La razón por la que me tardo siempre en actualizar(?) Mi fuerza de voluntad es nula ;A; Pero tranquilos, trataré que el internet y los estudios no me consuman para traerles más capítulos uvur Hoy les traigo el primer capítulo de esta historia que me costó un poco hacerlo. Mantener dos cuentas no es fácil ;-;
Bueno, ya no los distraigo y los dejo leer ♥
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Se dignó a mirar a un lado suyo, descubriendo que el portador de la voz que le habló hace unos instantes solo era un chico rubio que aparentaba más o menos su misma edad. Este estaba sentado junto a él. Siquiera se había percatado cuando había llegado.
Tragó saliva recurriendo a mirarle a los ojos.
—¿Qué? —respondió seco de emociones, puesto que carecía de ellas. El chico no borró la boba sonrisa en su rostro a pesar de que el pelirrojo le respondió de tan mala manera.
—Nada en especial. Hace unos diez minutos llegué y me senté junto a ti. Comenzaba a hacerse aburrido así que te hablé para charlar un rato, ¿te parece bien?
—No.
—Vamos, no seas así, estoy aburrido —dijo haciendo un pequeño puchero, notoriamente en signo de broma.
—Si estás aburrido regresa por donde llegaste. —Se aclaró la garganta y apartó la mirada, centrándola en el sol que estaba a punto de ocultarse, dejando paso a la luna.
—¿Me estás echando?
—Sí.
—Oh... vaya, que cruel —rió nervioso rascándose la nuca.
—Sí que eres irritante —se quejó el pelirrojo soltando un pequeño gruñido a su vez.
El rubio guardó silencio. ¿Acaso lo había herido? No es que le importase, solo que había sido demasiado... fácil. Era sorprende acabar con la paciencia de una persona tan sencillamente, quizá tenía un don para hacerlo. ¿Debería sentirse feliz por eso?
—¿Te gusta el parque? —Cambió el tema el chico de un momento para otro. Al parecer no había alternativa más que responder.
Nathanaël suspiró con pesadez.
—Supongo. —Comenzó a jugar con un extremo de su camisa, arrugándola un poco.
—A mí sí, demasiado diría yo. De pequeño venía aquí todo el tiempo con mi... madre... —Su voz se quebrantó en la última palabra.
El pelirrojo dirigió una vez más su mirada hacia él, confundido. No era la gran cosa. Solo su mirada alegre junto con su sonrisa se habían desvanecido, siendo remplazadas por una expresión llena de amargura y tristeza. Nathanaël, en vez de preocuparse, se sintió algo satisfecho. Al menos ya no era el único de los dos que la estaba pasando mal.
—¿Qué pasó con ella? —Se sintió obligado a preguntar.
—No lo sé —suspiró—. Solo un día desapareció y supongo que eso es todo —rió nervioso, rascándose el cuello.
—Ah.
Ambos guardaron silencio. El pelirrojo seguía jugando con su camisa y el rubio tenía la mirada perdida en la nada. Intentó hablar al abrir boca ligeramente, pero desistió. ¿Cómo podía ser tan difícil el entablar una maldita conversación con alguien? No era normal que los labios le temblasen y las palabras se quedaran atoradas en su garganta. Cuando lograba escupirlas, solo salían unas cuantas frases vacías. Como si él solo fuera un viejo contenedor sin nada dentro más que un gran vacío. Patético.
Mientras pensaba en una táctica eficaz para huir de la situación, recordó algo sumamente importante. ¿Cómo había podido olvidar que ese día se cumplía el tercer aniversario desde ese día? No era algo que le agradase y mucho menos que celebrara, pero, era un día un tanto especial para él. De algún modo estaba agradecido por haber pasado por aquello que no recuerda con claridad, tal vez le ayudó. No está seguro del todo. Quizá el hacerse alguien inerte le había traído ventajas desde entonces. Pero las desventajas eran mayores.
Sin decir más, se levantó decidido a emprender camino de regreso a su hogar. El rubio no pareció darse cuenta, así que se fue sin despedirse. No era necesario.
Al andar el fleco que cubría gran parte de su rostro volvió a su lugar, nublándole de nuevo la mitad de su vista. Suspiró, como siempre lo hacía, como si su vida dependiera de ello. Llegó a su hogar —si así se le podía llamar—, cerró la puerta sin cuidado alguno y se encerró en su habitación.Sus padres no estaban en casa, nunca lo estaban. No estaba seguro que era lo que hacían fuera. Las veces que les preguntaba respondían siempre lo mismo: "Por cuestiones de trabajo, cariño" pues él no sabía en qué trabajo permitían irse vestidos de gala, además que llegaban a la mañana siguiente. Lo trataban como si fuera estúpido, sabía que estaban haciendo de todo menos trabajar. Aunque, no los podía culpar, estaban disfrutando la juventud que no pudieron vivir. Ya que él lo arruinó todo. Arruinó sus vidas llegando inesperadamente al mundo. Por más que le dijeran que había sido culpa de sus padres y no suya, estaba convencido de que era lo contrario. Si eso fuera cierto, sus padres no lo detestarían tanto haciendo todo lo posible para estar lejos de él.
Recostado en su cama, cubrió su cuerpo entero con las sabanas que en un pasado fueron blancas. Cerró sus ojos y soltó una bocanada de aire. Quería sumirse en un sueño eterno, del que nadie fuera capaz de sacarlo. Quería descansar un poco ¿Era mucho pedir?
Cuando por milagro sintió que sus sentidos iban desapareciendo, escuchó como tocaban el timbre casi con desespero.
—¡Joder! —Gritó maldiciendo, levantándose de su cama con brusquedad. Se tambaleó un poco pero logró recorrer toda la casa hasta llegar a la puerta y abrirla molesto.
No puede ser ¿Qué?
Era el mismo chico que se había encontrado en el parque. ¿Acaso lo había seguido? El pelirrojo sintió algo de miedo ante esa idea.
—Hol-
—¿Qué diablos haces aquí? —le interrumpió escupiendo las palabras. Sonaba más frío que de costumbre.
—Pues, te fuiste sin decir nada y quería ver si algo pasaba...
—¿Y a ti qué te importa si me pasa algo? No nos conocemos.
—¿Qué?, ¿Que no nos conocemos, dices? —dijo algo atemorizado el rubio, con los ojos abiertos como platos.
—Sí, eso dije ¿Por qué?
—No, tienes que estar bromeando ¿cierto?
—Odio bromear. Si no tienes nada importante que decirme será mejor que te vayas—espetó cerrando la puerta pero el chico lo detuvo.
—¿No me recuerdas, Nathanael?
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Juego del Destino [Gay/Yaoi] [Adrien x Nathanael] [CORRIGIENDO]
FanfictionDesde un suceso desgarrador que no recuerda con exactitud, Nathanael se hizo incapaz de percibir los sentimientos positivos como la alegría, la esperanza y el amor. Al no saber que hacer para remendarlo, se resignó a vivir en aquella miseria, pero n...