Me desperté algo confusa sintiendo un frío metálico en la espalda. Me dolía la cabeza, tenía una vía en el brazo y supuse que sería suero.
En ese momento oí una voz que provenía de un hombre y decidí fingir que todavía estaba inconsciente.
-Sujeto 359. Constantes vitales óptimas- Definitivamente yo era el sujeto 359- Procederemos al tratamiento en 48 horas.
Tras oír las últimas palabras de ese hombre yo solo tenía una idea en la cabeza: Salir de allí.
No sabía cuál era el tratamiento del que hablaban pero si de algo estaba segura era de que no estaba enferma. Cuando se fueron me levanté rápidamente y examiné el lugar.
Una habitación no muy grande, todo era negro y sucio. Lo único que había era una camilla de metal en la que estaba sentada que me recordaba a la que utilizan para los cadáveres en las series de televisión.
Cuando me puse en pie en el suelo y me quité la vía, sentí un poco mareada y me di cuenta de que estaba descalza, pero no le di importancia.
Fui corriendo hacia la puerta, la cual estaba cerrada, e intente abrirla con la aguja que, cinco minutos antes, estaba metida en mi brazo.
Me parecía estúpido pedir ayuda a mis propios secuestradores por lo que intenté hacer el mínimo ruido posible. Sabía que era imposible abrirla puerta de metal blindada con una simple aguja pero estaba realmente desesperada.
Oí pasos justo cuando se me partió la aguja y sabía que no merecía la pena fingir otra vez porque ya no tenía la vía y había parte de la aguja metida en la cerradura.
Retrocedí lentamente hasta que mi espalda tocó la pared al otro extremo de la habitación. Solo escuchaba los latidos del corazón latiendo en mis oídos.
Sonó un pitido y la puerta se abrió con un sonido metálico. Se abría lentamente, como si el que estuviera al otro lado tuviese miedo.
Asomó la cabeza un chico de pelo corto negro, bastante alto y con el miedo reflejado en sus ojos y, no se por qué pero, me transmitieron seguridad. Me relajé cuando vi que llevaba el mismo camisón que yo, blanco con lunares azules que dejaba al aire la parte más baja de la espalda.
-¿Quién eres?- Dijo con tono nervioso observándome detenidamente, cosa que hizo que me ruborizase.
-¿Quién eres tú?- Dije con miedo.
-Me llamo Alex. Te toca. ¿Quién eres?
-Soy Rocío, ¿Por qué estamos aquí? ¿Has oído algo de un tratamiento?
-Ni idea, pero ahora que lo dices, unos doctores han dicho algo de un tratamiento y que se hará en 48 horas- Dijo mientras cerraba la puerta.
-¿Cómo has entrado?
-Con esto- Me mostró una tarjeta magnética- Supongo que han modificado el cierre de las puertas porque nunca usan la cerradura.
-¿Hace cuánto que estás aquí?
-No lo sé, aquí no hay calendarios ni relojes. Llevo mucho tiempo- Dijo mirando al suelo-Yo diría varias semanas.¿Varias semanas?¿Había llegado antes o después que yo? Si ha llegado después significaría que llevo semanas inconsciente.
De repente la puerta se abrió de golpe y entraron dos soldados. Me quisieron poner la vía cuando me tumbaron sobra la camilla, pero no había aguja. Se sacó otra del bolsillo con un líquido transparente y me la inyectó en el cuello. Lo último que vi fue como sacaban a Alex ya inconsciente.
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Hola!! Muchísimas gracias por leer esta historia que es tan importante para mi.
Se que la historia va un poco lenta pero a partir del siguiente capitulo las cosas se irán acelerando un poquito.
Gracias.
Ali🐬
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Chosen {EN EDICIÓN}
Teen FictionRocio es reclutada por el ejército junto con otras dos chicas y tres chicos para llevar a cabo un experimento que podría cambiar sus vidas para siempre