La indumentaria genera diferentes procesos de comunicación. Nuestra imagen corporal tendrá diferentes mensajes, y sobre todo interpretaciones, según nuestro entorno, contexto cultural y social y los códigos que se manejen a nuestro alrededor.
Es de fácil comprensión el decir que no es lo mismo ver a una mujer vestirse de hombre en 1920 que colocarse prendas masculinas en la actualidad. Las interpretaciones de una misma composición visual variarán y generarán mensajes distintos, percibidos por los espectadores de manera diferente debido a los códigos anteriormente aprendidos, compartidos y enseñados en cierto contexto.
A su vez, la ropa que nos ponemos dentro de un mismo entorno generará una comunicación no-verbal sobre lo que somos (o no somos). Se basa en lo que deseamos mostrar de nosotros mismos (ocultar, resaltar, deformar, distorsionar). Nuestra indumentaria impacta en los demás tanto como en los posibles "yo" y en nuestras interacciones con el entorno. Incluso determina el modo en el que las personas nos tratan.
Es por eso que muchas veces se utiliza la famosa frase "vestido para la ocasión". La ocasión dicta el tipo de ropa, estilo o "imagen" que una persona debería utilizar para un encuentro o motivo en especial. Utilizar algo que no corresponda a la ocasión tendrá reacciones no esperadas; algunas serán marcadamente negativas. Otra vez, aunque estemos dentro del mismo contexto histórico (no como en el ejemplo de los años 20), las interpretaciones de nuestra imagen serán diferente que en cualquier otra ocasión. No respetar las reglas estipuladas nos dejará "fuera de tono".
Estas reglas, al igual que la comunicación no-verbal, son estipuladas no de una manera explícita; están sobreentendidas. Vienen de años de costumbres y posiblemente fueron creadas hace ya mucho más que eso. Su existencia en la actualidad puede deberse a su carácter inmutable. Podríamos pensar que fueron concebidas para ser mantenidas en el tiempo, cuyos cambios son mínimos y solo se limitan a ajustarse a ciertas tendencias de la indumentaria como lo es la moda actual y la futura.
Aquí es donde entra de nuevo el contexto, pues este siempre penetra, de forma más directa o indirecta: un baile requerirá etiqueta de gala; la vestimenta de gala no será igual en 1910 que en 2010. Usar una indumentaria cuyo desfasaje de año sea obvio cambiará la percepción de los que están alrededor de nosotros mismos y las reacciones serán adversas. Podrían llamarnos "ridículos", "extraños", "locos. Si nuestra intención será mostrarnos de esa manera o hacernos notar cueste lo que cueste, lo habremos logrado. En cambio, si nuestra intención es adaptarnos al entorno, no.
La pertenencia a un grupo social (o a un entorno) ha sido un punto de inflexión en la naturaleza humana a lo largo de su historia. La indumentaria ha jugado un papel fundamental en este deseo innato, porque el uso correcto para cada acción social y cultural nos haría activos de ese grupo o entorno. El querer pertenecer es fuerte y casi imposible de desterrar del ser humano y cada grupo, sociedad o cultura comparte un código de vestimenta específico. Para entrar en él hay que seguirlo; nuevamente, estás pautas están sobreentendidas para la mayoría de quienes las siguen.
La atención también es un punto de inflexión. Muchas personas necesitan ser el centro del universo, de su propio universo, quizá, y del universo de quienes lo rodean. La indumentaria puede también marcar la percepción externa de quién desea ser un líder o un núcleo. Ciertas prendas, accesorios, acompañadas de las actitudes correctas, hará que se perciba a la persona del modo en que este quiere ser percibido. Las pautas para ser el núcleo de ese universo también están sobreentendidas, aunque seguramente fueron estipuladas por alguien más sin que ellos lo noten.
Sin embargo, volviendo al ejemplo anterior, la atención puede ser negativa o positiva. Podríamos decir que ser el centro de un universo será una atención positiva. Usar prendas que desentonen, a propósito, puede generar atención negativa, palabrerías y demás.
Regresando, haremos hincapié en que seguir las pautas tendrá un efecto directo sobre nuestra credibilidad. Nuestra imagen corporal nos hará dignos de recibir la atención correcta o no. Nos dará las oportunidades justas de trabajo o nos dejará a un costado. Los simbolismos dispuestos a lo largo de nuestras prendas (personales, impersonales, viejos o nuevos) nos convertirán en personalidades confiables, exitosas y ambiciosas, o por el contrario, en personas comunes, tímidas o recatadas. Todo lo que somos se ve reflejado en nuestro cuerpo, en nuestra imagen, acompañadas por acciones que la fomenten o la desacrediten. Será esencial, entonces, decidir qué es lo que queremos ser y mostrar a través de ella.
Nuestra indumentaria cambiará según nuestros deseos y los mensajes que deseamos transmitir. Estos serán interpretados según los códigos de la ocasión, del tiempo histórico, de la cultura y de la sociedad y estarán guiados por nuestro papel en la orquesta de la comunicación.
¿Seremos acompañantes o dirigiremos la misma? O, por el contrario, ¿propondremos una nueva?
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Andrea Rodriguez Salas.
Ensayo sobre la comunicación visual de la indumentaria, a fecha de 10/4/2016. Registrado en Safe Creative, no copiar. Todos los derechos reservados. Este ensayo fue escrito para la universidad y compartido aquí a modo de introducción.
Preparado para la cátedra de Comunicación y crítica de la Universidad de Buenos Aires, carrera Diseño de indumentaria y textil. Buenos Aires, Argentina.
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Guía histórica del traje Wattpadiense
Non-FictionLa historia del traje es larga y compleja. La indumentaria ha marcado épocas indiscutidas y son claros referentes de las mismas. Sin embargo, la historia del traje no es lo mismo que la histórica de la moda. ¿Qué hay que saber a la hora de hablar d...