El Primer Caso

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Soy Teo, soy un ángel de sólo 29 años, he visto a muchos vivir y morir, se supone que debería ser algo cotidiano ya, el ver cómo a veces no logro salvar a las personas y verlas siendo llevadas hacia el abismo del infierno, pero no puedo acostumbrarme, suelo llorar por las noches por eso.

No puedo estar tranquilo, en mi única pertenencia que me dejaron tener tras mi propia muerte ha sido una libreta, esa libreta que alberga todas las personas que he conocido, que me permite vivir y no olvidar quien fui y soy por siempre y para siempre, ¿no sabías que no podemos suicidarnos? Si pasamos esta prueba seremos o enviados a la tierra a vivir sin recordar todo esto o uno de los grandes, los ángeles que ahora me mandan, son tan bellos, únicos y serenos como ninguno, sus alas son más grandes y brillantes, puedes ver hasta un brillo dorado en estas al volar, las mías están descuidadas por mi tristeza aun cuando intente sonreír.

Te preguntarás ¿qué tiene esa libreta? Son nombres y dibujos, sus retratos, de cada persona que he conocido, cada noche tranquila junto con la persona que cuido me quedo viendo y recordando a la gente, el primer dibujo es el más doloroso, es de mi familia, mi querida madre que en paz descanse, mi padre que murió un mes después que yo, el murió llegando a deshacerse en el aire, era libre de todo esto, de la angustia de ver a los demás morir, que lindo habría sido haber pasado eso; mi hermano mayor que se fue al infierno junto con su novia, eran criminales... aun recuerdo cuando los vi riéndose de unos pequeños peleando por solo un pan que ellos le darían al vencedor, el como se permite pegar por esos, mi hermano estaba cayendo bajo, no se si sufrió por mí, preferiría que fuese un no, pues no me consideró de los suyos, jamás hice tal cosa o eso recuerdo.

Pasé a la siguiente pagina y mire el rostro de la chica que debía cuidar, recuerdo el primer día de trabajo como si fuese ayer, la pequeña Violeta.

Recuerdo su mirada curiosa cuando estuve a su lado en la incubadora que la dejaron, sus balbuceos al intentar hablarme cuando sus padres nos miraban curiosos, obviamente ellos no me ven, a veces los pequeños pueden, pero no muchos conservan el don.

La pequeña Violeta aprendió mucho de mí, hablaba y jugaba conmigo, pero sus padres la llevaron al colegio donde le dije que por bien no me hablase allí pues crearían que está loca, pero era inevitable que lo hiciera o a veces me mirara... los problemas que  tuvo por aquel profesor que intentó ir más allá de lo que debe preocuparse. Creyó que estaba loca y ordenó enviarla a psicólogos... 

La ví llorar tanto que me dolía no poder gritar a ese y decir: "NO VUELVA A HACERLA LLORAR" pero no puedo, es una atadura que más y más me consume, cada persona, pero en especial ella... 

Mi pequeña Violeta... ahora no se donde estas... pequeña... lo siento tanto... desearía poder regresar el tiempo y quedarme más tiempo del que estuve a tu lado, recuerdo esa noche donde no podías dormir, pero no fuiste con tus padres, te quedaste conmigo... me sentí tan feliz aunque después me reprocharan aquello... no podía atarte a mi... no podías depender de mi... lo siento... 

He aprendido, no les hablo hasta que se acerca su hora o en momentos de desesperación doy paz a sus almas con un abrazo... lo sé... debí hacer lo mismo... 

lo siento Violeta... pero... ¿cómo querías que me comportara? ibas a ser mi hija... mi pequeña... lo siento... debía ser más fuerte... debí ser mejor... no debí haber peleado con él... no debí permitir que ese cuchillo te quitara a tu padre... no sabía... pero tu sí... ¿ lo recuerdas?

Aun tengo la foto... donde estaba con tu madre... donde eramos felices y tu estabas en camino... con aquella nota que decía:

Lo siento... te amo papá, gracias por ser mi ángel guardián.

La Prueba De Los AngelesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora