No sabía cómo comenzar, pero ahora se como. Comenzaré por tus ojos, las ventanas de tu vacía y lúgubre alma, de la que me enamoré perdidamente. Esos ojos verdes y profundos, redondos y algo pequeños, esos ojos son mi comienzo y mi final, son mi néctar de la vida y mi perdición, esos ojos son todo y a la vez nada.
Te odié desde el primer instante, tuve todo en el mundo para no fijarme en ti, pero lo hice, me perdí en mis sentimientos, mi razonamiento ahora no me importaba, solo me importabas tú, tú y tu sonrisa, tú y tu cabello, tú y tu capacidad de hacerme reír hasta sentir un profundo dolor en mi abdomen, tú, tus ojos y esa manera de mirarme.
No suelo suplicar, pero ahora lo haré. Te suplico que me odies, que me hagas olvidarte y que me des razones para perderte el interés. Quiero odiarte, que tu existencia me de igual, que ya no cruces mi mente, que no se me erice la piel al escuchar tu nombre, te suplico que hagas lo posible porque me de igual tu caminar por junto a mi, por cruzarnos en los pasillos, por si quiera dirigirnos la palabra.
Con amor y a la vez odio,
Hudson
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CARTAS PARA QUE NUNCA LAS LEAS
Short Story-He aquí mis cartas, he aquí mi corazón plasmado en palabras, he aquí lo que nunca pude decirte-