Adiós

57 1 0
                                    

-10 años de amistad, han pasado 10 malditos años, en todo ese tiempo jamás hubo un adiós hasta hoy-. Logré articular por fin, ella dejó de sonreír, el brillo de sus ojos desapareció, creí  que yo comenzaría a llorar pero no podía hacerlo, no tenía lágrimas, no en ese momento, y ella mucho menos. Tenía cientos de emociones en ese momento, tenía miedo, tenía rabia, estaba confundida, estaba perdida, porque de pronto ya no reconocía a mi mejor amiga, el silencio en ese momento reinaba, ninguna de las dos queríamos romperlo, porque yo tenía miedo de lo que podía decir y tenía miedo de lo que pudiera escuchar, desvíe mi mirada y vi más allá de ella, el cielo estaba nublado, todo era blanco por la nieve, mi adrenalina comenzaba a bajar, y mi cansancio aumentaba.
-No me dejes-. Le pedí, pero ella no contesto, de pronto la azotea que fue nuestra guarida, ese lugar que durante años fue como nuestro hogar, ahora se veía fría, vacía, insípida, poco a poco se cubría más de nieve, tras un largo silencio que Kathy rompió dijo. - Solo te pido un último favor-. Quería decir cientos de cosas, pero las palabras no me salían, estaban atoradas en un gran nudo en mi garganta, así que solo asentí.
-Puedes decirme adiós con tu mejor sonrisa, es la última imagen que quiero llevarme de ti-. Por fin las lágrimas se hicieron presentes, tanto las mías como las de ella, el cansancio de correr también llegó de golpe, tumbándome de rodillas, me cubrí la cara con las manos, mientras mi lágrimas fluían sin parar, "¿cómo puedes pedirme eso?" Quería preguntar, no la entendía, no sabía porque quería dejarme tan de repente y de esta manera.
-No, no, no, no puedes pedirme que haga algo como eso-. Por fin conteste, pero sin levantar la mirada, veía fijamente los zapatos de mi amiga, unos zapatos negros, yo la había acompañado a comprarlos hacia una semana atrás, al recordar esto, las lágrimas se hicieron más prominentes, pensé en tratar de convencerla, pero la conocía bien al grado de saber que no la haría cambiar de opinión.
-Por favor, Clary, yo...
-No quiero oírlo-. La interrumpí, sabía que las pocas palabras que ella dijera me destrozarían aún más.
-Cariño, necesito hacerlo, por favor-. Me pidió.
-Juntas por siempre, ¿Lo Recuerdas?, ¿Acaso ya lo has olvidado?-. Le grite lo más fuerte que mis pulmones me permitían, como si decirlo no fuera lo suficientemente fuerte para que ella lo escuchara. - Mierda Kathy, no me dejes, al menos no así-. Dije en modo de súplica, con mi voz normal, jadeando por el cansancio.
-Tiene que ser así, por favor, por favor-. Me suplicó, sentía que mi corazón ya no podría resistirlo más, ya no podía gritar, la garganta me ardía, no podía seguir luchando más, tenía que dejarla ir, la idea me sofoco, me mataba el pensar en el día de mañana sin ella, esto era una mierda, lo sabía, pero ¿cómo le pides a alguien a que se quede si ya se quiere ir?, con todo el dolor de mi alma, levante la cabeza, la mire fijamente, resignada al fin, vi sus ojos por última vez, deseando que las cosas no fueran así, forcé mi mejor sonrisa, un par de lágrimas rodaron por mis mejillas.
-Adiós-. Logré pronunciar, mantuve la mirada fija, los ojos de Kathy se iluminaron, sonrío de la mejor manera que pudo, mientras las lágrimas invadían su rostro.
-Gracias-. Fue lo único que dijo, dejó un pie en el aire y el otro en el techo, estire mi mano como si pudiera agarrarla y detenerla, pero la distancia que nos separaba era considerable, ella salto, callo a su propio abismo, se hundió en su oscuridad, y yo no pude hacer nada.
-Kathy-. Pronuncie con mi último aliento, casi como un suspiro, me deje llevar por el dolor, llorando a grito abierto, regañándome por dentro por haberla dejado partir.

Juntas por siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora