Besos olvidados.

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10 de enero de 2013.

Calce mis botas y mire el reloj apresurada, iba a llegar a mi primera clase tarde, bajé corriendo mientras mi madre gritaba:

-Leah, querida, llegarás tarde- su voz sonaba nerviosa, ella también estaba entusiasmada por la idea de que tomara clases de piano, tal y como ella lo hacía.

-Estoy aquí, mamá- dije mientras me movilizaba a buscar mi abrigo, y cuando lo tuve en mis manos camine rápido a darle un beso para irme con mi padre y mi hermana que me esperaban en el auto.

-Te amo, espero que te guste- grito cuando ya estaba afuera, pero logré escuchar.

Subí en la parte de atrás ya que Leila, mi hermana, estaba en el asiento del copiloto. Mi padre arranco para no retardarnos más, primero iríamos a dejar a Leila en sus clases de gimnasia, luego me dejaría en la academia de música y él regresaría a su trabajo para luego recogernos a las seis.

Las manos me sudaban nerviosa, nunca había practicado piano, sólo empecé a escucharla en las vacaciones navideñas y me gusto, así que aquí estaba yo, en camino a ver clases solamente porque mi madre quería que alguna de sus hijas hiciera lo mismo que ella en su adolescencia.

Leila se despidió de nosotros, mientras mi subconsciente me avisaba que solo faltaban 3 minutos para llegar a la academia.