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Un suave aplauso se escucha de fondo, solitario y notablemente atemorizado. El espectáculo comienza... Y el escenario se oscurece.

En medio una pequeña niña de hermosos cabellos está quieta con la mirada al frente mientras que, con una mano, agarra un pequeño peluche que arrastra levemente el suelo. La visión de la bella niña solo aporta ternura y cariño a quien la presencia, entonces, al fondo de ella unas luces en fila se encienden y en ellas se pueden observar varias personas sin un rostro definido. La niña chasquea los dedos y una gran sonrisa aparece en su rostro. Un momento... ¿Por que acaban de caer exhalando su último halo de vida? Nadie lo sabe. Pero la niña mantiene esa sonrisa inocente teñida con unos ojos que guardan un secreto.

Y así siempre ha sido la preciosa vida de Sonata, cualquier cosa que quisiera que pasara era inevitable que fuera a pasar, se podría decir que parece tener una máquina concededora de deseos.

Las luces del escenario se oscurecen de nuevo y la niña desaparece ante las tinieblas. El prólogo termina. Y así comienza el primer acto.

La primera escena que presencia el solitario público es la de la misma niña, algo más pequeña que antes agarrada con una mano a la de su padre y, de la otra, a la de su madre mientras una indefinida sombra se cierne sobre ellos... La Luz se apaga y enciende de nuevo casi con inmediatez pero... Donde antes había una familia ahora solo hay un padre y una hija. La niña mira con extrañeza durante un instante pero rápidamente queda abrazada entre los brazos de su padre y esa figura que antes estaba a su lado simplemente cada vez es más vaga e innecesaria. Olvidar es más fácil que recordar. ¿Verdad pequeña?

Un nuevo personaje entra en escena mientras el escenario desaparece con sus palabras y creando uno de nuevo con sus gestos ágiles y elegantes el padre le entrega la mano de la niña al nuevo invitado, está mira a ambos confusa por un segundo pero acepta la decisión de su padre con la cabeza bien alta, su progenitor queda a un segundo plano medio envuelto entre las sombras, sonriendo con calma.

En cambio el desconocido cobra fuerza, el foco le ilumina más y en su mano algo de colores modestos destaca...Una espada de madera. La niña lo mira. El desconocido la observa. Y de repente esa música tan leve que hasta entonces no recordasbas que sonara se apaga. Dejando en el más absoluto silencio el teatro. Un instante después la voz del desconocido resuena como si fuera un susurro a voces: "Saber atacar es el primer paso hacia la grandeza". Los segundos parecen eternos entre la batalla de miradas de el Desconocido y la niña. Pero finalmente esta agarra con fuerza la espada de madera y sonríe de lado. Segura de sí misma.

Comienza un baile de espadas entre la niña y el desconocido que pasa a ser su maestro de armas. La niña, a medida que la danza avanza, se la ve crecer, cambiar y desarrollarse. Y cuando la danza está a punto de terminar los movimientos se vuelven más elegantes más ágiles más controlados. La danza termina, el Maestro mira a la niña que ya no es tan niña y sonríe. "Todavía no estás lista" resuena en el vacío teatro. " Lo se" Contesta la joven. La voz hace estremecer al único espectador.

El Primer acto finaliza. Las luces se oscurecen de nuevo el telón cae y el susurro de un viento sin dirección se escucha.

El segundo acto comienza seis luces se iluminan, tres delante y tres detrás dejando ver unos pocos pupitres llenos de muñecos y, en el pupitre de en medio la niña que vuelve a aer niña esta sentada con la vista hacia el frente. No la aparta nunca y sus notas comienzan a acumularse todas impecables, la niña no reacciona entonces la sala que hasta entonces era un teatro vacio se llena de figuras imprecisas que murmuran palabras alentadoras, piropos y otras muchos vocablos todos dirigidos a la niña. Esta sonrie. Un peluche se levanta y la golpea. Lo sigue uno, otro y otro más hasta que todos ya la han golpeado al menos una vez, las palabras orgullosas hacia ella se vuelven rápidamente abucheos. Las sombras que susurraban ya no existen ahora solo quedan los muñecos sin nombre ni rostro.

La niña sonríe con dulzura una vez más y su pupitre como sacado de una brisa cambia a un piano pequeño... La niña comienza a tocar y uno a uno los muñecos van cayendo al suelo mientras la sonrisa de la niña se ensancha cada vez más acabando siendo una sonrisa diabólica. Toca la última nota, la canción cesa. El rostro de la niña parece feliz, sereno. Los muñecos tendidos en el suelo se levantan y comienzan a coronarla con flores, con bellas palabras y grandes actos... Pero se les nota temblar. La temen.

La sombra espectadora también tiembla.

La niña se levanta y la sustituye una versión de ella más mayor y grácil pero, sus calificaciones siguen siendo las mismas, la siguen adorando y todos los títeres parecen adorarla. Ya no tiemblan... Ya no recuerdan el porque de tenerla miedo pero sí que la siguen adorando. Es todo sonrisas, todo belleza. Todo pura fachada. El espectador sigue temblando... No se deja engañar mientras observa como la joven consigue todo lo que quiere de sus muñecos. Entonces la sombra expectante del teatro se fija como de los dedos de la joven salen hilos casi invisibles que controla como le place, la sombra se mira inquieta no esta atada a sus hilos. No por el momento.

El escenario cambia ante el movimiento y el decorado acaba siendo el de una prestigiosa universidad... Pero lo demás se mantiene... Ella sigue siendo la reina.

Las luces se apagan, el escenario desaparece de cualquier vista ajena y se escuchan fuertes ruidos ensordecedores... El segundo acto ha finalizado.

Tercer acto. El ruido que hasta el momento había impregnado la habitación calla de repente... Las luces son más tenues, más difusas pero la niña sigue ahí. Camina con seguridad mientras a cada paso la música de un suave violín se expande... Entonces de las sombras aparece su padre, ella sonríe y corre hacia él fundiéndose en un abrazo mientras acaricia su cabello. Este la toma fuerte de la mano y recorren el escenario pasando por varios tramos que se iluminan a su paso mostrándose como recuerdos.Viéndose como el padre enseña a su hija desde bien pequeña para ser una buena sucesora. La niña sonríe feliz. El padre de forma misteriosa. Sabe que está todo bajo control. Y que se saldrá con la suya. A la niña no le importa solo se siente bien por ser superior. Su dulce sonrisa se transforma en una más arrogante, más soberbia. Nadie sabe quien es ni que hace pero algún día sus hilos se extenderían y después de eso... Ya no habría marcha atrás.

La música se escucha cada vez más tenue hasta que desaparece mientras las luces se apagan. El teatro queda totalmente en silencio y el telón cae. No se escucha ni un leve murmullo en el lugar, la sombra solitaria mira hacia el escenario sin apartar la vista hasta que se levanta, se percata de los hilos que la sujetan y solo puede soltar un grito mientras la risa inocente de esa muchacha resuena. Todo está controlado. ¿Verdad?

Marionetas de teatro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora