1. Hola, malditos.

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Ahh... Un nuevo dia de mi vida... Pero... Ahahaa! Nonono, este es un dia especial, definitivo y que para la posteridad en mi cabeza quedara grabado. Eso, amigos, hubiera dicho cualquier persona emocionada por estrenarse a la preparatoria. Resulta que pertenezco a un pequeño grupo creciente de jóvenes huraños y aburridos, fríos y secos. Yo... A mi solo me da igual, creo, maldita pubertad, ya ni se que es lo que quiero.

Alcancé mis pantuflas con los pies desde la cama, me incorpore y fui directo al baño. ¿Que?, a todos nos dan ganas de orinar por la mañana. Aprovechando cepille mis dientes y moje mi cabello, estaba despeinado completamente gracias a la almohada que parecía pegar con baba de vaca. Una mañana rutinaria para un dia rutinario, simplemente esplendido.

El armario... Abrí la puerta y... 1... 2... 3... Suave, delgado... Cuello... Sep, éste es. Ya con la pesada ropa escolar puesta abrí la ventana junto a la cama y por ella saque mi cabeza. Ahh... Aire fresco, aves cantando y de fondo el sonido de la ciudad despertándose. Mi cara se enfrió y aquellos sonidos y sensaciones me dieron la energía que necesitaba para comenzar el dia.

- No tan rápido al bajar las escaleras, tropezaras.-

- He bajado las las mismas escaleras todos los dias desde que aprendi a caminar, mamá.-

- Ese es mi muchacho, ¿Y si te caes? Te levantas.-

-Claro mamá...- Tomé todas mis cosas y me despedí de un beso.

"Tic, tic, tic", se escuchaba al caminar. Ahh, maldita cosa, mejor lo guarde y camine solo hasta la entrada de la escuela, camino que ya había repasado.

-No deberías dejar de usarlo en un lugar que no conoces.- Pff... La voz de mama me hizo volver a sacarlo y descubrir poco a poco el alrededor. Tic... Tic... Tic...

-Disculpe, ¿Segundo b?- le pregunte a el primer adulto que me tope.

-Sigue derecho y en el segundo salón entras. ¿Te gustaría que te llevara?-

-Que amable, pero no es necesario.- Se escuchaba que lo que la señora quería era ayudar, pero esta vez y siempre seria yo quien debía aprender.

Segundo salón... Suspire emocionado por saber que aprenderia nuevas e interesantes cosas, pero casi decido huir al captar el escandalo de gente conociéndose y reencontrándose. Como de costumbre mas niñas que niños, menos probabilidad de conseguir un buen amigo, tampoco es que quisiera uno. Encontré un buen asiento justo en la hilera de enfrente. Perfecto. Con el puño en la barbilla y los hombros sobre la paleta me limite a esperar el timbre de entrada, mientras uno tras otro a mi lado pasaba. ¡Por fin! La chicharra estaba justo fuera de mi salón, vaya que me enteraria de las horas para entrar y salir. Como por arte de magia todo el murmullo desapareció y hubo silencio total, solo una cosa podía hacer eso. Almenos por los primeros dias, a quien engaño.

-Buenos dias, hijos...- ¿Tacones?... ¿Que clase de maestra lleva tacones a la escuela? Ah, cierto, todas. -Yo soy la profesora Martha, pueden decirme Martha.- Al igual que yo, se limito a sentarse y permanecer en silencio. -Vamos muchachos, cuéntenme su historia.- Jajaja, contar nuestra historia, somos tan interesantes... -¿Nadie? Que penosos son... Tu, la de ahí, empezaremos contigo.-

-Amm... Emm....- Se levanto con una voz temblorosa. -Me llamo Carla con K...- Karla con k, un... 6.

-Soy Don...- Un 4... Pasaron uno tras otro, la verdad me perdía de casi todo lo que sobre ellos decían por calificar su tono de voz y ligeramente memorizar.

-Gracias Tomy, tu, el serio. Hablanos de ti.- Diablos, bueno, un dia me hiba a notar de todas manera. Ahh... Con pesadez me recargue en el escritorio para levantarme e intentar no asombrarlos a todos.

-Hola, soy Joel, tengo 16. No me gusta o desagrada mucho de lo que han dicho ustedes. No me esperen jugando fuera con ustedes ni corriendo mucho, tampoco comentándoles lo guapa que viene "esa niña", porque si, no puedo ver.-

El amor no es ciegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora