Acto 1: Entre mentiras de ángeles.

17 1 0
                                    


Supongo que para empezar un diario uno debe presentarse. Nunca he tenido ninguno,  mi psiquiatra dijo que sería bueno escribir algo sobre mí todos los días y por alguna estúpida razón le hice caso.

En fin, mi nombre es Nadia. Tengo 17 años, y sufro de depresión tipo C. ¿Por que "C"? ¿Te crees vitamina? Pues, explicaré al gilipollas que está leyendo esto que "C" se refiere a pensamientos continuos y deseos sobre la muerte, aburrimiento, autolesion y esas cosas tristes que uno dice "Ay pobrecita"  o con las que algunas descerebradas andan de postureo como si fuese un puto premio.

No quiero describirme físicamente por que a nadie le interesa.

Eh.. Bueno, empezaré a contar mi historia desde el principio, así que se alargará demasiado esta "introducción".

Nací en alguna parte de Italia, vida feliz, familia feliz, infancia feliz.. Y todas esas cosas cursis. Me mudé a Georgia, en los Estados Unidos con 7 años.
Entré a una escuela pública que había cerca de mi casa, y como no sabía hablar bien inglés, los niños se burlaban de mi. Decían que me volviera de la alcantarilla donde vivía, que si era una vagabunda y daba asco. Obviamente, esos años estuve demasiado triste y sola. Nunca quise decir nada a mi familia por temor a que ellos estuviesen tristes también.

Estaba demasiado agobiada.

Pasé de ser una alumna ejemplar a la vergüenza de todo el país.

Creía que todo esto se acabaría cuando empiece la secundaria, pero me equivoqué.  Empeoró.

Crecí, y mi cuerpo empezó a volverse asquerosamente delgado. Toda la ropa me iba ancha, y por más que lo intentase me veía horrible en el espejo.

Mi madre me animaba diciendo que todo cambiaría mientras que mi padre decía que era todo culpa mis, y me creí más la segunda frase. Casi nunca veía a mi padre en casa y cuando estaba se la pasaban discutiendo por los celos.

Intente esforzarme lo máximo que pude en el instituto pero no lo lograba. Y como no tenía amigos a quienes consolarme, me metí en Internet como todas las noches para ver si algo lograba distraerme de mi tristeza.
Descubrí una Red social llama "Facebook" donde empecé mi otra vida. No quería poner mi nombre real para que nadie de mi instituto me encontrase.
Simplemente, me llamé a mi misma "Nadie Zanetti".  Se que está mal fingir ser alguien quien no soy, pero realmente no deseaba que nadie supiese de mi existencia allí.

Me uní a un grupo de gente que le gustaba un tipo de música. Allí solo había gente emo, y hasta entonces ese fue el estilo que me marcó. Todos publicaban canciones de varios grupos como Slipknot o Bring me the horizon.  Y por curiosidad empecé a escucharlos, era algo así como metal pero mucho más fuerte, y como si fuese un bosque de misterios empecé a adentrarme más y más en esa música.

Descubrí que de alguna extraña forma lograba distraerme demasiado, lograba que dejase de sentirme apagada.

Fui hablando a través de los comentarios con la gente del grupo, me hice varios amigos allí. Se preocupaban por mi, hablaban conmigo.. Sentí que por fin tenía alguien con quien hablar.

Un chico que se hacía llamar  Peter Snow me presentó a varias personas. Y entre las que hablaba mucho eran Ayato, Zöe, Jenn, Luke y Joshua.

Luke y Joshua eran las personas que más hablaban conmigo, hablábamos sobre cosas estúpidas, sobre nuestros problemas.. Era una bonita amistad. Pasaron meses y meses,  ese mundo de Internet me hacía realmente feliz.

Recuerdo que un día Joshua y yo hicimos nuestra primera llamada en Skype. Yo estaba tan nerviosa que estuve 15 minutos sin poner la cámara y sin hablar, tan solo escribía. El dijo "Hey, venga puedes poner la cámara.. No voy a comerte" , me reí e intenté calamares un poco, por que estaba temblando de los nervios.
Decidí activar el micrófono, el se dio cuenta por que tenía la música encendida.

— Venga, Nadie. Debes decirme una palabra. — Rechistó — Con un simple 'hola' me conformo —

Seguía escribiéndole, le dije que estaba muy nerviosa y le escuché reír. Nunca antes había escuchado una risa tan hermosa.

— Venga, dicen que las chicas lindas tienen voces lindas. — Habló en un tono burlón

— No seas gilipollas — Lamentablemente esas fueron mis primeras palabras dirigidas al idiota de Joshua. Bravo. Deberíais darme el premio a la más gilipollas del año.

Estuvimos hablando durante tres horas, y llore frente a el, le conté todo. Todos me habían mentido, hasta mis padres.
Tenía miedo de que el me mintiera también.

Terminamos de hablar, y me sentí culpable de haberle hecho pasar ese mal rato. Aunque en el fondo.. Me sentía algo más aliviada.

Y quien sabe, quizá eso signifique tener amigos.

Supongo que mañana seguiré escribiendo, estoy demasiado cansada. Lamento decir que soy humana y tengo necesidades.

2 de febrero, 2013.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 10, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

NadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora