La Niña del Vestido Negro

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Una niña solitaria caminaba por el riel del tren directo a su casa. Una trenza amarraba su peinado castaño cabello. Sus rosadas mejillas y su piel perfectamente pálida hacia más bella la puesta del sol. Sus destacadas cejas adornaban sus ojos, luminosos como el brillo de un diamante y tan celestes verdosos como la esmeralda. Es alarmante lo encantadora y bella que es. Harta de la prisión de las monjas y las oraciones a Cristo, su colegio, un manicomio de los estrictos cristianos. Llegó a su casa justo cuando el sol se alineaba con el auto del vecino, entró y se encontró con el efecto de luz que producía la televisión en la sala.

-Hola bastardo

-No jodas zorra!-respondió una dulce y aguda voz de niño.

Entró a su cuarto, se quitó los zapatos, tiró las medias, se quitó las faldas, la corbata y la blusa, se puso en frente de un espejo. Ahí estaba ella, Carmen, delgada, hermosa, esbelta. Miró fijamente. Sabía que todo el mundo la apreciaba por su físico, pero ella se sentía un desastre, horrible, un asco. Se tiró a su cama para alejar el estrés de tareas, estudios, dramas juveniles y al recordarlo su mente le envió un "shock" que la llevo a dormir.

...

El celular vibró y sonó la canción de despertador, entonces los sueños, la jaqueca y el estrés se alejaron como un remolino.

-Mierda.

3 mensajes de Lucy le anticipó que iba tarde, Había dormido 2 horas y ya casi eran las 7. Abrió el grifo de la ducha y un chorro de agua la despertó en su totalidad. Recordando un poco las cosas, creyó que era mejor alejarse del mundo real. Salió, secó su cabello (notó que aún llevaba la trenza) y su desnudo pálido cuerpo. Se acercó al espejo, desenlazó su trenza, desordenó su cabello sin peinar con un movimiento con su palma de la mano. Se pintó los labios de un labial color rojo, ahumó sus ojos con polvo gris. Abrió su closet y se puso las bragas y el sostén menos cómodos que tenia. Siguió buscando, camisas tras rameras y encontró un vestido. Corto hasta la parte media de los muslos y un tanto desgarrado lo que lo hacia más brutal. Apretado hasta volver su delicado cuerpo en una rienda de noches por descuento. Noventa por ciento negro y de bordes blancos en las copas lo hacían el preferido de la dulce niña de mejillas rosáceas. Se vistió y añadió los suficientes collares y pulseras que tenía. Buscó en la parte inferior y encontró sus botines de cuero suficientemente mugrosos pero también usables. Se dirigió al espejo. Amaba las 7 horas. Se sentía hermosa, rebelde y morbosa a un estilo sensual. Estaba a punto de salir cuando recordó que tal vez su madre estuviera en la sala con el mocoso de la familia. Pusó tres almohadas debajo de sus sabanas y creo una versión de ella durmiendo. Agarró una bata de dormir que se encontraba en una silla, se cubrió, y bajó. Escalera por escalera, paso por paso, tentación tras euforia, locura por soledad.

-Mamá, me voy a dormir.

-Buenas noches querida.-contestó ella sin mover la vista del televisor

Cerró la puerta de la sala y salió de su dulce hogar. Metió la bata en un bote de basura y se fue a que el destino y el universo, como siempre, le dé suerte.


...


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⏰ Última actualización: Apr 29, 2016 ⏰

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