Le agradezco a un amigo que siempre estuvo conmigo, que cuando lloraba él en vez de secar mis lágrimas lloraba conmigo hasta que su cara roja me diera risa y ambos rompiéramos de risa al vernos vueltos desastre, pero qué desastre más bonito el que creábamos, hasta que él quiso partir en busca de la perfección, y como siempre, eso no era al lado mío.
También debo agradecerle a aquella amiga que siempre me escuchó en mis infiernos, en mis día de destrozo, y en mis noches de ruido ahogado, esa que me incitó a escribir lo que sentía y que todo terminó en versos sin sentido guardados en algún cuaderno que hace tiempo no miro.
A Loreto Sesma, porque aunque no la conozca logró llegarme con sus escritos, esos que ahora los guardo para cuando estoy mal y sentirme mejor.
A Kevin, cariño, sé que nunca leerás esto, como sé que nunca llegaste a amarme, pero vos, vos lograste que yo me amara un poco, a ver aquella primavera -que ahora es invierno- que llevo dentro, lograr entender que no todo amor es correspondido, y a veces hay que aprovechar los corazones rotos.
Y a todos vosotros que leísteis esto.
Un beso, Loreto.