Capítulo 1

7K 497 8
                                    

.

Todo era un caos a su alrededor. Debía darse prisa si quería que todos salieran con vida.

—Vamos, no tenemos tiempo que perder. La salida está un poco más adelante —. Los tres mineros que quedaban iban corriendo delante de ella, mientras que en el fondo las explosiones se escuchaban cada vez más cerca. Sólo ella fue capaz de entrar mientras la mina se derrumbaba. No podía darse el lujo de perder ni una sola vida. Un ruido estrepitoso se escuchó directamente sobre ella. Lo último que pudo ver fue a los mineros saliendo por la pequeña abertura, que era ahora la entrada de la mina. Una gran cantidad de rocas, escombros y polvo le nubló la vista y de pronto todo era oscuridad, casi no podía respirar y un fuerte dolor le corrió por la pierna. —¡Maldición! —. Una enorme roca había caído sobre ella, su pierna estaba atascada. —Tranquila, no pierdas la calma —se dijo a sí misma. Buscó en la correa de su uniforme una pequeña linterna y la encendió. Todo a su alrededor eran rocas apiñadas una sobre la otra, la mina se había derrumbado, no veía una salida por ninguna parte. Estaba atrapada. El dolor de su pierna crecía a cada minuto, posiblemente se habría roto un hueso.

—¡Bien, no está mal para tu primera misión importante! —continuó hablando consigo misma. —Vamos piensa, debe haber una forma de salir. Pero primero debía sacar su pierna de debajo de la roca. Trató de moverla, pero el dolor era demasiado. «¡No es justo, simplemente no lo es! Hasta ahora la misión iba perfectamente. Pero no me dejaré vencer.» Volvió a intentarlo esta vez se mordió fuerte el labio y se concentró en sacar la pierna. El esfuerzo y el dolor eran demasiado, sentía que sus fuerzas la abandonaban. Por más que trató no había forma de liberarse de la odiosa roca. Respiró profundo lo intentaría una vez más.

De pronto escuchó la voz de Collins, su primer oficial, se escuchaba muy débil y lejana.

—¿Ross, me escuchas? ¿Estás bien?

—¡Collins! Estoy aquí, estoy atrapada. No puedo liberarme —gritó todo lo fuerte que pudo. Sabía que entre ella y Collins había una gran cantidad de rocas y escombros. En lo más profundo de su ser tenía plena conciencia de lo difícil que sería sacarla de ahí.

—Ross, voy a sacarte de ahí. Sólo tardaremos un poco. Llevaremos a los mineros a la nave y bajaremos con un equipo para rescatarte. ¿Crees que puedes aguantar?

Apenas lo había escuchado. Pero sabía que Collins no la abandonaría. De pronto todo comenzó a temblar de nuevo. Pedazos de piedra y escombro seguían cayendo sobre ella. Este maldito asteroide ya no aguantaba más. Habían cavado demasiado y habían comprometido su integridad. Se estaba partiendo en pedazos y con ella dentro. Ella era el capitán de la nave. Debía asegurarse que la misión de rescate se completara. Había rescatado a todos, a todos menos a ella misma, pero los mineros estaban a salvo y eso era lo que importaba. —¡Collins! —gritó. Olvida lo del rescate. Este asteroide no aguanta más. Saca a todos de aquí lo más pronto que puedas. Y aleja la nave. Cuando esto explote los pedazos podrían dañar su coraza. ¡Vete!

—No pienso dejarte aquí, me escuchas, voy a sacarte. Enviaré el transporte y le diré a Willy que traiga ayuda. Yo me quedo aquí intentando sacarte.

—¡No! Vete. ¡Es una orden! Vete y aléjate lo más que puedas. ¡Es una orden, si no obedeces me encargaré de que sufras una corte marcial! ¡VETE!

—Diablos Ross, no hagas eso —suplicó el hombre. —Sabes que no voy a abandonarte.

—Vete Collins. Asegura a todos y luego cuando sea seguro regresa. Primero la misión. Eso es lo más importante. Confío en ti.

—Regresaré Ross, te lo juro.

Silencio. «Por fin Collins había entendido. Bien ahora a seguir tratando se salir allí» pensó tratando de sentirse más tranquila pero no fue así. Sabía que no quedaría mucho aire dentro de la mina. Comenzaba a sentir calor y el dolor de la pierna era insoportable. Se limpió la cara con las manos. La luz de linterna no duraría mucho. Respiró profundamente varias veces antes de volver a intentar mover la pierna. De pronto otra explosión. Esta fue más fuerte que la anterior. La roca que le pillaba la pierna ya no se sentía tan pesada. Dios, el asteroide se estaba desintegrando y con él, el campo gravitacional. Todo comenzaría a flotar dentro de poco y podría sacar la pierna. Pero estar sin gravedad significaba que el aire se escaparía hacia el espacio con mayor rapidez. «¡Perfecto, si no moría por las explosiones, moriría asfixiada por falta de oxígeno! Todo se ponía cada vez mejor» pensó con ironía. Se acomodó lo mejor que pudo en el escabroso suelo y esperó hasta que la roca ya no estuviera tan pesada. ¡Al fin estaba libre! El aire era cada vez menos dentro de la cavidad. La falta de oxígeno le estaba afectando la vista. Se sentía mareada.

—¿Qué se suponía que hacía la gente cuando estaba a punto de morir? Ah sí, recordar lo que había sido su vida. Eso es fácil. Vivir con su madre hasta los siete años, nunca conoció su padre, entrar a la academia y perder a su madre meses después. Al morir su madre, el Capitán John Patrick O'Riley se había hecho cargo de ella. Por gratitud a su padre que le había salvado la vida, le dijo. Gracias a él, había obtenido una beca y se dedicó a estudiar, estudiar y estudiar. No quería defraudarlo. Logró graduarse primera en su división. Había obtenido el puesto de oficial de la Flota del Ejercito Intergaláctico. La nombraron primer oficial por un año, en una nave de carga dentro del borde interior de los planetas que componen la Alianza. ¡Aburrido! Y por fin logró ser nombrada capitán de su propia nave. El Glorious, nada más y nada menos. La nave más nueva y moderna de la flota. Hacía un mes de eso. ¡Un mes! Su gran sueño cumplido. El ahora General O'Riley estaba muy orgulloso de ella. Cuando le asignaron su misión hace una semana se había sentido increíble. Primero emocionada, luego preocupada y por último asustada. El General había estado a su lado aconsejándola y dándole ánimo. Era la única persona que le preocupaba dejar atrás. Había cumplido su primera gran misión de recate exitosamente. Habían salvado a todos y ahora le tocaba morir, sola en una mina de un asteroide del demonio. Toda su vida se resumida en eso.

No se arrepentía de nada. Bueno... tal vez sí. Siempre había tan ocupada estudiando, que nunca les prestó atención a esos chicos que revoloteaban a su lado. Bueno tal vez uno o dos, pero no pasaron de un par de besos, nada en serio. "Una distracción" se decía a sí misma. Ella tenía sus metas bien trazadas. Nada ni nadie se interpondría en su camino hasta llegar a ser capitán.

—¡Felicidades Capitán Ross! Lograste lo que querías y ahora vas a morir, a los veinticuatro años tan pura y tan blanca como una palomita. De seguro que te vas directito al cielo y sin objeción de San Pedro —se burló de sí misma.

Estaba cada vez más mareada. Intentaría descansar un poco. Tal vez Collins no fuera tan obediente y regresara por ella. Debía conservar el oxígeno. Poco a poco se fue sumiendo en un profundo sueño, su cuerpo relajado ya no le pesaba. Estaba perdiendo la noción de lo que le rodeaba. Y luego nada.


La esposa que no queríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora