Día 2 | La foto intranquila

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2 de abril, miércoles.

El segundo día del reto. Hoy, a diferencia de los demás días, Rosie había llegado al instituto acompañada de Skie. Y además esta última se veía un poco apagada. Desde que se encontraron en la calle hasta que llegaron al instituto, Rosie no dejó de mirar de reojo a la menor. Era evidente que le pasaba algo. Ella siempre era alegre e irradiaba felicidad, como Arion.
Al llegar, esperaron fuera de las aulas hasta que sonara la alarma de entrada.

—¿Seguro que estás bien? —volvió a insistir Rosie a la peliazul.

—Sí, de verdad. Es que estoy muy cansada por lo exámenes y los deberes.

Justo en ese momento sonó la alarma.

—Bueno —habló Skie—. Espero que tengas suerte con la foto de Riccardo. Nos vemos luego.
Skie se despidió con una sonrisa.
Algo era algo.
Rosie no divagó más y apartó la melancolía de Skie de su cabeza. Se fue a su aula, 2-B.
Al entrar vio a Riccardo ya sentado y con libros encima de la mesa.

—Buenos días, capitán —le dijo Rosie intentando ocultar su sonrojo.

—Buenos días a ti también, Rosie —respondió alegre, dedicándole una sonrisa que la joven, si hubiera podido, hubiera fotografiado y enmarcado.

Rosie se dirigió a su pupitre, justo detrás de «su virtuoso» a la vez que un pelirrosa —Gabriel— ocupaba el sitio al lado del peliceniza.
Las horas de clase pasaron lentas, a diferencia del otro día, y Rosie no se concentraba en lo que explicaban los profesores. En su cabeza solo cabía una pregunta: ¿cuándo, dónde y cómo le haría la segunda foto a Di Rigo?
Rosie hubiera dado mucho por tantas oportunidades de la foto perfecta que se le pasaron en clase, pero existía la norma de «prohibido uso de teléfonos móviles y cámaras de fotos» para dificultarle todo.
Así que tuvo que volver a esperar al entrenamiento de la tarde.

Los miércoles, el entrenamiento de los chicos empezaba a las 17.00 horas. Todo el tiempo de antes Rosie había estado en su habitación pensando en la foto. Quería una diferente. Ya tenía una de él (una de tantas) riendo. Ahora quería una distinta. Miró su reloj y vio que faltaban veinticinco minutos para el entrenamiento. Se levantó de su cama, guardó el álbum de fotos que descansaba en su regazo en un cajón de su escritorio y bajó a la entrada de su casa. Ese álbum era un gran tesoro para ella, en él tenía todas las fotos que le había hecho a los chicos. Y gran parte de ellas eran de Riccardo.

«Podría coger las fotos que ya tengo hechas de él y dárselas a Jade» pensó.

Pero nadie mejor que ella misma sabía que quería cumplir el reto sin trampas. Estaba decidida a cumplirlo.
No solo su reputación estaba en juego.
Al llegar al instituto Rosie se fue con las chicas. Los chicos ya estaban calentando.

—Hola. Siento llegar tarde —se disculpó Rosie.

Jade no respondió. Estaba de espaldas. Miraba a las sillas azules de la caseta. Sentada en una de ellas estaba Skie.

—No te preocupes por eso —habló al fin mirándola a la cara—. Mejor preocúpate por Skie.

Rosie alzó la cabeza por encima del hombro de la pelirroja. Vio a Skie sentada, mirándose los pies y soltando un suspiro.

—No creía que estuviera tan mal —admitió Rosie.

—Ni yo. Pero el caso es que ayer estaba muy bien, como siempre.

Rosie no dijo nada más. El entrenamiento estaba por empezar y ser gerente requería estar pendiente de todo el equipo por si ocurría una urgencia.

Una hora más tarde se escuchó un pitido.

—Parad a beber agua —ordenó el entrenador Sharp.

Las chicas repartieron las botellas de agua. Todos estaban cansados. Algunos como Adé incluso estaban tirados en el suelo boca arriba.

—Toma —le ofreció la botella de agua Rosie a Riccardo.

Riccardo fue a darle las gracias cuando la potente voz de Jade se escuchó.

—¡No me vengas con esas, Sherwind! —dijo muy alterada.

—Pe-pero, ¿qué ocurre? —preguntó Arion con la cabeza hundida entre sus hombros.

Jade lo miró con malos humos. Cualquiera diría que iba a cometer un asesinato de un momento a otro.
Jade imponía demasiado.
Todo el equipo estaba observando la escena.

—Déjalo, Jade. Pardiez.

Jade rodó los ojos y apartó a Ryoma de su camino.
Se alejó.
Todos se acercaron a Arion a preguntar qué había pasado.
Rosie, de reojo, vio a Riccardo bebiendo de la botella de agua. No dudó y le hizo una foto.
Tal vez no era el mejor momento, pero últimamente ninguno lo parecía.
Riccardo, se acercó al barullo a preguntar a Arion; Rosie aprovechó para ver la foto.

—Perfecta —dijo bajo y sonriente.

Aunque Rosie se percató de que en la foto se podía ver que el capitán estaba un poco intranquilo. Tal vez por lo que acababa de ocurrir.

Ella también iba a ir con Arion y los demás. Pero pensó que mejor sería preguntarle a Jade. Dio media vuelta sobre sus talones, pero no se esperaba lo que sus ojos encontraron.
Se le hubiera caído la cámara al suelo de no ser por que la tenía agarrada a la muñeca, con una cinta.

—Ga-Gabriel... ¿qué...? —preguntó Rosie sonrojada hasta las orejas.

¿La había descubierto? ¿Cuanto llevaba Gabi detrás de ella? ¿Había visto la foto que le había hecho a Riccardo? Gabi era el mejor amigo del capitán. Estaba perdida.

—Será mejor que vayas a hablar con Jade. Está muy irritada —habló el pelirrosa, como si no hubiera pasado nada—. O tal vez deberías hablar con Skie. ¿Qué os pasa a todas estos días? Estáis muy raras.

La situación sí que era rara. Pero Gabriel lo dijo riendo, como si solo fuese una broma.

—La primavera —respondió Rosie antes de alejarse del defensa.

Se detuvo. Y dudó por lo que le había dicho Gabriel. ¿Con quién hablaba primero? ¿Con la enfadada y alterada de Jade? ¿O con la callada y apagada de Skie?

—Oh, vamos, Arion. Cuenta qué ha pasado —se escuchaba de boca del equipo, atosigando a Arion con preguntas.

Oh, Dios. ¡Qué lío!

Si Riccardo estaba intranquilo en la foto, Rosie estaba intranquila en la vida real.

Once fotos al capitán - Inazuma Eleven Go!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora