El secreto de la luna oscura

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Era alrededor de la 1:00am, era la última noche en Egipto en la que el rey de los juegos Yugi Mutou se encontraban preparándose para la batalla final que decidiría el futuro del alma del Faraón Atem, en una de las habitaciones del barco se encontraba el pequeño tricolor escogiendo el monte de cartas que utilizaría en el duelo contra Yami, tenía que pensar bien en las cartas que usaría ya que sabía que su Mou hitori no boku conocía perfectamente sus estrategias ya que él lo había ayudado a crearlas.

Yugi: *Esto es más difícil de lo que pensé, no puedo creer que ya mañana sea la batalla final, no quiero que Yami se aleje de mí, pero sé muy bien que no hay otra opción* pensaba un resignado tricolor mientras elegía su mazo.

El oji-amatista se encontraba muy concentrado en sus pensamientos y en lo que hacía mientras en la cubierta del barco el tricolor mayor miraba como la hermosa diosa Isis cubría el cielo egipcio con su luz, su gran porte y su majestuosidad.

Yami: *Gran Diosa Isis, a ti me encomiendo, con tu luz lunar da tranquilidad y paz a mi corazón herido* Yami se encontraba perdido en sus pensamientos mirando la gran luna de la cebada que se levantaba en el horizonte -*Estoy harto de esconder lo que siento, ya no puedo más, necesito que mi hikari lo sepa, necesito decirle que es mi guía, la luz que ilumina mi camino, que es mi motivo de sonreír, aún no sé cómo he podido resistir tanto... a cada momento me imagino cómo será el poder rozar con mis labios sus suaves y dulces labios, sentir la calidez de su cuerpo y dejarme perder en él, y en su dulce aroma que embriaga mi alma, necesito tocarlo y sentir que él también me quiere... pero eso es una gran estupidez, él solo me ve como su mejor amigo, si tan solo Yugi lo supiera, tal vez, solo tal vez... pero no, ya no hay tiempo, mañana será el final y nunca le diré nada de lo que eh sentido...*

El pequeño tricolor abrió con cuidado la puerta corrediza y salió notando como Yami permanecía en silencio mirando la gran luna llena que iluminaba todo el cielo con su esplendor. De repente los pensamientos de Yami fueron acortados cuando escucho la voz de su pequeño aibou tras él.

Yugi: Yami... he terminado, es tu turno de arreglar tu deck.

Yami: Si... muchas gracias aibou, enseguida entro.

Ambos se miraban sumamente tristes, sabían que no querían alejarse el uno del otro, siempre habían sido los mejores amigos y habían prometido estar el uno con el otro siempre; Fue el turno de Yugi de quedarse afuera contemplando la gran majestuosidad de la luna, mientras Yami entraba a elegir su deck en privado. Desde muy pequeño Yugi se había creado un hábito, cada noche miraba hacia el cielo y le contaba todo lo que sentía a la luna porque sabía muy bien que ella lo entendía y que con sus rayos lunares le daba el consuelo que su corazón necesitaba y ese día no era la excepción.

Yugi: *Hermosa Diosa Isis, tú que te das cuenta de todos mi sentir, tú mi fiel compañera, a la que cuento mis más íntimos secretos, sabes bien que a Yami no lo quiero solo por ser mi mejor amigo, he guardado tanto tiempo este secreto y solo lo he compartido contigo, a ti que cada noche te digo cuanto le quiero, tú qué sabes que lo que siento por él va más allá del tiempo, de la distancia y es más fuerte que cualquier otra cosa, tú que también amaste al Dios Osiris con toda tu vida, te pido que me ayudes... sé que debo decirle lo que siento, es mi última oportunidad, si no lo hago ahora ya nunca jamás lo haré y no me perdonaré el haber sido tan cobarde y guardarme todos mis sentimientos, sé que para Yami solo soy su mejor amigo, pero no es justo para él ni para mí guardarme todo, dame la fuerza con tu luz para hablar con el corazón y para que Yami no me odie después de lo que le voy a decir* Unas pequeñas lágrimas saladas brotaron de los ojos del pequeño tricolor, solo quería ser consolado por su oscuridad, solo quería que él supiera todo lo que guardaba en su corazón y lo más importante, lo que más anhelaba era que sus más locos sueños se hicieran realidad, que Yami le correspondiera.

Cambios en el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora