Soledad

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Comenzó a caminar. No sabía adonde, ni tampoco le importaba. Sólo quería despertar y confirmar que eso era un sueño. No lo era. Era la cruda y dura realidad. Pensó que su madre ya estaría muerta, que la habrían raptado y matado. Por milésima vez en ese día, lloró. Era como si tuviera dos cataratas en los ojos, que nunca se secarían. Seguía andando. Comenzó a correr. Ella no era una chica muy corredora, pero sin embargo corrió. Seguía pensando que era un sueño. No lo era.
Pasaron dos días horribles: sin comida aparte del sándwich que llevaba de el día de la pesca y sólo una botella de agua medio llena que se había encontrado por el suelo. Pero ella seguía andando, esperando que al final de ese largo y desesperante camino lleno de sangre se encontraría a sus padres. No lo haría.

Esto Es GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora