La sangre caía como un torrente sobre aquel frío suelo, un suelo manchado por las palabras y acciones de todos aquellos que alguna vez hicieron una promesa y no la cumplieron, un suelo lleno de suciedad ante las injusticias que habían provocado aquella sangre en el, estaba frío, como la sangre que caía, como persona de la que caía la sangre.
La sangre de un rojo intenso, con más espesor que el agua, pero con agua en si misma reflejaba que algo que reluce no siempre es puro, y no era para nada pura aquella sangre, estaba marcada.. marcada por el pecado de muchos, que se había convertido en el pecado de aquel que empuñaba aquella arma filosa que mostraba al suelo la impureza de todo un mundo.
Diferentes mundos existian en el universo, pero ninguno cargaba con tanta suciedad como aquel en el que esté individuo se escondía de la opresión que ataba sus pies, su corazón, su alma... se había vuelto totalmente sensible ante aquellos que abusaban de toda su esencia, que le robaban pedazo por pedazo cualquier característica lumínica, aquellos le dejaban en las sombras del dolor y de la insatisfacción y de aquella insatisfacción nacía el odio más grande de los odios que este individuo poseía.
Este odio era muy particular, nacía de si y era contra si, no existía un ser en el mundo al que odiara más que a sí mismo, no existía nadie, ni siquiera aquellos que lo habían llevado a odiarse eran tan odiados por el, como el.
Se odiaba tanto que tenia que liberar el dolor a través de más dolor, pero hacer esto causaba un dolor más grande, y aunque si le causaba algo quizás de alegría, era de ese tipo de alegría vacía, momentánea, no duradera.Librarse del dolor consistían en una elección, la elección que marcaría el camino de su vida y de las vidas relacionadas a este individuo. Podría aprender a vivir con el dolor, a tolerarlo, a ser inmune, podría ser alguien totalmente diferente, seguir librando una lucha que quizás seguiría perdiendo, seguir viviendo a costas de la esperanza de un día tener esperanza verdadera, seguir siendo aquel monstruo del cual sentía tanto miedo al ver al espejo cada mañana, aquel que había hecho tanto daño a tantos, aquel que se había roto a sí mismo. O, por el contrario podría vivir mejor, dejar las ataduras que tenia en aquel momento, pagar sus deudas, decir a aquellos que lo hirieron cuanto los aprecia a pesar de todo y cuanto anhelo obtener de ellos la verdad absoluta, y por sobre todo decirles a todos que cobarde no es este individuo maltratado del cual nace toda esta sangre, que cobardes son ellos al arrebatar la luz a un alma inocente y cansada, a un ser marcado de dolor desde el momento de su parto, donde la sangre le quito a su familia, donde todo se le fue arrebatado.
Cobardes mil veces cobardes, por hacer de alguien su propio monstruo, por hacer del mundo la mierda más grande. Cobardes mil veces cobardes, por no detenerlo cuando la sangre que caía como un torrente en el frío suelo, había terminado por completo de caer y a su vez caía el helado cuerpo de un individuo, un alma marcada por el dolor, el dolor de la sangre.
Fin?.