Estoy enamorado de ti

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Es una tarde normal, estoy sentado aquí, en ésta cafetería, como le he estado haciendo los últimos meses de mi vida. ¿Quién lo diría? Un escritor como yo, ajeno a todo esto, terminara enamorado de alguien que no conozco.

Llevo varios meses escribiendo mis historias en esta cafetería, varios meses terminándolas en final feliz. Todo por su culpa. Sé que no es obsesión, es mi deber saber la diferencia entre obsesión y amor. Y aun así, me siento raro, al observarle con tanto ímpetu. También sé que no es su culpa, lo más seguro es que, ni siquiera sepa que existo. Todos los días atendiendo a tanta gente que sólo va por un poco de café; es casi imposible que me reconozca.

Siempre tan alegre, una sonrisa se dibuja en su rostro, alegrando mi día. Una vez más él sale de la cocina, con un café en la bandeja, tararea esa canción que ha osado posarse en sus labios, mientras que se contonea de un lado a otro, atendiendo a los clientes. La primera vez que lo vi lo supe, fue amor a primera vista, me enamoré de él, de su sencilla manera de ser.

En su uniforme porta un gafete con su nombre, -Taemin- dice en letras doradas. ¡Oh! Mi adorado Taemin has estado en mis pensamientos por un largo tiempo. Si tan sólo supieras que eres el protagonista de mis historias. Incontables veces he imaginado tus largas piernas, tus caderas, tus labios. Quisiera besar esos labios color carmín, poder dibujar tu silueta con mis manos, tener esa sonrisa para mí solamente. Por eso vuelvo día a día, para poder verte y volver a sonreír, como tú lo haces.

Una vez más quiero oír tu dulce voz, por esa razón me quedo, escribiendo mi mundo perfecto, hasta que la tarde termina de caer. Te acercas –como siempre lo haces- y me pides amablemente que me retire, ya que tienes que cerrar el lugar. Me entristece demasiado tener que irme, no quiero ni pensar en que, después de tu trabajo, haya alguien esperándote, que pueda amarte lo que yo te amo.

He estado amándote, dedicando mis libros a ese misterioso chico que me cautivo, imaginando cómo sería el día en que pueda confesarte mis sentimientos.

Siguiendo mi rutina, volví. Hoy, en este día de lluvia, hay poca gente, lo cual me alegra. Tiene más interés en su entorno, como si cada objeto tomara un nuevo sentido para él. Pero, ¡ah! De nuevo, ese otro mesero, que siempre está junto a él, siempre le hace reír y le abraza, provocándome unos terribles celos. Me enfado, así que me concentro en seguir escribiendo. Desisto, mis historias hablan sobre Taemin y lo muy perfecto que es ante mis ojos. Una vez más, me pierdo fantaseando en cómo sería si tan sólo tuviera el valor para hablarle. Lo deseo, demasiado, me provoca ver cada uno de sus movimientos.

Tras unos largos minutos en mis escritos, siento una presencia. Alzo la mirada y lo veo a él. Dispone un café en mi mesa y me sonríe, con sus ojos, sus hermosos ojos. Me le quedo mirando unos segundos, yo no he pedido el café, así que mi interrogativa es obvia.
"Cortesía de la casa" Sus labios articulan cada sílaba tiernamente, después se retira, repiqueteando sus dedos sobre aquella bandeja –que le acompaña a todos lados- como si fuera un teclado. Sonrío al darme cuenta que tan sólo por un momento pensó en mí. Sin dudar me siento más tranquilo ahora, puedo continuar con mi trabajo.

Pasan las horas y todo se vacía; de nuevo aquel mesero, que no soporto, le habla a mi Tae. Se despide de él y le pide que se cuide. Quisiera ser yo el que pueda decirle esas cosas. Una vez más finjo no oír nada y me concentro en mi más reciente obra, de la cual su protagonista es perfecto. Siento sus pasos cerca, pero hay algo diferente, son más lentos, incluso, algo dudosos. Suspiro, fingiendo estar cansado, aunque mi suspiro sea por él.

-Disculpe, hyung, pero me temo...- No termina su frase, para cuando ya está a mi lado.

-Me tengo que retirar, va a cerrar.- Le interrumpo, recogiendo mis cosas, poniéndome de pie. Usualmente él se hubiera movido y hecho media reverencia, pero esta vez no. Ésta vez no se mueve. Se queda ahí, quieto. Estoy de pie, frente a él, tan cerca, y aun así, sintiéndolo tan lejano a mí. Su respiración está algo agitada, puedo notar como hace un gran esfuerzo para no moverse.

Escribiendo en un CaféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora