capítulo único

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-Apresúrate o se nos hará tarde

-ya voy, ya voy, deberías tomarte las cosas con más calma, aún es temprano, seguro que las carreteras todavía están vacías

-lo sé, disculpa, es que estoy muy emocionado

No era necesario que lo dijera, Alfonso podía darse cuenta de su entusiasmo con solo verlo, llevaban seis meses saliendo y era la primera vez que tomarían vacaciones juntos; terminó de colocar las maletas en la cajuela y miró fijamente a Gabriel, su sonrisa luminosa y esa hiperactividad poco común en un hombre de veinticinco años era lo que lo había atraído en un principio, se acercó a él y lo tomó de la mano, atrayéndolo levemente hacia sí, le dio un ligero beso en los labios y revolvió sus cabellos en forma afectiva, esa era una costumbre que tenía desde que lo conocía y daba a entender lo cómodo que era estar a su lado.

-bueno, ya está todo listo ¿nos vamos?

-¡claro! –Gabriel se colgó emocionado de su brazo para después soltarlo y sentarse en el lugar del copiloto, era preferible que él no condujera o no llegarían al lugar de su destino –este viaje va a ser genial –desde siempre su sueño había sido recorrer el país en auto, apreciando los paisajes que hay a los lados de la carretera, justo como lo vio en una película cuando era niño y ahora, saber que lo haría y además que no estaría solo sino con la persona más importante para él era lo mejor que le podía pasar.

-seguro que sí –Alfonso odiaba los lugares al aire libre, y que decir del concepto nada favorable que tenia de los viajes a larga distancia, sus vacaciones perfectas serían estar en un sitio tranquilo y haciendo el amor todo el día con Gabriel, o ver una película de cine independiente, de esas que pocas personas comprenden o al menos se toman la molestia de ver, pero por esta ocasión, haría lo que su chico deseaba y si eso era recorrer carreteras polvosas y sudar como cerdo en un sitio reducido y asfixiante como lo era el auto pues bien, así sería, y no solo eso, también fingiría que todo le gustaba, la alegre expresión que tenía Gabriel lo valía todo.

-sube, sube, me muero de ganas de comenzar esto

-claro, claro –no pudo evitar esbozar una sonrisa, la actitud alegre de su acompañante era demasiado contagiosa, ya hasta comenzaba a creer que esas vacaciones eran una buena idea, terminó de revisar todo y asegurarse de que no olvidaban nada y subió al auto poniéndose en marcha a lo que sería un viaje inolvidable.

Llevaban seis horas en el auto y contrario a lo que creyó, todo había sido bastante tranquilo y agradable, la brisa que entraba por la ventanilla era refrescante y las carreteras estaban en buen estado a pesar de ser lugares poco frecuentados, a los lados la vegetación que consistía en campos de trigo aún sin segar debido a la temporada reflejaban las luces del medio día además de que como no había tantas personas alrededor el paisaje era grato a la vista. Quince minutos después llegaron a una ruta que dirigía a un pueblo pequeño, la primer parada de su viaje, solo se detendrían a comer y a ver un poco de las especialidades locales, Gabriel tenía bastantes amigos y quería comprar recuerdos. Las calles adoquinadas y pulcramente cuidadas daban la sensación de estar en una película vieja, de esas que le gustaban a Alfonso, en la plaza los niños jugaban y al centro un quiosco grande y bastante nuevo contenía en su interior a la banda local que por ser domingo tocaba un son alegre y popular.

-esto es bastante bonito ¿verdad? –Gabriel se sentía como un niño nuevamente, ese lugar le recordaba a su ciudad natal, las personas sonrientes y la melodía de fondo le hacían pensar en su familia y sus viejos amigos que aún vivían ahí y con los que afortunadamente aún mantenía contacto, miró disimuladamente a Alfonso y se preguntó si habría la posibilidad de quedarse un poco más.

En un pequeño puebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora