Epílogo

995 149 51
                                    


5.

-Oh, señor Chanyeol, ¿sigue aquí?

Sonrió ampliamente, mirando el suelo para evitar sus ojos. No era necesario levantar la cabeza para saber que el cuidador le estaba mirando con cara de lástima, de compasión pura. Todos le miraban de esa forma cuando se lo topaban, guitarra en mano, día tras día.

Pero aunque le tuviesen lástima él no dejaría de hacerlo.

Seguiría allí.

1.

Tembló mientras salía al frío exterior, enfundado en dos gruesos abrigos que aun así dejaban pasar el glacial viento de madrugada hasta erizarle la piel. Y es que, según indicaba su reloj de muñeca, eran casi las tres y media de la mañana tiempo en el cual debería estar (como en cualquier madrugada de sábado) durmiendo, pero no era así. Al contrario, se encontraba ahora en una carrera para tomar un taxi que le llevase al punto en el que Chanyeol supuestamente se encontraba.

Ese hombre con personalidad de niño le había llamado mientras dormía y en cualquier otro tipo de situación probablemente le habría empapelado con mil y un argumentos por los que no era bueno ir despertando a la gente a una hora tan imprudente, pero justo ahora... no tenía ni las más mínimas ganas de reclamarle, no después de escuchar su voz tan seria.

Suspiró aliviado al encontrar un taxi y después de indicarle la dirección, movió sus piernas enérgicamente para quitarse esa extraña sensación que le invadía de pies a cabeza. Esa sensación de que algo iba horriblemente mal.

Cinco, diez, veinte minutos antes de llegar a su destino, con un nudo en el estómago que el aroma a antiséptico que le inundó apenas al cruzar las puertas se encargó de hacer empeorar. No fue difícil conseguir acceso para la sala de espera donde se suponía estaba Chanyeol, pero al llegar allí no se encontró con él.

O no al menos, con el Chanyeol que conocía. Ese de eterna sonrisa, ese de optimismo infinito, ese de bromas sin sentido y despreocupación máxima.

El que pensó, tantas veces, jamás perdería la sonrisa incluso durante la peor de las situaciones.

-¿...Chanyeol?

Su perfil permaneció impasible, con los codos apoyados sobre sus rodillas y el mentón en sus manos. No reaccionó tampoco cuando le remeció, ni cuando se agachó a su altura para mirarlo directamente a sus ojos vacíos, tristes, que seguían estancados en el suelo desde que había entrado a la salda de pacientes críticos del hospital.

Pero entonces cuando estaba a punto de darse por vencido y simplemente sentarse a su lado en silencio, al fin vio un brillo de vida en el rostro del contrario. Abrió la boca y su barbilla tembló antes de exhalar apenas dos palabras:

-Junmyeon, gracias.

Escondió el rostro entre sus manos y sus hombros fueron envueltos por los cálidos brazos de su amigo.

2.

No lloró.

Las lágrimas no servían de nada en un momento como ese y no habrían hecho más que estorbar al haber llegado a la escena que le había dejado de piedra, tan solo unas horas atrás. Vio su reloj, cinco diez de la madrugada. Habían pasado poco menos de dos horas en completo silencio y, aclarándose la garganta, decidió que ya era tiempo para contarle a Junmyeon por qué le había convocado ahí en la mitad de la noche.

Y entonces comenzó a hablar desde el principio. Cuando apenas era un niño y no había otra cosa que le robase más la mirada que los ojos de Kyungsoo, los labios de Kyungsoo, todo de Kyungsoo. De cómo había pasado por la adolescencia lleno de dudas acerca de su sexualidad. De cómo no había podido olvidarle, de cómo finalmente había tenido que buscarle con todos sus medios para saber si realmente seguía enamorado de él y si es que acaso esa era la razón por la que ninguna de sus parejas le atraía en lo más mínimo. De la felicidad inmensurable que le había llenado por dentro cuando al fin lo había encontrado, justamente, en la misma universidad en la que estaba cursando su segundo año de Arquitectura.

S.O.S. [ChanSoo] [Oneshot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora