CAPITULO 1

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Me despierto, todo está negro y no puedo ver ni mi propio cuerpo, no puedo distinguir la realidad de lo que crea mi mente, si, no ha sido todo un sueño creado por ésta. De pronto, todo se ilumina.

Me despierto gritando y noto la garganta ronca, he debido de gritar durante el tiempo que he estado dormida. Aún sabiendo que estaba dormida necesito tiempo para recuperarme de el sueño, aunque me da la sensación de que no lo era, ¿y si todo era real?, me da la impresión de que conozco más lo que ha pasado en mi mente, que el lugar en el que me encuentro, que, no sé cuál es. Creo que hace un momento no estaba aquí, miro a mí alrededor y todo lo que logro ver es que estoy en una calle mugrienta y demasiado oscura.

Cuando empezó a clarear me di cuenta de que en el callejón hay únicamente un colchón en el que me encuentro tumbada, bueno, en la pequeña calle también me encuentro yo, que estoy mucho más limpia de lo que está la calle, lo que me resulta extraño, ya que no recuerdo la última vez que me limpié.

Una vez amaneció del todo y pude ver con claridad, decido ir a explorar los alrededores. Justo cuando voy a levantarme, me doy cuenta de que no recordaba cómo era mi propio cuerpo y me sorprendió lo pequeño y delicado que parecía, era como una niña de unos 6 años, llevaba puesto un vestido de color negro hecho de una tela muy fina, como una gasa gigante que me cubre entera.

Salí del callejón y una extraña sensación apareció en mi cuerpo, algo que me advertía de que corría peligro y que debía huir, como ya estaba lo suficientemente confusa y desorientada, decidí ignorar esta sensación extraña que me invadía.

Justo después de salir de aquel callejón vi a lo lejos a un grupo de turistas formado por niños de entre 6 y 7 años, un monitor que iba explicando cosas y una señora joven detrás, que estaba vigilando a los niños; decidí preguntarle a aquella señora ya que me inspiraba confianza.

Caminaba lentamente hacia el grupo cuando la monitora me vio y se acercó al ver mi cara de confusión.

-Hola ¿Estás perdida?- me preguntó. Yo solo asentí con la cabeza.

-¿Te apetece venir con nosotros?, solo hasta que encontremos un lugar donde podamos dejarte.

-Muchas gracias- dije rápidamente.

-Y bueno, ¿eres de por aquí?- me preguntó mientras nos íbamos acercando lentamente al grupo, que se había parado para esperar a la señora.

-¿De dónde?- pregunté.

-Pues de esta ciudad, Chicago- dijo- Una de las pocas ciudades que mejor ha llevado los desastres ocasionados por la guerra y la desolación que ocurrió después.

-La verdad es que no recuerdo mucho de que parte vengo.

-¡Oh! Bueno no pasa nada pequeña. Dijo para luego apoyar su mano en mi hombro y guiarme hasta el grupo. Justo antes de llegar al grupo me dijo:

-¡Uy! Casi me olvido, aún no te he preguntado tú nombre, yo soy Daniela- se presentó- siento no haberme presentado antes,

- No pasa nada- le sonreí- me llamo- Pensé en qué le diría, pues según mi sueño sería mejor no dar mi nombre, así que pensé en uno distinto- Zoe, mi nombre es Zoe, es un placer conocerte.

-Oh, eres una niña encantadora- dijo sonriendo.

-Gracias.

Nos acercamos al grupo, y después de que Daniela intercambiara unas palabras con el chico que guiaba a los niños, que anteriormente se presentó como Alex, seguimos caminando por la ciudad. Alex iba señalando lugares para luego dar una explicación sobre quién lo construyó, que había pasado ahí y que consecuencias tuvo en la guerra, porque al parecer construir un edificio afecta a una guerra. Estuvimos de esa forma durante un par de horas, hasta que llegamos a un edificio de cristal, el chico cuando lo vio puso una cara de terror y pasó de largo, pero uno de los niños del grupo, por curiosidad se acercó al edificio rodeado de guardias de seguridad, solo ver a los guardias hizo que mi cerebro pensara -peligro.

Uno de los guardias que vio al niño acercarse colocó su mano en el arma enfundada que tenía al lado derecho de su cadera y parecía que la sacaría de un momento a otro.

-Niño, no puedes estar aquí- dijo el guardia con el semblante serio- si no se van ahora debo arrestarlos.

-Ya nos marchábamos- dijo rápidamente Alex, antes de que nadie pudiese responder otra cosa.

El chico, que parecía que no se enteraba de lo que estaba pasando, siguió cotilleando en los alrededores. Al ver que este aún no se iba la paciencia del guardia se esfumó y sacando su arma para apuntar al chaval, como si fuese un delincuente común que necesitaba ser eliminado, le quitó el seguro y, casi por instinto me abalancé sobre el guardia para evitar que le hicieran algún daño a aquel niño que acababa de conocer, haciendo así que la rabia del guardia se centrase en mí, el hombre me golpeó tirándome al suelo y tras eso lo único que puede ver fue como una señora rubia y de aspecto joven, paraba al guardia antes de que cometiera alguna locura.

-Alto- dijo aquella mujer rubia.

El guardia apartó el arma automáticamente y se quedó quieto a la espera de nuevas órdenes, aquella señora debía tener bastante poder para que con una sola palabra aquel guardia se detuviese.

Ahora, la mujer rubia me miraba, analizándome de arriba a abajo -me gustaría saber tu nombre, pequeña- dijo con aires de superioridad.

-No me gusta que me digan pequeña- le dije mientras me ponía de pie- tampoco ando diciéndole mi nombre a cualquiera- dije algo borde, esa señora me daba una mala sensación, sentía que ya la había visto antes, pero eso no era posible, ¿o sí?

-No crees que estás siendo algo maleducada con la persona que te acaba de salvar- dijo molesta por la forma en la que le había hablado, se notaba que no solían dirigirse a ella de esa forma tan condescendiente.

-Es posible, pero yo hago caso de las cosas que me han enseñado- le contesté y la mujer se quedó en silencio un rato.

Mientras todo esto pasaba, el grupo se había acercado para recoger al pequeño alumno perdido, que ahora se encontraba sentado en el suelo aterrorizado por el arma que casi le dispara hace unos instantes y, mientras Daniela estaba tranquilizando al pequeño, Alex se acercaba con paso inseguro para colocarse a mi lado.

-No buscamos problemas, solo son extranjeros viendo la ciudad- dijo Alex, le temblaba la voz y no parecía muy creíble ese argumento después de lo que había pasado.

-La chica no parece solo una extranjera- dijo la mujer rubia- parece sospechosa por su comportamiento.

-¡Como puede decir que una chica de cinco años es sospechosa de algo!- gritó Daniela que se acababa de acercar al lugar donde estábamos Alex y yo.

-Como no podemos arriesgar la seguridad de la ciudad debemos arrestar a la joven, si intentan impedirlo serán arrestados junto con ella- amenazó la mujer.

-No tenéis que hacer nada por mi, debéis marcharos si no queréis problemas, no me importa hablar con esta señora para que el malentendido se solucione- dije mirando a Daniela con confianza.

-Entonces ven con nosotros niña, tengo algunas cosas que preguntarte- dijo la mujer rubia -vosotros podeis marcharos, no tengo interés en vosotros- comento con desdén refiriéndose al grupo de turistas.

Tras ese comentario el guardia me empezó a guiar hacia el interior del edificio y yo solo miré a Alex, sus ojos, reflejaban tristeza y culpabilidad, me imaginé que sabía lo que me espera y eso, fuera lo que fuese, no creo que sea agradable,así que como en ningún momento pensé que solo fuéramos a hablar me prepare para lo peor. Mientras me giraban para entrar al edificio me pareció ver a un chico, no mucho mayor que yo, que observaba la escena desde lejos.

Una vez crucé la gran puerta acristalada me di cuenta de que esa sería la última vez que estaría tan cerca del exterior en mucho tiempo, así que me giré en contra de la voluntad del guardia y mire por última vez al exterior antes de que las las puertas se cerraran del todo y quedara atrapada en aquel edificio.

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⏰ Última actualización: Jul 19, 2017 ⏰

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