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Era un tarde fría típica del mes de noviembre, una casa a mitad de una cuadra, de fachada descuidada de color rojo cobrizo y un jardín con hojas que el árbol desprendía día tras día durante el otoño y parte del invierno, en el interior entre las paredes se escuchaba vagamente las notas de alguna canción de Lily Kershaw saliendo suavemente a través de las bocinas de un estéreo colocado en el librero ubicado en el centro de la pared principal de la sala, con libros, una televisión y unas cuantas fotos familiares que recordaban momentos felices que se añoraban al pasar los días; en el fondo de la casa justo donde termina la cocina se encuentran las escaleras para llegar al segundo piso, en el cual se encuentran dos recamaras  y en la principal se encuentra una chica de pie frente a la ventana con vista a la calle, una calle fría pero aun así con niños jugando futbol y discutiendo si al salir el balón de la cancha imaginaria debería ser penal para el equipo de las niñas, la chica reposando sus brazos en el borde de la ventana miraba con atención y solo sonreía ante la escena que veía; esa chica de estatura baja y de complexión delgada, de piel morena y de un cabello ondulado que llegaba hasta el final de su espalda y castaño con un brillo provocado por el resplandor del ocaso, moviéndose suavemente con el viento de la temporada invernal que a la vez pegaba en ese hermoso rostro de labios rosas y una nariz con una ruboración rojiza por el frio, y de ojos avellana que irradiaban un brillo singular al recordar en su mente el momento aquel en que conoció al chico moreno de una alta estatura y complexión delgada, con un aura llena de alegría y tranquilidad, de ojos color chocolate que expresaban esperanza, unos ojos que decían tantas cosas como a la vez no decían nada, una linda sonrisa que te decía que todo estaría bien sin necesidad de decir algo, de manos largas y suaves, con tatuajes en cada una de sus muñecas, una mariposa y un ave, los cuales expresaban amor y odio, ternura y pasión, fuerza  y debilidad, rendición y esperanza,  ese chico que logró despertar sentimientos en cuestión de segundos en la chica, esos sentimientos que ella se juró así misma no volver a sentir por alguien, pero fue entonces cuando ella se dio cuenta que la historia se estaba repitiendo.


Ese encuentro que prepararon ambos para poder conocer al fin a la persona con la cual chateaban durante horas y con la cual hablaban por teléfono hasta la madrugada de temas al azar, ese encuentro que tanto causaba nervios en ambos jóvenes se dio en una plaza, una que nunca habían visitado ninguno de los dos con forma de cilindro con tres pisos, en el último piso se encontraba el cine en el cual pasarían la mayoría del tiempo de su encuentro, después de que el chico escogiera la película que verían y pagara las entradas, ambos decidieron dar una vuelta para conocer el lugar y la vez para conversar, pasaron un hora mientras platicaban animada y tranquilamente mientras tomaban un helado, a la chica esa hora se le hizo minutos pues le agradaba la compañía del chico, aunque fue en esa hora cuando ella se dio cuenta que era tanto su agrado por el chico que sus sentimientos estaban expuestos y que no podía excluirlos y evitar sentirlos, ella se confundía ya que tenía un cariño hacia él y no podía expresarlo, así como a la vez sentía admiración y respeto, al final ella se resignó a poner en su mente esa frase que le ayudaría a seguir con la charla sin sacar sus sentimientos y terminar herida, ya que ella entre las palabras que salían de los labios rosados de ese chico moreno descubrió que él estaba enamorado, que el corazón del chico está ocupado por un mujer a la cual decidió esperar hasta que ella decidiera regresar a los brazos de él, que al fin después de tantos errores descubrió que el amor existe y lo descubrió en aquella mujer que lo lastimó con cada palabra que le expresó; en aquel momento por lo tanto la chica supo que no debía sentir nada por ese chico que tanto llamaba su atención ya que sólo formaría ilusiones vanas en su corazón que con el tiempo acabarían hiriéndola una vez más; mientras tanto el chico sólo se esmeró en hacer sonreír a aquella chica con la cual pasaba momentos agradables al platicar y que le inspiraba confianza desde el día en que la conoció; llego el momento en el que debían irse hacia la sala del cine ya que la función de la película que verían ya iba a comenzar, caminaron despacio y animadamente hacia el cine y después hacia sus respectivas butacas de la sala; la película la disfrutaron bastante ya que ambos sonreían y reían a causa de los comentarios que hacían ambos respecto a la película, la chica con aquella frase en su mente trataba de no sentir esas mariposas en el vientre cada vez que el chico la miraba, aunque eran más bien unas avispas porque sólo causaban confusión, miedo y un poco de dolor, ya que ella no entendía como el después de decir que estaba enamorado de una mujer la podía seguir mirando así, con ese brillo tan singular en los ojos que tiene cualquier enamorado viendo a su enamorada, como la podía mirar de esa manera si al final de todo él estaba enamorado de aquella mujer, esa mirada de esperanza, cariño y aprecio la confundía cada segundo que pasaba, ella ya no sabía qué hacer para no terminar besándolo después de esas miradas que salían de esos ojos chocolate, tuvo que sacar toda su fuerza de voluntad de ella para poder salir invicta de esta batalla de miradas y sentimientos.
Al salir de la función el chico muy alegre acompañó a la chica hasta la parada del camión debido a que el cielo ya había oscurecido y las calles se encontraban vacías, caminaron riéndose de cada comentario absurdo que hicieron sobre la película además de que decían cuanto les agradó estar al lado uno del otro; el chico animadamente platicaba sobre su familia, mientras tanto la chica morena de ojos avellana lo escuchaba atentamente evitando el contacto visual, ya que ella no podía resistir más tiempo sin decir todo lo que él le causaba en el interior; llego el momento en que ambos se despidieron con un abrazo, el agachado un poco encorvado para abrazarla, y ella estirada y parada de puntitas para alcanzarlo, con un beso en la mejilla se dijeron un gracias y un hasta luego, y con ese abrazo a ella le quedó claro que tal vez no lo volviera a ver, que el mañana es tan incierto y nada es seguro y nadie lo tiene prometido; por lo cual antes de subir las escaleras de ese camión que la llevaría lejos de él, le alcanzo a decir – ¿recuerdas la pregunta que me hiciste hace unos días que quedó sin respuesta? – El chico duro unos segundos mientras recordaba y cuando al fin lo hizo le dijo – sí, claro que sí, ¿Qué sucede?- después de oír eso la chica respondió – la respuesta es un si – después la chica subió a ese camión rumbo a su casa, pero antes de que el camión arrancara pudo ver como el chico se quedó confundido y camino hacia la parada de su camión revolviendo su cabello marrón y con la mirada perdida; en el camino la chica reflexionó que tal vez hizo mal, o tal vez hizo bien al decirle que le gustaba, pero al menos ella ya no guardaba  ningún secreto en su corazón, pero aún seguía con aquella frase que la mantendría con los pies en la tierra mientras volviera a ver a ese chico moreno de ojos chocolate…
“Sólo somos amigos”.

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