Sólo Palabras

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Entre Roberto y yo, ya no existia nada, mas que una vaga amistad, no pensaba regresar, solo dar un nuevo comienzo, ¿Cómo?...realmente no lo se.
A los pocos dias agregue a aquel chico a mi cuenta personal en Facebook, el  de nombre Juan Carlos, no habiamos hablado desde nuestro primer encuentro en aquella tarde, hace una semana aproximadamente, a los pocos momentos acepto mi invitación, posteriormente de un mensaje diciendo "¡Hola!"
Continué la platica, ya saben, algo casual.
No hablamos sobre mucho, creo que las típicas primeras conversaciones, las típicas preguntas "¿Cómo estás? ¿Que haces?"
Y aunque no fue mucho, me sentí tranquila, con una inmensa curiosidad que me invadía a cada momento, cada mensaje o respuesta para mi era una razón más para suspirar, para sonreír, no se que estaba pasando, era un sentimiento mas fuerte, mas llenador y amigable, me estaba enamorando, ¿Como y porque? No tengo ni la menor idea.
¿Como podía sentirme asi con alguien que apenas conocí.
Ya era mas tarde y tenía que regresar a casa, estaba en el café Internet, me despedí de Carlos con un saludo algo seco.

Buenas noches, hasta mañana.

A lo que el respondió

Buenas noches, hasta mañana, que descanses y tengas dulces sueños, espero verte pronto. :)

Cuando estaba por salir, Roberto estaba parado en la puerta de aquel sitio, sólo mirandome, y sonriendo de una forma algo peculiar, bajo la mirada y tomo mi mano con delicadeza, sus dos manos cubrían una de las mías y se me acercaba decidido a dar el paso para un beso....¿Que acaso no había entendido? Me destrozó y aún así tenía el descaro de querer regresar...no podía ser.
Sólo me di la vuelta y comencé a dirigirme a mi casa, lentamente, tratando de guardar la calma y olvidar lo ocurrido, bueno, no me quedaba de otra.
En mi camino a casa, me tope con Abigail, no cruzamos palabra alguna, ella solo me observaba pasar, estaba rodeada de otras chicas de la escuela, todas tenían la mirada en mi que me hacían sentirme humillada, intimidada tal vez, estaba decepcionada.
Gran confusión pasaba ya por mi mente, las había dejado atrás, caminaba sola, entre la vegetación cuándo por fin, llegué a casa.
Mi madre me esperaba en la sala, sentada y con una taza de café caliente, no sabía que decirle, o como acercarme a ella, no tenía ni la mas mínima comunicación desde hace ya unos meses que mi padre nos había dejado ahí, estando en busca de nuevas oportunidades.
Verán, la Escuela dónde estudiaba, no era una escuela común, era una privada de monjas, por lo cual, tenía estrictamente tener novio, y aunque los hombres estudiaran ahí también, la misma regla era para ellos.
Ya llevaba un año sin ver a mi padre, solo unas cuántas llamadas telefónicas por las tardes, el hablaba de regresar con nosotros, y mi madre, bueno, se dedicó a otras cosas mas por lo que tenía que hacerme cargo de mis hermanos.
Su idea era que no podía estar pensando en amor ahora, y tal vez tenían razón, pero un sentimiento inevitable, ni siquiera yo podía decir sobre el.
Me sentía sola, no sabía que hacer, sentía tanta presión sobre mi pecho que me daban ganas de gritar, llorar toda la noche, no comer, no hablar, no sabía cómo lidiar con mi dolor, estaba sola, sin alguien seguro con el cual confiar, ni siquiera mi madre...esa noche, sólo me senté a llorar sobre mi cama, abrazando una almohada, mi madre me vio y su reacción fue tan estúpida.

"Ay mijita, ya vas a empezar con tus niñerias, mejor duermete."
Diciéndolo con tono molesto.

En ese momento yo, ya no me sentía ni agusto o con la seguridad de llorar, cuándo menos me di cuenta, ¿Que estaba haciendo?
Mi muñeca sangraba un poco y me ardía, me había estado rascando de manera muy frecuente, creo que era ansiedad, estaba asustada, no era intencional lastimarme.

Posteriormente a eso, me quede dormida.

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⏰ Última actualización: Jul 17, 2017 ⏰

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