- ¿Tienes listas las maletas?- preguntó mi madre desde la puerta de entrada.
- Sí.
Sabía que lo que estábamos haciendo era lo correcto. Irnos de Texas nos haría bien, nos alejaría de todo lo que había pasado pero a la vez no quería irme, no quería dejar el lugar donde había pasado mi niñez y tampoco quería abandonar la casa, esa casa donde tantas cosas había vivido con mi padre.
Dí un ultimo vistazo a mi habitación y agarré las maletas. El taxi que nos llevaría al aeropuerto nos estaba esperando impacientemente en la puerta de casa.
- ¡Apúrate _____!
Baje las escaleras lo más lento que pude, tratando de recordar cada parte de la casa con el más mínimo detalle. Ya no quería irme, ya no me importaban cuantas amenazas nos llegaran por teléfono o por cartas yo no quería abandonar la casa. Mi mamá no me había dejado despedirme de mis amigos, estaba furiosa, ella me dijo que no podía decirle a nadie que nos iríamos.
El viaje en avión fue largo y aburrido, por suerte no me toco sentarme con mi madre. Estaba del lado de la ventana así que no fue tan malo. Me preguntaba como haría con el instituto ya que las clases habían empezado hace ya dos meses. Seguramente sería la rara y lo peor... me llenarían de preguntas pero bueno, de eso me arreglaría cuando este allí. Nunca antes había viajado a Londres, no sé como es la gente allí ni tampoco como es el lugar, no conozco a absolutamente nadie.
- El avión esta por aterrizar, no desabrochen sus cinturones hasta que toquemos suelo- avisó una voz por los parlantes.
Las voces se comenzaron a hacer más fuertes por el pequeño pasillo del avión, los que estaban dormidos ya se habían despertados y miraban expectantes por las ventanas.
- ¿No estas emocionada _____?- pregunto mi madre desde el asiento trasero-. Ya estamos llegando.
- No sabes cuanto- contesté con sarcasmo-. y la mejor parte es que tengo un montón de amigos aquí.
Mi madre suspiró y no volvió a hablarme hasta que estuvimos abajo. En realidad no me hablo hasta que subimos al taxi que nos llevaría a nuestra nueva casa.
- No tienes que preocuparte por el instituto- comentó un tanto nerviosa-, estas anotada en uno que queda bastante cerca de la casa.
- Genial- murmuré.
- Empezarás mañana, no puedes atrasarte más.
- ¿¡Mañana!?- puse los ojos en blaco- ¡Si no tengo nada!
- Me he encargado de comprarte todo, los libros, las carpetas...
Cuando llegamos dejé mis valijas en la puerta y subí a ver lo que me parecía más importante... mi habitación. Era normal, paredes blancas y las cosas que una habitación tiene que tener. La mochila de la que mi madre había hablado en el taxi estaba arriba de una silla. No quería empezar el instituto... pero no podía atrasarme más de lo que estaba