Pequeña confusión.

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Todo permanecía en aparente calma durante aquella noche, claro que lo mejor de la misma aun no comenzaba... en esa enorme casa se estaba preparando un gran evento, que si bien no era la primera vez que se organizaba algo en esa enorme mansión, era la primera vez que habría una gran noticia durante esas celebraciones poco "tradicionales" según la perspectiva del dueño de dicha morada.

Una pequeña figura permanecía mirando hacia el exterior en esa oscura y algo fría noche, entre sus pequeñas y delicadas manos sostenía una cajita que si bien resultaba ser algo simple ante la vista de quien la observara, en su interior contenía algo que sin duda cambiaria algunas cosas por esos lugares.

-Kuchiki-san...- la joven se sobresaltó al escuchar el llamado del hombre que se encontraba parado en el umbral de la puerta- ya casi es hora... los invitados están comenzando a llegar- miró aun con la escasa luz que se colaba desde afuera lo que la pelinegra tenía entre sus manos- vaya... veo que lo has terminado, espero que todo el tiempo que invertimos en eso no sea en vano- una sonrisa se formó en el rostro de aquel joven recordando todas las veces que había tenido que ayudar a su amiga con "eso", esperando que todo saliera como ella quería.

-Ya no estoy tan segura ¿sabes?...- la pelinegra se dirigió hasta una pequeña mesita que tenía unos cuantos cajones y guardó la pequeña cajita en uno de ellos, ante este acto su amigo puso una cara de confusión, apenas en la mañana se le veía tan emocionada que no podía dejar de sonreír, pero ahora se le veía algo triste- ¿pasó algo?... no ha quedado como querías... ¿es eso verdad?-

La menuda mujer solo se limitó a negar con la cabeza y pasar al lado suyo mientras le decía un "te veo más tarde" de la manera más monótona posible. Ishida Uryu no sabía cómo explicarse la actitud de su amiga, pero sospechaba cual podría ser la causa, si... definitivamente el causante de todo era un idiota con el ceño fruncido y una extravagante cabellera naranja. "Ese idiota" pensó, de seguro con su gran bocota había dicho algo que hiciera que se fuera todo al carajo, pero no había remedio... ya se solucionaría aquello tarde o temprano... el pelinegro soltó un leve suspiro y se encaminó hacia donde estaban reunidos esa noche.

...

Byakuya Kuchiki se encontraba sentado en una de las habitaciones de su espaciosa casa-mansión... meditando, o al menos tratando de tranquilizarse y no explotar y sacar a toda esa gente que no hacía más que armar escándalo y hacer escenas que según él, eran degradantes y vergonzosas, un noble no podía admitir semejante comportamiento, debía estar bajo el efecto del sake o algún Hollow cuando aceptó realizar semejante atrocidad en su casa.

Las locas de la asociación de mujeres Shinigami no le dieron opción, después de todo el ya formaba "parte" de ese club, muy a su pesar. Claro que era algo así como su deber, ya que aquel día debía suplir a Rukia en una de esas reuniones, pues al estar ella en una de sus "misiones" en el mundo humano consideraba que no podía deshonrar el apellido Kuchiki al no presentarse con aquellas locas.

-Kuchiki-sama, los invitados requieren su presencia...- uno se los sirvientes lo sacó de sus pensamientos, el noble simplemente le dio una mirada que le comunicaba que había escuchado lo que acababa de decir.

-En un momento iré, puedes retirarte- el sirviente se retiró no sin antes hacer una reverencia para luego alejarse por los largos pasillos de la casa.

Con un hábil movimiento se levantó y miró el lugar antes de seguir el camino por el que su sirviente se había ido.

...

-¡Hey Ichigo!...- un pelirrojo con un vaso de sake en una de sus manos y un trozo de carne en la otra se acercó hacia el nombrado- creí que no vendrías... te tardaste demasiado...-

El regalo perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora