Prólogo

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Era una noche muy tranquila para Enola y su estudiante Zasha. Habían estudiando las conexiones que tenían los seres vivos con el cielo todo el día, fueron a un bosque para que no se distraiga, y horas pasaron antes de que Zasha estuviera desesperada por irse de ahí.

"Enola...", decía la cachorra, pero la maestra la calló: "Nuestra lección está por terminar, no te quejes, mi taladu". Ambas estaban sentadas frente a un fuego que Enola hizo para no pasar frío hace unos minutos. "Bueno, pero... ¿qué estamos esperando?", Zasha preguntó. 

"Pienso en cómo explicarte los últimos dos detalles", dijo Enola, mientras estaba acostaba en un tronco de árbol, y mientras la maestra seguía pensando, Zasha sólo se quedó viendo el fuego que ardía en frente de ella.

Vio cómo las llamas se movían con el viento, llegando a estar muy cerca de ella. Zasha entrecerró los ojos por el calor y las cenizas que volaban cerca de su cara, pero siguió viendo el fuego. Los colores de las llamas cambiaban de azul a rojo y a amarillo mientras quemaban los palos de madera, dejándolos blancos y negros. 

De ese mismo fuego, salía humo, yendo para arriba. El humo tomaba diferentes formas cuando el viento soplaba contra él, como una línea ondulada, o un círculo. Zasha ya había visto fuegos como éste y no les ponía atención, pero ahora se sintió más segura viéndolo. Pero de repente, el viento paró, y Enola interrumpió.

Zasha parpadeó dos veces, sintiendo que las cenizas ya no volaban por donde ella estaba, y volteó a ver a su maestra. Enola apuntó con su dedo al fuego, "Ese fuego, Zasha, es como todos los demás. Vienen de todos los tamaños, como nosotros somos. Grandes, pequeños, fuertes, débiles, y más", explicó. 

"¿Hacia dónde va el humo?", le preguntó a Zasha. Ésta contestó, "Hacia arriba". Enola sonrió y siguió hablando, "Bueno, ahí vamos todos". Su estudiante comprendía muy poco la relación, y se veía confusa por la respuesta de Enola. Ella siguió explicando.

 "Imagina que el fuego es nuestro cuerpo. La madera se torna blanca, negra o gris dependiendo de nuestras acciones. Las llamas son nuestras personalidades quienes queman la madera, y el humo es nuestra alma, y vamos hacia arriba".

Zasha se rió. "¿Y quienes hacen cosas malas, adónde van? ¡No pueden ir al cielo! No tendrán permiso de entrar ahí".

Enola se rió también, "Es sólo una representación de nosotros como seres, que aprendí en mi aldea", dijo ella.

 Suspiró y continuó, "Sabiendo que puedes ver muchas representaciones como ésta en la naturaleza te conecta más a ella, ¿no crees?". "Eso... creo", Zasha contestó modestamente. "Te hace más bien saber que todo está conectado, ¿verdad?", Enola preguntó. 

Zasha se estremeció ante tal comentario, "¿Conectado? Pues... Me preocupa un poco, pero si dices que debe hacerme bien, entonces eso me hará", sonrió mientras respondía.

"Lo dijiste muy bien, taladu", Enola comentó, levantándose para apagar el fuego. Abrió su botella de agua, y la vertió en el fuego. Zasha observó cómo se fue extinguiendo, y se imaginó si Enola, en un sentido, apenas había...

Enola interrumpió sus pensamientos. "¡Vámonos, Zasha! La lección de hoy se ha acabado. Te llevaré a tu casa donde estarán esperándote tus padres". "¡Ah, sí, claro!", Zasha respondió alegremente, trotando hacia dónde estaba caminando Enola.

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Zasha pensó, mientras estaba acompañada de Enola, qué otras interpretaciones pudo haber tomado del fuego. Eso es lo que más recordaba y le interesaba de ese día, pero no se podía concentrar porque tenía que seguir a Enola o si no, se perdería.

Cuando llegó a casa y sus padres recibieron a ambas, Zasha le preguntó a Enola si con el agua que usó para extinguir el fuego representó que alguien mató a alguien más. "Taladu, puedes tomarlo de cualquier manera que quieras. Pero ni yo lo puedo explicar porque es, como dije antes, una mera representación", Enola se rió. "No es que el fuego tenga o sufra de todas las maneras que nosotros o que nuestros cuerpos sufren".

Esa noche en su cama, Zasha prendió su lámpara para dormir, y pensó "Vaya, si un fuego es vulnerable al viento o a otros elementos, entonces una lámpara se mantiene como está por el vidrio. Pero no tiene ninguna madera qué quemar... Algo debe estar conectado ahí, ¿no?", pero por lo agotada que estaba, se durmió, sin darle mucha importancia lo que había pensado.

La Punta de la ColaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora