El camino, la caída, el suicidio.

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En lo lejano, tal vez cercano del mundo una chica normal por afuera, destrozada por dentro. Una de las historias que no salen a la luz, que quedan guardadas en la mente, mente que a veces te hace llegar a esto.

La chica se llamaba Cristal tenía apenas la poca edad de 15 años. A diferencia de los estúpidos estereotipos de las niñas de esta edad ella tenía realmente problemas, problemas que la iban consumiendo como agua al dejarse mucho tiempo al rojo vivo del fuego, problemas que no son los más grandes del mundo pero si lo suficiente para destrozar a una persona, lo suficiente como para que sean realmente una bomba atómica en la cabeza.

Vivía en una pequeña cuidad, en un departamento para ser exactos. Su madre estaba terriblemente enferma, su padre atareado por la larga jornada de trabajo tenía un humor pésimo, todos los días, y su hermano menor que era muy apegado al padre. Cristal temía que el pequeño aprendiera lo malo de su padre hasta llegar a golpear… Su padre le había pegado muchas veces dejando marcas en su cuerpo: moretones, rasguños, dolor… lo que él no sabía es que marcaba algo más que el cuerpo (claro que no lo iba a saber la mayoría del tiempo lo hacía tomado o enojado. Que estúpido) marcaba su alma, la destrozaba. Si no fuera poco el maltrato de su padre, la enfermedad de su madre, el cuidado de su hermano pequeño además de estar a cargo de la casa, tenía un problema más: La escuela. Era una alumna media y siempre estaba sola. Sus compañeros la consideraban rara y fea. “Fea” ¿enserio?, ¿Realmente quién decide lo que es la belleza?. Ella era no muy alta, cabello negro largo con un fleco que le tapaba casi un ojo, tez no muy blanca ni oscura, ojos cafés, brackets y ligeramente pasada de su peso. 

En clase y afuera de esta sus compañeros le hacían burlas como: “Ballena con problemas en los malditos dientes, ¿vas a ir a la fiesta de Kat? Espera… ¡No! Te confundirían con su mascota” o “¡Hey tú! fea, chica, lo que seas. ¡Jodete!

Comentarios realmente tontos que superaban el nivel de idiotez, sin embargo esos tontos comentarios eran capaces de herir y herir demasiado.

Más de una vez le habían hecho bromas, roto libros y demás cosas. Dejando heridas más allá de lo físico. Y realmente que la preparatoria era peor que la secundaria.

Pesar de todo ella se negaba a hacerse daño a ella misma, se negaba rotundamente. Se negaba y se negaba hasta que un día… Su papá fue a cita médica con su madre, estarían afuera toda la noche. Su hermano estaba en una pijamada a tres cuadras del edificio donde vivía. Ella estaba sola, completamente sola, nada fuera de lo normal con compañía o no siempre estaba sola. La única persona que la escuchaba era su madre pero estaba muy débil para hablar con ella.

Eranya las 6:00 en punto y decidió tomarse una siesta para tranquilizarse, se acostó y allí empezó todo. Soñaba que estaba en un cuarto oscuro. En verdad no era un sueño era la realidad pasado por su cabeza. Ni siquiera en ese momento podría estar tranquila. Iba por ese pasillo oscuro, se escuchaban voces, lamentos, gritos que no se distinguían. Más adelante en ese corredor las voces empezaban ser claras “ballena”, “fea”, “inútil”, “¡jodete!”, “¡por tonta recibirás una paliza!”, “¡rara” entre muchos otros insultos aullaban en la oscuridad. Cada vez más sentía que se hundía, perdía el equilibrio hasta que cayó. Estaba en el piso retorciéndose del dolor, algo le dolía en el pecho como navajas atravesándola, quería despertar pero no podía, no podía. Cuando se está tranquilizando todo, la oscuridad comenzó de nuevo. Estaba tirada y de repente varias imágenes empezaron a girar ante ella, imágenes de lo que había vivido, golpes de su padre, indiferencia de su hermano, la enfermedad de su madre, burlas, maltratos, soledad y más burlas. Giraban ante ella mientras las voces aullaban. No soportaba más, ya no lo soportaba. “¡Alto, cállense!”, “¡maldita sea, déjenme en paz!” Gritaba y lloraba, hasta que…

Se despertó sudando, medio dormida todavía. “Fue un sueño, sólo un sueño. A quien engaño es la realidad. Tengo que acabar con todo esto, ahora.” Se levantó de su cama y fue a la cocina. “Tengo que acabar con esto, ya no aguanto, tengo que hacerlo” Buscó un cuchillo por todos lados. “Sé que estoy en contra de esto pero ya no aguantó, ¡Ya no más!” Empezó a llorar. “Si la gente lo hace es porque los calma. No, no es así. Pero qué más da me quiero morir ya” Seguía llorando al fin encontró un cuchillo con punta muy afilada y se empezó a cortar, lloraba y lloraba sus lamentos podrían enfriar el alma de cualquiera con sólo verla y oírla se podría sentir en el mayor temor recorriendo su cuerpo. Ahora ella se sentía aún peor, mil veces peor. El dolor se mezclaba con sangre, lágrimas y un poco de calma. Se cortaba las piernas, los brazos y hasta las mejillas (a que grado ha llegado) terminó. Todavía seguía llorando sin embargo lo hacía cada vez más y más fuerte. Sus respiraciones eran irregulares parecían de un mounstro en vez de una niña. “¿¡Pero qué he hecho!?” se pasaba la mano por sus cortadas llenándose de sangre. La veía hasta que llegó al grado de su locura, todavía más locura. “jajajaja” empezaba a reír. Se imaginaba que la sangre eran todos sus problemas saliendo por sus poros, todo su dolor como una mezcla malvada, negra, llena de dolor, odio y tristeza. Una sustancia que se apoderaba de ella más que antes. “Tengo que terminar mi sufrimiento ahora” Fue a la caja de las medicinas y tomo todas las que pudo. Analgésicos, jarabes, etc hasta que encontró la maravilla esperada en lo más profundode la caja algunos gramos de cocaína, ¡eureka! La tomó rápidamente y la inhaló toda. Ahora lo que sentía era una mezcla de dolor, placer y mareos.

No pasaron ni 5 minutos cuando se desmayó agonizó varios segundos hasta que su vida finalmente terminó.

Cuando llegaron su padres y su hermano. Vieron a la chica con cortadas en todos lados sangrando, los pasillos llenos de sangre, el cuchillo lleno de sangre, los medicamentos y la cocaína. Ya no había nada que hacer. Ahora estaba muerta, muerta llena de esa sustancia venenosa que recorría su cuerpo y todo lo que rodeaba su cuerpo sin vida.

Del azul del cielo al negro de la nada.

MENSAJE: No importa si la magnitud es grande o pequeña. No importa si sólo es una cosa. Cuando una persona se siente mal y tiene baja la autoestima puede llegar al suicidio. Piensa tú también antes de insultar o golpear. Cualquiera puede ser la o él afectado. No hay nada más estúpido que tratar de matarse o hacerlo pero hay algo aún más estúpido ser quien ocasione que una persona quiera terminar con su vida.

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⏰ Última actualización: Sep 03, 2013 ⏰

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