Capítulo 1: Nuevos aires

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CAPITULO 1: NUEVOS AIRES

 Ayúdenme…

No podía distinguir bien de donde provenía aquella voz, pero se escuchaba lejos, débil.

Ayúdenme…

Esa vez pude oirla con más fuerza, con más vida, como si a cada segundo se acercara un paso más a mí.

¡Ayudame!

Esa última vez, su voz resonó como un trueno en mi cabeza,  tan fuerte fue su grito que logró despertarme… Justo cuando entre las sombras de  mis sueños comenzaba a divisar aquel misterioso rostro que pedía socorro, mi hermana me levantó con un par de sacudidas. Era hora de ir al colegio, empezaba el bendito último año.

-Tomás…-otra sacudida- ¡Tomás ya es hora!- su voz sonaba irritada, como siempre que se ponía cuando las cosas no salían como ella quería. Típico de niña de casi 10 años.

-Si si, buen trabajo, me despertaste, gracias Lucía- le respondí ironicamente.

-Vamos que el desayuno ya esta en la mesa, no hagas enojar a mamá, es el primer día de clases- una sonrisa ilumino su cara, pero la ira oscurecio la mía

-No la llames así, no es mi madre- la sonrisa se esfumó de su cara en solo un segundo.

Nuestros padres se separaron unos meses despues del nacimiento de Lucía, porque papá ya no soportaba el alcoholismo de mamá. Ella juró que haría rehabilitación, que cambiaría, pero siempre que juró también rompió su promesa, y no hacía nada mas que empeorar. Asi es como papá consiguió nuestra tutela, y luego de que se realizaran todos los trámites de divorcio… Mamá desapareció y nunca más supimos de ella. Asi que yo, con solo siete años, me quedé sin madre y mi hermana ni siquiera consiguió recuerdos de ella. 

Tres años después nuestro padre conoció a Marta y comenzaron a salir, por lo que se convirtió para mi hermana en la mamá que nunca tuvo, pero no para mí. Yo recordaba a la mía, su perfume y el timbre de su voz quedaron grabados en mi memoria, nada podía robarme eso. Durante mucho tiempo lloré anhelando el beso de las buenas noches que ella me daba, a veces con olor a flores, a veces con olor a vino; sin importar como fuera, su beso era importante para mí. Es por eso que no podía aceptar a otra mujer como reemplazo de la que alguna vez fue mi apoyo, mi hogar. Nada la reemplazaría… Y nadie me lastimaría de esa forma de vuelta. Así que a Marta la respetaba solo porque Lucía la amaba. Mi hermana era muy conciente de que yo no soportaba a aquella mujer,  por eso nuestra relación fue empeorando a medida que crecíamos y la confianza que existía entre dos hermanos normales nosotros no la teníamos, era casi nula. Ella estaba acostumbrada, ya que creció así, pero para mí que viví cada segundo del embarazo de mamá con alegría y ansiedad, que la sostuve en brazos cuando ni siquiera podía hablar, que la arropé en las noches junto con papá… Para mí era muy duro, y ya no tenía ganas de sentir nada más.

Bajamos las escaleras y nos encontramos con un desayuno abundante y fresco, era una imagen realmente alegre. Marta estaba cocinando con su delantal favorito de color rosado, y papá la abrazaba por detrás, parecía una escena sacada de una película muy cursi por lo que me daba vergüenza mirar, aunque a Lu le parecía adorable ya que en su cara no podía caber una sonrisa más grande y radiante.

-Se los ve muy bien esta mañana- dijo ella conteniendo una risita.

La pareja feliz se separó rápidamente, presos de la sorpresa. Nos miraron durante un momento, ya no era solo una sonrisa desbordante,  sino que eran tres y mi cara de póker.

-Se supone que así hay que arrancar el primer día de clases ¿o no?- fue la contestación de nuestra madrastra.

Lu se rió con ganas, mientras nuestro padre servía los últimos panqueques en los platos.

Diario de sueñosWhere stories live. Discover now