Byakuya Kuchiki era un hombre que jamás dejaba demostrar más de lo necesario, en casi todo el Seireitei se le catalogaba como un hombre serio y frío, un hombre que se apegaba a las reglas y normas establecidas, ya que su fuerte creencia de que "las reglas estaban hechas para cumplirse" estaba muy arraigada a su persona.
Al menos así era hasta antes de conocer a Kurosaki Ichigo, el joven o mejor dicho "mocoso" (como él solía llamarlo) que salvó a su hermana adoptiva de su injusto destino impuesto por la sociedad de almas. De eso ya hacia tanto tiempo, pero para él era apenas un corto lapso del mismo, ¿Qué era ese lapso de tiempo comparado con su larga existencia?, nada... apenas un pestañar en el tiempo.
Kurosaki Ichigo era todo lo contrario a él, irrespetuoso como ningún otro, arrogante a su manera, impulsivo y desafiante; un cabezota en todo el sentido de la palabra. Por esas y otras razones más era que a Byakuya no le agradaba demasiado aquel joven, además de su parecido al fallecido teniente de la treceava división a cargo de Ukitake, Kaien Shiba, sin mencionar el parentesco que tenia con Isshin Kurosaki, mejor dicho Shiba.
¿Acaso era el único que notaba eso de aquel joven?, al parecer la respuesta era "si", todos en el Seireitei se referían a él como el héroe de la sociedad de almas, "claro, como no" pensaba el noble, pero lo que más le desagradaba era que su hermana menor parecia estar bajo una fuerza sobre natural que le hacía estar todo el tiempo con el pelinaranja, "magia demoniaca" afirmaba Byakuya, pues era la única explicación razonable para el aparente estado de embelesamiento de la joven y en verdad creyó que eso pasaría en algún momento, pero para su desgracia ocurrió todo lo contrario, pues mientras más tiempo pasaba, los lazos entre esos dos se hacían más estrechos, muy a su pesar.
—Capitán Kuchiki, tiene visita— la llamativa cabellera de su teniente se asomó entre las puertas de su oficina—alguien solicita verlo de inmediato— Renji apenas podía contener la enorme sonrisa de su rostro, que más bien parecia una de burla.
—Estoy ocupado Renji, no puedo recibir a nadie el día de hoy... hazle saber a quién sea que solicita una audiencia conmigo que eso no será posible—regresó su atención a los papeles que tenia sobe el escritorio, dando por terminada la conversación con el pelirrojo.
—Creo que eso no será posible capitán—dijo Renji mirando algo a sus espaldas, justo cuando Byakuya iba a decir algo más la puerta se abrió por completo revelando al que pedía con desesperación verle.
Entró como un torbellino a la oficina, su mirada se clavó en el pelinegro que se encontraba en el escritorio con una pila de papeles, de inmediato corrió hacia él colgándose de su Haori, aferrándose a él.
—Akuya... Akuya...— sus enormes ojos lo veían suplicantes, sabía exactamente lo que quería, y sus pequeños bracitos extendidos eran la confirmación.
Dejó a un lado todo el papeleo y de inmediato tomó en sus brazos al pequeño niño que pedía toda su atención, lo sentó sobre su regazo, Renji observó la escena desde la puerta, la primera vez que observó esa actitud de su capitán para con el pequeño se impresionó demasiado, ese no era el capitán frio que él conocía, es más, ni siquiera sabía de dónde había surgido semejante actitud del noble.
—Renji...— el pelirrojo dio un respingo al escuchar su nombre, estaba muy sumido en sus pensamientos— ¿hace cuanto que Mamoru está aquí?—
—Hace como veinte minutos capitán— la mirada del pelinegro se concentró en él, Renji tragó duro.
— ¿Por qué no me comunicaste de su llegada en cuanto llegó aquí?— el pequeño miró a Renji con inocencia con sus enormes pero hermosos ojos avellana, mientras le sonreía.
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El regalo perfecto.
FanfictionRukia quiere sorprender a ichigo con algo especial el día de navidad pero gracias a un gran malentendido que involucra a cierto Quincy las cosas no salen como las tenia planeado...