23 de Julio

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Me encontraba muy lejos de casa, se supone que me iba a encontrar con Sam para ir a ver un auto, su cumpleaños había sido hace poco y sus padres decidieron darle un auto, bueno no un auto pero si el dinero para comprarlo, como sus padres siempre trabajan y no tienen ni una idea de que le gusta a su hijo creo que era más fácil decirle que querían que se comprara el auto que quisiera. Sam y yo sabíamos eso pero no dijimos nada después de todo eso era lo que nos hacía tan cercanos, yo vivía solo con mi padre, mi madre murió hace algunos años debido a una enfermedad terminal, y mi papá nunca estaba en casa.

Sam y yo nos hicimos amigos cuando éramos pequeños, nos conocimos en una fiesta de negocios de nuestros padres cuando teníamos 5 años y luego de eso nos hicimos inseparables, nos volvimos los mejores amigos.

Hoy íbamos a ir a escoger su nuevo auto pero al parecer Maddie, la chica que lo tiene completamente loco le envío un mensaje para que salgan a desayunar y como ese es su sueño desde hace tres años inmediatamente le dijo que sí obviando el hecho de que tenía planes conmigo o eso era lo que me había dicho en el mensaje que me envío hace unos minutos.

Iba de regreso a casa, necesitaba llegar a la estación del metro, aun no tenía edad suficiente para conducir pero pronto cambiaria ya que solo faltaba una semana para mi cumpleaños, por lo que no me iba a quejar de tener que tomar el metro nunca más.

Ya había llegado a Union St. cuando mi estomago rugió y recordé que solo había tomado una manzana antes de salir de casa. Seguí caminando hasta llegar a Berkeley donde vi un pequeño café y como mi estomago parecía Chewbacca decidí entrar.

Una chica rubia tomó mi orden y luego se dirigió a la pequeña cocina que había tras el mostrador. Mientras esperaba que la rubia regresara con mi orden la campanilla de la puerta sonó y por ella entro una linda chica castaña, vestía un jean y una blusa gris que hacía resaltar el tono de su piel.

-Buenos días Rose- grito la castaña. Eso es tener confianza pensé pero creo que esta se debía a que el local estaba casi vacío, porque sin contarme solo había una pareja en una de las mesas mas al fondo y una señora de avanzada edad sentada cerca el ventanal del pequeño local.

-Buenos días a ti también, te doy lo de siempre- le pregunto la rubia cuyo nombre era Rose a la castaña.

-si, pero empácalo para llevar, la señora Smith anda algo irritable y no quiero tentar mi suerte- dijo la castaña

-¿Por qué anda tan malhumorada hoy?

-Sospecho que tiene que ver con el hecho de que las flores que ordeno aun no llegan y las necesita para hacer una entrega hoy por la tarde.- dijo la castaña mientras ella y la rubia se dirigían al mostrador

- Esa mujer es una dulzura pero cuando esta de malhumorada no hay quien la aguante, te preparare tu orden rápido para que no te arranque la cabeza, no me gustaría quedarme sin mejor amiga- dijo Rose bromeando

Vi como Rose trabajaba con rapidez, primero me entrego mi orden y luego regreso con la castaña y le entrego una bolsa.

-Gracias Rose, te debo la vida. Te veo mañana. Agrega esto a mi cuenta- dijo la castaña mientras se dirigía a la puerta y desaparecía tras esta.

Cuando hube terminada mi orden pagué la cuenta y me dirigí a la puerta cuando salía choque con alguien.

-Lo siento mucho-dijo mirándome la castaña de hace rato.

La castaña entro al local y le dijo algo a Rose a lo que la rubia asintió y le entrego algo a la castaña

-Kals no has perdido la cabeza porque la llevas pegada- le dijo Rose a la castaña

Así que la castaña se llamaba Kals. Seguí mi camino hasta la estación de metro que se encuentra en la calle Lincoln.

Al llegar a casa luego un largo viaje en metro y luego en taxi me sorprendí al encontrar a papá, el nunca se encontraba en casa, como hombre dueño de una firma de abogados se la pasaba todo el día en el edificio de su compañía ubicado en Manhattan.

-¿Dónde estabas?- me cuestiono

-Fui a ver a Sam.- le conteste sin darle importancia

-No me mientas, ya llamé a Sam y me dijo que no estaba contigo- dijo el levantando la voz pero sin gritar

- porque íbamos a ir a ver autos en Brooklyn pero a él le surgió algo y no fue- le dije. Odiaba cuando se ponía en ese modo de "soy tu padre y debes decirme todo lo que hagas"

-Mínimo debiste de avisarme que saldrías, sabes que esta ciudad es peligrosa- dijo gritándome

-Lo hice papá, te intente decir toda esta semana, nunca contestaste los mensajes así que le deje el recado a Susan.- le grite devuelta mientras me hacía camino a las escaleras para dirigirme a mi habitación.

Nunca veía a papá pero cuando eso pasaba tenía que darle explicaciones de todo y yo odiaba eso.

Como aun era temprano y no había nada que hacer, decidí leer un rato. Luego de leer casi todo el día mi hambre regreso y baje a la cocina a preparar algo de comer y luego tomé otra ducha.

Había sido un día agotador, solo quería dormir antes de dormir tuve aquellos pensamientos nocturnos, la mayoría de ellos eran ocupados por unos ojos grises que cierta castaña que había visto hoy poseía.

El primer capitulo, no olviden votar y comentar, eso me inspira a seguir escribiendo
Con amor:
Marts

Sunflower [Pausada indefinidamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora