Little Pig

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Debía completar la misión.

Eliminar a todos los enemigos.

Adentrarse dentro de aquellos territorios y asegurar su objetivo.

Su equipo había sido eliminado y él había sido herido.

Pero a toda costa cumpliría su misión, sin importar lo que le hicieran.

El solo podía encontrar a todos los pequeños cerditos y encargarse de ellos.

Por eso estaba ahora en aquel lugar, sintiendo aun esa cosa alar de cada extremo de su boca formándole aquella eterna sonrisa, que parecía intimidar a sus enemigos.

Y ahora tenía un nuevo objetivo.

Aquel escurridizo puerquito que corría cada vez que lo veía.

Pero había algo que le parecía diferente en este, aunque no podía recordar nada más que la misión que le habían impuesto.

Así que comenzó a perseguirlo, sin importar si debía bajar a las alcantarillas, o a través de la prisión del lugar.

Pero sin importar a donde lo seguía, este siempre lograba correr más rápido o meterse entre estrechos pasillos.

Lo que le llevo a pensar en tenderle una trampa, algo con lo que aquel sujeto no pudiera evitar sentirse tan interesado que detuviera al menos un momento su carrera, para que pudiera atraparlo.

Vio como tomaba aquellos folders del piso y filmaba todo lo que sucedía en aquel edificio.

Si le mostraba algo que el pudiera filmar, lo atraparía entre sus manos y lo destrozaría.

Cuando volvió a encontrarlo lo persiguió hasta llevarlo de vuelta a su territorio.

Su pequeña guarida donde él podía guardar sus trofeos de batalla.

Las cabezas de sus enemigos estaban perfectamente guardadas como trofeos de caza.

Tal y como predijo el hombre saco su cámara para grabar todo en cuanto el dejo de perseguirlo.

Y solo basto de un golpe para encerrarlo en aquella jaula que había hecho con sus propias manos.

El hombre le miro con horror y miedo, al fin lo tenía donde quería.

Y por eso no entendía que era diferente ahora.

Había algo en este hombre que no le permitía ahora matarlo.

Como si su mente le reconociera....o algo en su inconsciente le dijera que ese hombre debía ser solo atrapado, y si no era para matarlo....

Debía protegerlo....

Esa era su otra misión.

Proteger a los inocentes, mantener a los civiles a salvo.

Él no era como los demás sujetos cuyas cabezas había coleccionado.

Su ropa era diferente, y sus actitudes también.

Fue con esos pensamientos que comenzó a vigilarlo y a cuidar de sus necesidades.

Conseguía cada día comida para ambos, algunas bolsas de frituras y un poco de agua.

Todo fácil de conseguir ya que ningún alma se acercaba a sus territorios, sabiendo lo que les haría si se atrevían a cruzarse con él.

Y más ahora que tenía a este hombre bajo su protección.

***

Miles por su parte estaba totalmente confundido.

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