Todo comienzo es característico y extraordinario, pero el de él empezó por el final, para llegar al comienzo, al origen de lo que parece ser la causa de un montón de horrores lastimando a una persona, antes del encierro todas las personas a su alrededor parecían felices, en calma, o al menos esto era lo que observaba, cada persona en su respectivo grupo, con sus respectivos compañeros. Mientras que él estaba allí, en el rincón, observando cómo todos reían a carcajadas mientras su alma sólo lloraba. Era uno de esos vacíos que, aún si hubiera llegado a sociabilizar no hubiese terminado.
Le molestaban mucho, los insultos en casa y en el colegio eran frecurntes y las amistades que tenia ya se habían cansado de pedirle que reaccionará, que luchará por una buena vida. Tal vez él era su propio problema, tal vez era su propio y único error. Quien va a saber lo que se esconde tras una sonrisa y unos chistes baratos, quien va a saber.
Cada persona es un mundo, y él claramente era uno de los más extraños, vivía mal, ni siquiera se defendía. Había tatuado en su piel el dolor, había roto juramentos increblantables, se había perdido en un laberinto de emociones sin sentido, en un mundo a blanco y negro, sin ver que en el blanco se oculta el color, sin ver que el negro es necesario para sanar el dolor, pero así era, así son tantas personas y él no era la excepción, solo era un alguien, que vivía en un todo incompleto, pero en un mundo completo, lo cual era aún más ilógico de entender, así viven tantos, y en su caso el era uno de muchos.
Lo peculiar del caso es decirle él al individuo, como si de repente la historia se hubiera girado, como si por un momento todo hubiera cambiado, pero así fue, él era diferente, no le hacía daño a la gente, solo a sí mismo. Y lo hacía al quedarse observando allí, sin hacer nada sin decir nada. Simplemente a la espera de un maldito milagro que nunca llegaba, de un anhelo que en suspiros se quedaba.
¿Porque las personas hacen eso? Es algo totalmente ilógico quedarse a observar el mundo y no vivir. Pero el tenía la respuesta, y aquella era un miedo que empezaba a nacer en su interior, y un dolor que le hacía empezar a pensar que su muerte quizás sería lo mejor.
Somos de hechos de polvo y al morir al polvo volvemos. Pero para si mismo él era hecho de materia fecal, razón por la cual el fin era el único medio de servir en algo, así fuese simplemente como fertilizante.
Allí estaba igual que siempre, tal cual cada día, tan solo, tan malditamente solo, y en especial tan vacío, tan lleno de nada. Estaba en el espacio interminable de tristezas y oscuridad, estaba tan ciego que aún en aquel espacio no lograba ver las estrellas, estaba a la espera, y seguiría esperando, esperando que cada marca dentro y fuera de sí sanara, esperando a su ángel, pero bien sabemos que este no llegaba.
-"Mis heridas se pudrieron, esperando a alguien que las sanara". Exclama por primera y última vez en esta historia corta que casi se termina.Y así era hasta entonces, no tenía ni un microorganismo con el cual contar, nadie sabía cuán gracioso podía ser, o la inteligencia que poseía bajo el manto falso de ignorancia que demostraba, nadie veía que en sus ojos había luz y que los mismos pedían a gritos un amigo, que con un abrazo le harían sonreír, que sus lágrimas con algo de ayuda dejarían de ser a causa de la tristeza y llegarían a ser de alegría, pero nadie lo conocía, ni sus antiguos amigos, ni su familia, nadie estaba, y a nadie recurria, y por pensar en el que dirán, dejó al miedo entrar en su vida.
Gracias por estar en la vida de aquel individuo en esta lectura, gracias por leer, gracias por estar, se termina aquí, pero mas historias llegarán.