porque
no le di importancia y lo aborde
y me dije a mi mismo
casi estas en Bel-Air.
... Volviendo al tema.
En la tarde llevamos a Boster al extremo norte de la ciudad y el pitbull de Ivonne, también había sido rescatado. No era agresivo, pero era extremadamente juguetón y efusivo y no podíamos arriesgarnos a que hiriera la piel sensible de Boster mientras quisiera jugar.
Así que en ese lapso buscamos opciones y su esposo nos sugirió al Sr. Fortunato (no tanto por llevar ese nombre), que tiene una casa grande, con un amplio patio y estaba interesado en adoptar un perro del tamaño del nuestro.
Le llamamos y muy amablemente nos dijo que podía recibir al perro al dia siguiente.
Tuvimos otra interesada en ese momento para adoptarlo y nos quedamos de ver cerca de la casa de Ivonne, quien me acompañó junto con su bebé al punto de encuentro.
Comenzó a llover a cántaros... ¿Que digo a cántaros? A tinacos. Y la lluvia impidió que nuestra interesada llegara a la cita, mi esposo estaba ya preocupadisimo porque no habíamos regresado a casa, la lluvia seguía y yo ya no tenía batería en el celular.
Pues la decisión fue dejar al perro en una pensión por esa noche y al día siguiente, llevarlo con Fortunato.
Así lo hicimos.
Nuevamente, Ivonne me acompañó, que ella sabe donde vive el hombre. En el extremo oriente de la ciudad...que de hecho ya es otra ciudad. (Más vale un amor sincero, que vivir en Soledad)
Nos quedamos de ver en el centro y apenas dando la vuelta por Av. universidad, el perro saltó de la caja de la camioneta.
No me di cuenta al momento, solo escuché algún claxon y cuando miré al retrovisor dije "No manches, ya no traigo perro"
La misma contracción de panza, adormecimiento de cachetes y unas ganas de llorar bien intensas.
Di la vuelta y mi acompañante vio a Boster en la acera de enfrente. Me estacioné y me bajé "corriendo" como Cuasimodo, porque todavía mi tobillo no estaba al cien.
El perro solo tenía dos raspaduras en las patas y estaba muy asustado. Lo subí nuevamente a la camioneta, pero esta vez en la cabina y todo el bendito camino se fue "fumigándonos" con unos gases hediondisimos.
Cuando llegamos a la casa le di todas las recomendaciones al señor, le deje alimento suficiente para una semana, pero no estaba segura de dejarlo.
Vi que en el patio tenía gallinas y guajolotes y con las acusaciónes del niño soplón, esperaba que Boster no se desayunara un ave.
Me dio terror cuando el hombre advertía que la puerta del patio a veces se quedaba abierta.
Rescatar un perro de la calle para que volviera a la calle, no tenía sentido.
Pero le di el beneficio de la duda, le dije que le estaría llamando para saber como progresaba pero tenía yo la total certeza de que a los pocos días volvería por el perro.
Los días siguientes no podía dormir pensando en las gallinas muertas, el perro en la calle, encontrar una familia... Para el perro o para mí, por si me corrían.
Pero el esposo muy accesiblemente, escuchó la historia y le dije que no estaba tranquila, que necesitaba recuperarlo.
Una semana después, un sabado muy temprano, David y yo volvimos por el perro.
El hombre estaba algo molesto, porque Boster había matado un polluelo de guajolote (cócono, les llaman por aquí) y me pidió que me lo llevara.
El perro me vio con micho gusto, se deshacía moviendo la cola y yo lo vi con tristeza sin mover nada.
Estaba sucio, lleno de tierra, apestoso, durmiendo en un cuarto donde guardaban chatarra y salió arrastrando la cadena.
Al llegar a nuestra casa, lo bañé a conciencia para que volviera a ser blanco.
Contacté a la chica que no había podido asistir a la cita el día de la intensa lluvia y seguía dispuesta a adoptarlo.
Acordamos entregarlo/recibirlo el lunes.
Durante la tarde del domingo, Alfredo se recargó en el marco de la puerta y comenzó a preguntarme detalles sobre el rescate y tratamiento de Boster y le dije que ya teníamos una familia para él.
Cuando estábamos comiendo, me miró con esos ojos que me enamoran, esa mirada profunda que me hace saber que algo quiere decirme...
(Esperen, voy a atender un asunto con ese hombre...................)
-¿Qué?- le pregunté
-Quédatelo
Chillé. Pa'variar. Y le pregunté si estaba seguro.
Me dijo que no, pero que le había costado tres días pensarlo y decirlo.
Chale, ¿como no me dijo eso con todos los otros perros que he rescatado? El cocker, la french, el golden, la maltés, el chihuahua, la san bernardo...
Mi plan era que Toggo volviera conmigo a esta nueva casa, pero Alfred me decía que Toggo ya está acostumbrado a otro espacio, al ritmo de vida de mis papás y a la hostigante y abusiva Petite (también rescatada) que insiste en "hacerlo suyo" constantemente.
Así que Boster es parte de mi familia, de mis caminatas matutinas y de mi aprendizaje como persona, durmiendo bien, sin contracciones en la panza ni adormecimiento en los cachetes.
Él, un perrito cruza de labrador al que le encanta el jugar en el agua y revolcarse en el pasto; sigue recuperándose tranquilamente, con baños medicados aún, durmiendo bajo techo, comiendo como aspiradora, cada día con más pelo y en la fase de hiperpigmentación de su piel.
Y si cuando esté completamente cubierto de pelo nuevo, hay una familia que quiera brindarle un hogar, abriremos la posibilidad.
Esa es la historia.
Querido Dios: es que ya ves que luego ni los busco, ellos llegan a mi casa como la rana y los pajaritos. Y acuerdate de cuando los conejos... Ahh y también de las tortugas. A las liebres les sigo dejando comida. ¿No tendrás por ahí una granja que te sobre?
"Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios."
Romanos 8:19
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