Mi Miko

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|Narrador Omnipresente|

La azabache caminaba por los bosques del Sengoku con una cálida sonrisa. Ella era ajena a lo que se realizaba en las profundidades.
Dos amantes se entregaban fervientemente y con amor. Sus gemidos y gruñidos inundaban la paz de aquellos que vivían a los alrededores.

La pequeña miko camino ignorante a lo que sucedía, y como si le hubieran tirado un balde de agua helada sintió la mezcla de energías.

— No — susurro con lágrimas en los ojos.

Ocultando su presencia y olor camino con sigilo y lo que vio la destrozo.

Vio al hombre o en este caso hanyou embestir a la miko de barro y huesos. Su antecesora gemía abrazada al hanyou.

— Te amo Kikio — eso fue lo que la mató.

Negándose a seguir mirando y darles privacidad se alejó hacia un manantial de aguas cristalinas y rodeadas de flores de narcisos blancos. Tiro su mochila amarilla al pasto y se tiró de rodillas sollozando.

Las lágrimas resbalaban por sus mejillas sonrojadas. Sus ojos estaban rojos y su corazón latía irregular.
En eso siente una presencia.

— Sesshomaru — susurro al ver al Youkai salir entre los arbustos

Ella miraba al medio hermano de su amor. Debía admitir que siempre le pareció de lo más atractivo. Cualquier mujer se sentía honrada de tener a tal bombazo junto a ella. Pero él no era cualquiera, era el Youkai más temido, sanguinario y frío que había.
Sesshomaru hacia honor a su nombre <<asesino perfecto>>

— Lloras por nada — dijo frío

Ella apretó los puños y lo enfrentó con sus ojos rojos y cristalinos.
Su alma estaba destrozada. Su energía espiritual estaba por ser liberada con todo su esplendor.

Sesshomaru por dentro sentía un revoltijo de emociones. Su bestia estaba demasiado inquieta y no entendía la razón. Cuando a sus fosas nasales le llegó el aroma a Narcisos. Y no eran las que adornaban el manantial. Este tenía una mezcla con menta. Un aroma exquisito para su paladar y olfato. Y lo entendió.

Avanzó lentamente y Kagome al notar el acercamiento retrocedió hasta chocar contra un árbol y quedó presa entre el tronco y el cuerpo del Youkai. Sus mejillas se tornaron rojizas y nerviosa.

— ¿qué...qué haces? — preguntó en un tartamudeo

Él no contestó, sólo acercó su rostro al de ella y la beso. Ella abrió los ojos sorprendida pero por alguna extraña razón le correspondió. Era un beso torpe y tierno.

Las manos del Youkai comenzaron a explorar el cuerpo de la muchacha. Sentía una paz al tenerla entre sus brazos.

Sin darme cuenta comenzaron a despojarse de sus ropas. Las caricias eran ansiosas y lentas. Sus garras trazaban desde sus pechos hasta su vientre. Llevó su rostro hasta el seno derecho y lo introdujo en su boca. Kagome estaba extasiada no notaba lo que hacía. Su mente le decía que tenía que parar pero su corazón le decía lo contrario. Y como siempre le hizo caso al corazón.
Sesshomaru comenzó a lamer y mordisquear el pezón de Kagome y con su mano derecha a apretar el izquierdo. Su mano con forma de tijera tomó el pezón izquierdo y lo jalo y lo libero de golpe.
Con lentitud fue bajando su rostro a la zona íntima y soplo entre los pliegues. Kagome gemía sin parar y eso excitaba mucho al macho.
Él noto como el líquido salía y mojaba el pasto. La miró a los ojos y notó como ella estaba perdida prácticamente. Sin esperar se posicionó entre sus piernas y la embistió.
Ella grito del dolor y él se sentía morir.

*esta estrecha* pensó

Lentamente comenzó con el vaivén de caderas. Ella con sus piernas se aferró a él. Conforme el tiempo paso ella se fue acostumbrado a la intromisión del Inu en su cuerpo y obligando a su cuerpo a relajarse comenzó a gemir de puro placer.

El calor y la excitación los abrumaba. Unirse era una sensación de lo más gratificante y no sentían remordimiento al estar cometiendo tal acto.


Cuando el clímax estaba cerca él acercó su rostro al hombro de ella y la mordió. La mordió dejando su marca. Marcándola como su hembra. Al momento que la mordió, sellando sus vidas para siempre derramó su semilla dentro de ella.

Ella se arqueo al sentir el líquido caliente llenarla, haciéndola sentir completa. Dejando salir un gemido se desplomó cerrando sus ojos y tratando de regular su respiración miró al Youkai. Este tenía su rostro serio, pero un brillo en sus ámbares ojos.

— Mía. Mi Miko. — dijo posesivo antes de unir sus labios en un tierno y apasionado beso.

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Mi Miko |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora