En busca de la inmortalidad

— Así que aquí es donde ocurrió. — El policía ponía la mano en su arma láser, inseguro y asustado por lo que podía ocurrir.

— Hace doscientos años dentro de exactamente dos minutos, sí. La última vez fue en el año 3.016 — El hombrecillo con gafas revisaba una y otra vez su reloj nuclear.

— ¿Qué decían exactamente los registros, otra vez? — Otro pequeño hombrecillo, que parecía un clon de este, interactuó directamente con el que acababa de responder al policía. Con muchísimos papeles en la mano.

— Eh... — El policía cada vez agarraba más fuertemente su arma. — ¿Y no os da miedo lo que pueda ocurrir? —

Los dos científicos miraron directamente a los ojos al agente de la ley.

— ¿No? — Dijo uno. — Claro que no, esto es emocionante, puede que sea otra forma de vida. —

Miró rápidamente los papeles que tenía y volvieron a ignorar de nuevo al policía. No era el único agente de la ley que había en ese lugar. Estaba todo lleno de más agentes de policía, reporteros, y cámaras grabando en la misma dirección. Todos haciendo un círculo enorme alrededor de una plaza que estaba completamente vacía.

— Según esto tenemos registros de hace ya más de un milenio. Cada 200 años, aparece durante unos minutos este extraño ser, y después, se desvanece hasta 200 años después. Esto va a ser histórico. Si esta vez conseguimos confirmarlo, ¡quién sabe lo que puede ser! ¿Un individuo viajando a través del tiempo? Y quién sabe cuántos años llevará viajando, porque sólo tenemos registros desde hace un milenio, y nunca nadie había tomado en serio a las personas que habían dicho haber avistado a este ser, y la pregunta siempre parece ser la misma... — Empezó a pasar los papeles de informes policiales de lado a lado una y otra vez — ¡La pregunta es...! — De pronto todos los papeles empezaron a volar. Intentó cazarlos de nuevo con las manos pero sólo consiguió arrugar algunos en ei aire.

Rápidamente se dio cuenta de que el resto de personas ya no miraban los papeles volar. En el centro de la plaza, una pequeña esfera de luz comenzó a hacerse cada vez más y más grande, desprendiendo una iluminación cegadora en medio de la noche, como si se tratase de un pequeño sol.

Todos tuvieron que cubrirse los ojos y agarrarse a algún sitio para no salir volando. Aquella enorme explosión de viento y luz no duró más de unos pocos segundos, y de repente, paró.

Miraron curiosos y con gran temor al centro de la plaza. En el lugar de aquella enorme explosión gradual brillante, sólo había quedado un gran espejo esférico. No parecía nada especial, era sólo una enorme bola que reflejaba todo.

Todos los policías empezaron a aproximarse al objeto, detrás de los científicos, que estaban maravillados por aquel extraño objeto, que medía aproximadamente tres metros de alto. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca, de pronto la esfera comenzó a abrirse en pequeñas secciones como si fueran puertas sujetas por una enorme columna en medio, y todos pararon en seco, silenciosos, alerta.

De su interior salió una persona. Normal y corriente. Sin nada especial. Vestida de una forma muy casual.

— Hm... — Miró a todos, algo confuso por ver tanta gente a su alrededor. Carraspeó un poco la garganta y se dirigió a su nuevo público.

— ¿Se ha inventado ya la inmortalidad? —