Un día como cualquier otro...

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-No, no, no!

Los trozos de cristal rotos y piedras en el suelo arañaban las plantas de mis pies mientras escapaba de aquella criatura de ojos rojos y largos cuernos enrollados sobre sí mismos, ocupando lugar a ambos lados de su cabeza.
Me encontraba a las orillas del muelle de la ciudad en donde vivo, deseando que aquella criatura misteriosa desapareciera de mi vista por una extraña e insólita razón. Mis ojos celestes veían con horror a la figura que se acercaba rápidamente hacia mí, inconscientemente uno de mis pies se hizo hacia atrás en acto de retroceder, deteniéndose de inmediato al percatarme de la presencia de mi pequeña hermana, Jeannine, quien se encontraba a mitad de camino entre la criatura y yo. Intenté alcanzarla pensando en protegerla pero todo resultó ser lo contrario, ya que el atacante atravesó la pequeña figura de quien yo buscaba proteger, consiguiendo llegar hasta mí al punto de tras un empujón, tirarme al agua, bajo la cual escuchaba la voz de mi hermana gritando mi nombre con desesperación.
Su voz cada vez era menos audible, parecía que todo se estaba esfumando, como si el agua poco a poco se llevara la vida que contenía mi cuerpo.
De pronto sentí dos pequeñas manos que sacudian incesantemente mis hombros, gesto que después de unos segundos me hace pestañear pausadamente y cambiar toda mi visión, devolviéndome exactamente a la misma cama, en el mismo cuarto en el cual me duermo todas las noches.

Jeannine salió corriendo juguetona y risueñamente al verme despertar. Seguido de eso pasé ambas manos por mi rostro y me volteé para ver la hora en el reloj que siempre estaba situado sobre mi mueble de noche.

- ¡Rayos! ¡Son las 7 AM! Voy a llegar tarde a la escuela otra vez..

Digo para mí misma con cierta frustración y me levanto de la cama casi de un salto, prácticamente corriendo a ducharme, cambiarme de ropa y de pasada también a desayunar.
Con una cucharada de cereales de miel con yogurt en la boca, me pongo la mochila sobre un hombro y tomo mi llavero de casa sonriéndole a mi mamá de pasada.

- ¡Adiós mamá!

Digo con la boca llena, tragando la comida después de haber cerrado la puerta con llave por fuera. El día estaba hermosamente nublado y caían algunas gotas repartidas por todo el lugar.

Camino hacia el colegio pensando en el sueño que había tenido hace a penas unas horas atrás. No era la primera vez, este sueño se ha repetido durante todo este último año, atormentándome cada noche antes de despertar.
Me mantuve así unos cuantos minutos más hasta que sin darme cuenta ya había llegado al establecimiento, la campana acababa de tocar para entrar a clases asique al igual que el resto de las chicas que corrían hacia adentro, yo empecé a hacer exáctamente lo mismo, guardando las llaves dentro de mi mochila y aferrando la misma para que no se cayera en el camino.

Cuando consigo entrar a la sala de clases, saludo con un leve asentimiento a mis dos amigas, Lana y Bárbara, quienes corresponden al saludo para que luego pudiera ir a mi puesto y sentarme para comenzar la clase.
El resto del día se me pasa volando y ya era la hora de volver a casa, pero me desvió al centro comercial para comprar una prenda que pueda usar para la fiesta que se realizará mañana en la noche en la casa del nuevo vecino, al cual aún no conosco.

Al llegar a la tienda veo en la vitrina un hermoso vestido calipso, apenas me lo pruebo noto que es el vestido indicado para mí, ya que hace resaltar mis grandes ojos celestes. Sin pensarlo dos veces saco la tarjeta de crédito que mi madre me dio para usar en caso de que surgiera alguna emergencia, pago el monto de $5000 a la cajera que sonreía al ver como el recibo salía desde la computadora. Terminando la compra del vestido paso a el supermercado a comprar algo para tomar el té, me decido por una torta de frambuesas con crema, pago y camino a casa.
Cuando estoy abriendo la puerta de mi casa me encuentro con una mujer sonriente que se despedía de mi mama.

- Hola querida, mi nombre es Martha, soy la nueva vecina y quise pasar a conocerlas.

- Hola -Respondí- Mi nombre es Kathrin, es un gusto conocerla, señora Martha.

- El gusto es mío querida Kathrin, mi hijo dará una fiesta mañana por la noche, ¿vendrás?

- Sí, claro, ayer me llegó la invitación.
-respondí-

- Okay, ya debo irme, nos vemos pronto Kathrin.

- Adiós Señora Martha, cuídese.

Entro a mi casa cuando ya dan las 9:30 p.m.

- Mamá ya llegué! 

Grito, pero nadie responde. Camino hacia la cocina y en el refrigerador me encuetro pegada una nota que informaba acerca de que toda mi familia había salido de paseo y que estarían en el cine mas menos hasta las 22:30 PM.
Levemente agotada dejo mis cosas sobre el sillón individual del living y me dirijo hacia mi cuarto, cambiándome de ropa para quedar en pijama.
Sin encender la luz, me meto dentro de ella.

- Hoy será una noche distinta

Me susurré antes de cerrar los ojos y con una mano sobre mi pecho, a la altura del corazón, me quedé dormida antes de que hubieran dado las 22:30 PM, por lo cual obviamente no vería a mi familia hasta el día siguiente.









Hola queridos lectores, estoy muy contenta con esta novela, espero que les haya gustado este capítulo.

20 votos y continúo.



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