Palabras Vanas.

Capitulo 1. -Pasado.- "Día Extraordinariamente Normal."

Era de noche cuando vi pasar una camioneta blanca a las fueras de mi casa. Ese carro siempre pasaba unos minutos antes de que llegará mi mamá del trabajo, así que decidí apagar mi consola rápidamente y ponerme a escombrar la casa como todos los días lo hacía. Mis hermanas estaban en el cuarto, (compartíamos habitación debido a lo pequeña que estaba la casa de mi madre), acostadas, viendo su telenovela de la noche y pensé en cuan grandioso era eso, ya que eran puntos extras para mi porque no tendría que lidiar con sus estúpidos comentarios acerca de cuan mal lavo trastes, pero a mi parecer, lo hacia bastante bien para ser una niña de tan sólo 8 años de edad.
Lavé trastos, sacudi la mesa del comedor, limpie toda la cocina y escombre las cosas tiradas que habían en la sala. Para mi, eso ya era una rutina monótona de hacer en casa. No había día que no lo hiciese, con tal de ver una pequeña sonrisa cansada salir por parte de mi madre, y eso para mi, era más que suficiente. Pensaba que almenos eso la hacía feliz al llegar a casa.
 Treinta minutos después y ya había terminado con mi rutina de limpieza. Justo cuando iba a sentarme a descansar en el sofá más cómodo de la sala, veo entrar a mi madre por la puerta principal.
Como era de costumbre, fui corriendo hacia ella y le di un gran beso en la mejilla haciéndola saber cuánto la amaba y extrañaba. 

-Hola mami, ¿cómo te ha ido en el trabajo? Mira, ya he hecho la limpieza en la casa, ya no tienes que preocuparte por hacerlo y puedes ir a descansar. -le dije con el mismo entusiasmo de todos los días. 

-Gracias mi amor, yo sé que siempre tengo a mi ayudante en casa. -dice con un cansancio notorio, caminando hacia su habitación.- Y me ha ido bien, ya sabes, limpiar aquí y allá, como siempre. 

Mi madre hacía la limpieza en las habitaciones de los hospitales, nunca logró tener una profesión debido a que había dejado los estudios cuando salió de la secundaría y este trabajo almenos requería tener estudios hasta la secundaria y tener una buena disposición a trabajar. La primera cosa la tenía, pero lo segunda no tanto, ya que siempre se quejaba por algo al llegar al trabajo, y eso no es tener una buena disposición a trabajar. Pero seguía ahí ya que era bien pagado, aunque por alguna razón, siempre nos decía a mis dos hermanas y ami, la falta de dinero que teníamos. 

 -Bueno amor, te dejo. Me iré a acostar porque tengo un tremendo dolor en la espalda de tanto que estuve agachada recogiendo basura en el hospital. -dice tocándose la espalda con la mano derecha y fingiendo una mueca de dolor en la entrada de su habitación. - Te amo. 

 Joder, ¡Grandioso! otro día más que pasa y no le he podido entregar la pintura que le hice en casa desde hace dos semanas. Supongo que será en otro día -pensé en mis interiores con gran desilusión, al ver que cerraba la puerta de su habitación para irse a descansar. 

Hasta el día de hoy, nunca me había sentido mal por no pasar tiempo con mis padres. Sabía que de alguna manera u otra, las personas nunca iban a estar contigo en todo momento, sólo tienen una pequeña estancia a tu lado, y es decisión tuya el aprovecharlo o no. Así que no reclamaba pasar más tiempo con ellos. Me dirigí hacía la cocina y pensé en qué cenar esta noche. Una vez más no encontraba qué más cenar aparte de cereal con un toque extra de leche, ("extra" porque nunca me aguantaba el galón de leche y se me iba un poco de más), y no podía hacer otra cosa ya que mis torpes manitas siempre quemaban los alimentos al tocar el fuego, y luego se preguntaba mamá por qué nunca habían huevos en la nevera. Siento decirlo, pero tu pequeña no sabe cocinar ni un huevo revuelto. Pero como siempre dicen todos: "la práctica hace al maestro", y no me rendiré hasta poder hacer un buen huevo. Asi que como no tenía otra opción, me hice mi cereal especial y cene en el comedor sola, leyendo mi libro favorito de R. L. Stine: "The Living Dummy", como todas las noches lo hacía. 

 Siempre me han parecido los libros de R. L. un poco grotescos por su contenido sobrenatural, pero por alguna razón no podía dejar de leerlos, y sin explicación alguna, los catalogaba como mis favoritos. Terminé mi maravillosa cena, y me dirigí a mi cuarto a terminar mi lectura. No entendía cómo es que mis hermanas nunca se molestarán en cenar, o en siquiera salir a ver a mamá cuando llegaba del trabajo. Supongo que no les importaba nada, más que ver sus estúpidas telenovelas juveniles que no hacen nada más que distraerte de lo real, del mundo en concreto, de el exterior natural. Aunque si en algo debía de darles créditos, era en su brillante forma de exponer a la sociedad como es hoy en día, no todos logran acertar tan bien como lo hacen esos programas. Supongo que dan en el clavo, debido a que tienen como protagonistas a las personas mediocres que andan deambulando en las calles. 

 Cuando llegué al cuarto sabía que me sería algo imposible seguir leyendo, ya que mis hermanas ya se encontraban en su quinto sueño y no podría arriegarme a prender la luz y despertarlas, para que se levantasen con un terrible humor. Asi que sólo guarde el libro en mi mochila, me puse mi pijama favorita de osos polares -la cual me había obsequiado en navidad mi papá, y me quedaba enorme-, apague la luz de la habitación, me metí a la cama y me acosté en medio de mis dos hermanas. A la derecha estaba mi hermana mayor "Sally" y a la izquierda mi hermana gemela "Jaré". Nunca me había gustado dormir en las orillas porque sentía que en algún momento de la noche me caería o que un monstruo a mitad de la noche me jalaría y me comería mientras todos duermen. Así que estaba agradecida por el gran lugar que tenía en la cama. 

 Ya acostada, me encuentro en una habitación a oscuras pensando en cómo cada uno de mis días son extraordinariamente normales. No hay día que espere a ser querida por alguien, me hace falta más, más amor. Después de todo lo que me ha sucedido sigo pensando aún que todavía existen personas buenas en esta vida. Si tan solo supiera en este momento que en mi futuro encontraré a esas personas buenas y a ese amor que tanto me hace falta, no me sentiría tan pérdida como lo estoy ahora... Quiero despertar.