Convencimiento

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"A fin de cuentas, ¿cuál es la diferencia entre la vida y la muerte?

Sigo respirando, mi corazón todavía late, pero mi alma es más negra que la oscuridad.

La piel fría, incapaz de guardar el calor, parece mármol resquebrajándose.
El vapor va saliendo poco a poco de la bañera.
«¿Quién soy yo, ahora que mi vida se ha desgarrado?»
Estúpido cerebro, parece que nunca dejará de hacerse las mismas preguntas.

Se acabó. Sin alegría, sin color, sin amor. ¿Merece la pena continuar en este mundo?
Pero una parte de mí ya había muerto.

Los recuerdos regresan en forma de luces parpadeantes. Sangre que empapa manos, piernas, suelo.
Se quedarán en un rincón acechándome hasta el último suspiro.

Cogí las tijeras.
Corte, corte, corte.
Negro, negro, negro.
Adiós, pelo. Adiós, identidad.

Nunca volveré a ser quien fui."

El agua fría se llevó el cabello, las lágrimas, los sentimientos.

Una persona nueva salió de aquel baño con el espejo roto.
Mas lo que encontró era un auténtico desastre.

Todos los relojes rotos, llenando la habitación con sus nerviosos tic-tac.
Mesas, sillas, cristales, platos, hechos trizas y desperdigados por todas partes.
La televisión rota.
Las bombillas rotas, algunas de ellas titilaban aún con ansia.
Roto, roto, roto.

Ahora ella tiene que recoger las piezas, hacer que encajen.

"¿Cuánto tiempo ha pasado?

Veo mi reflejo en uno de los destrozados relojes.
Las manecillas estaban atascadas, intentando seguir adelante agónicamente.
Como si el tiempo se hubiese detenido.
Como si nada de esto hubiera ocurrido.

- Fuego - susurré -."

Desencadenada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora