Nos salvas cuando quiere ahogarnos mi cabello

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Puede no ser sencillo llevar unos días separados, sus lentillas reflejaban el sol mientras soltaba fuertes pasos a el suelo de concreto con sus botas desgastadas.En un día como los de antes, Menta la hubiera llevado normal, pero al estar lejos de sus dos amantes, no podía evitar pisar mas fuerte al recordar a Veneno lejos ni lastimar sus dedos al no pisar arena en la playa, su segundo amor.
Que curioso es regresar de vacaciones e intentar re adaptarse a el caos de las ciudades.Puede no haber ni siquiera dos razones que no hayan estado ahí antes, pero todo al volver se piensa y siente diferente, mucho más si vives veinticuatro siete enamorada y con tu amor en el mejor lugar de la tierra.
En esas situaciones el corazón en vez de salirse vehemente de el pecho, se decide acostumbrar a ella y palpitar tan fuerte tanto tiempo, tantos días, que es bonito verlo despertar, que es bonito verlo desayunar, respirar y hasta aburrirse dos semanas juntos junto al mar,  entonces al volver Menta decidió amortiguar su furia usando botas, pues todos nos conocemos y ella sabe lo que es volver a no estar con Veneno para sus latidos y piernas.
Para su mala suerte, no habían pasado mas que veintiocho horas de regresar del viaje e inexplicablemente nadie puede extrañar tanto a alguien en tampoco tiempo.
Su corazón late al ritmo de la música en sus oídos tan fuerte como sus latidos mientras escribe y lanza aviones de papel esperando respuesta inmediata y estos flotan dejando una linea punteada que forma espirales en el viento de las cuatro de la tarde, viajando en turbulencias por encima de azoteas y sauces cortando los soplos de viento y venciendo las corrientes para caer uno a uno en manos de Veneno quien con maestría interpretando letras y dobleces recibía y preparando respuestas rápida y directamente enrollaba cartas en flechas que llegaría  directo a los lentes cabizbajos asomándose en la ventana esperando una vibración en sus dedos para lanzar unos aviones más.Son unos pasionales del viento
Y sus cabellos ondulaban como el mar
¿Cuantos mensajes puedes enviar sin sentir ganas de abrazarse?.
Para su mala suerte aún faltaban días para volver a verse, y la tarde cayó mientras Menta miraba a el cielo en medio de la ciudad, el sol se despedía y su piel comenzaba a helar, olvidar una sudadera después de el calor de la playa puede congelar la piel de cualquiera
Y a pesar de las botas, Menta seguía en onda de vestimenta playera. Así que subió el volumen y empezó a correr iluminándose por desfiles de carros que seguramente vuelven a su hogar al igual que ella, las palomas en el cielo y también Veneno.
A la mañana siguiente, se preparaban aviones para salir a desenredar los cabellos rizados y somnolientos de Veneno, y lanzó uno, otro y tres más. Las flechas no volvían, ninguna vibración había tocado el cuerpo de Menta al medio día, su vista empezó a perderse en las paredes sin escuchar lo que la gente le decía solo pensaba en los aviones perdidos en la inmensidad. No es tan fácil que aviones con destino propio y teledirigido a el número celular de Veneno tarden tanto en llegar, quizás, simplemente sigue dormido, o tal vez, le han llegado y no se ha tomado la molestia de abrirlos.
El césped tocando la punta de los calcetines de Menta delicadamente, uno a uno danzaban sus piernas enverdeciendo sus calcetines con cada movimiento suave que realizaba su cuerpo ondeante y libre tomando en su cadera un aro blanco y rojo, cada vuelta llenaba de calma su cuerpo girando cada vez mas rapido, con los ojos cerrados, su cabello despeinándose con el viento que sus manos lentamente tomarán al tiempo que el elipse de su cuerpo sube a orbitar en su pecho plegando su playera con cada giro perfectamente embonado en ella. Y comenzó a dar pasos hacia atrás bajándolo lenta y perfectamente hasta sus rodillas desnudas y al ritmo de sus propios latidos del cuerpo, levantando hojas secas del suelo para terminar tomándolo con la mano izquierda, hacer una reverencia, sentarse a ver los arboles y terminar acostada con los brazos completamente extendidos perfilando la cara al suelo esperando un avión de Veneno vibrar en su mano derecha.
Ese día su cuerpo no paraba de extrañarla, Veneno recibió cada uno de los aviones que Menta había enviado pero, vaya que es difícil soltar una flecha cuando lo que quieres es callar a besos.
Entonces pasaron varias horas cambiando su postura y lugar en su habitación, pensando de que manera podría Veneno ver a Menta lo más pronto posible, si bien no ha parado de extrañarle debería verla ahora mismo.
La tarde estaba apunto de caer, se enrojecía el cielo y Menta comenzaba a enloquecer, se había levantado del suelo hace tiempo y tantos segundos que llevaba dando vueltas esperando empezaron a crear una marea en sus pensamientos tan fuerte que a media tarde sus cabellos ondeaban olas de furia como nunca antes. Cada una con la fuerza de una idea diferente desarrollándose con celos soltando mechones y cabellos alterados y tambaleantes, estaba casi pronto a caer una tormenta en su cabeza. Se convenció en dar una vuelta a pie, y cruzar de banqueta a jardinera a pasos de palomilla vacilante intentando liberar sus cabellos de colisionarse desatinando flechas que nunca llegaron, intento que falló, y al empezar a moverse su oleaje tan fuerte como miles de caballos galopando en medio de la espuma de el océano. Menta no tuvo otra más que tomarse el pelo con las manos y tratar de calmar su tormenta de pensamientos para llegar a casa y dormir, pero el estruendo movía su cuerpo completo haciéndola perder completamente el equilibrio de ella misma, y pudo casi hundirse el barco de papel que navegaba cerca de las olas en su frente cuando, apunto de caer, varias calles al fondo, una silueta negra tapizada de el ardiente anaranjado solar de el despido del día y el saludo de la noche aplastándole, corría rápidamente hacía Menta.
Cada metro que avanzaba la sombra hacia ella, la noche caía y su cabello le cubría la cara intentando en un posible éxito  ahogarla en su marea lenta y desesperadamente, estaban sus brazos a punto de soltar los cabellos de sus costados a rendirse y morir ahogada en si misma, cuando de golpe y helando el principio de las ocho y las estrellas, tenis grises encajaron punta a punta con los de ella y como un nudo de moño de  cumpleaños que nunca nadie espera, se enredaron los brazos de Veneno en su cuerpo, se acercó con la respiración exaltada y en menos segundos que a sus rizos les diera tiempo de detener su rebote
Le plantó un beso que hizo retrocederla dos pasos de el intercambio de fuerzas, en principio el mar de su cabeza intentó ahogarlos a ambos sometiéndolos a su probable final hasta que poco a poco comprendió la razón por que las flechas se habían tardado en llegar, pues en ese momento se clavaron una a una en su pecho. Y aunque duró un par de minutos, cualquiera de ambos pudiera haberlos descrito como veinte, y su pelo poco apoco dejó de sacudir su marea para terminar separándose uno de el otro lentamente y decirle.
Siempre nos salvas cuando quiere ahogarnos mi cabello.

Menta y VenenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora