El sentido de la vida

¿Por qué no?

Las horas pasaron delante de mis ojos pero la pregunta seguía sin respuesta. Al sonar por fin la campana de salida cogí mis cosas y comencé el camino de vuelta a casa.

Miraba hacia el suelo intentando no tocar los bordes de las baldosas cuando me choqué contra un chico. Inmediatamente levanté la cabeza y pude observar a un chico unos centímetros más alto que yo, pelo castaño y ojos también castaños. Su cara me sonaba de haberlo visto antes pero no conseguía recordar.

- Lo siento, iba mirando al suelo y no me dado cuenta.

-No te preocupes, yo tampoco iba muy atento.

Cuando ya iba a seguir andando una idea se me pasó por la cabeza. Nunca volvería a ver a ese chico y el podría ayudarme y lo mejor de todo, nunca volvería a verle por lo que daba igual si pensaba que estaba loca. Así que, le pregunté.

- Oye, perdona por volver a molestar te pero es una pregunta que lleva rondando mi cabeza durante todo el día y pensé que a lo mejor tendrías la respuesta. ¿Tú sabes cuál es el sentido de la vida?- Al principió pareció sorprendido pero después se quedó pensativo. Por un momento pensé que no me iba a responder.

-La verdad es que no lo sé, depende de la persona supongo.

-Sí, supongo - le miré decepcionada- bueno, ¡muchas gracias! Encantada de haberte conocido. -y comencé a caminar de nuevo. Tenía hambre y si no tenía lo que buscaba ¿para qué entretenerse?

-Pero... ¡espera! ¿No tienes curiosidad por descubrir la respuesta?

-¿Qué propones?

-Buscarla

-¿Y por dónde vamos a empezar?

- Preguntándole a más gente, alguien tiene que saber la respuesta.

Me quedé pensativa. Su propuesta era interesante y parecía el comienzo de una aventura. Mi madre no llegaría hasta las nueve... volví sobre mis pasos.

-Vale, pero ¿podríamos ir primero a algún sitio a comer? Tengo bastante y cerca de aquí hay un Mc'Donald. ¿Te parece?

-Claro, por cierto yo me llamó Ángel, ¿cómo te llamas tú?

- Mi nombre es Leo.