La noche mas especial

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Pv Guillermo.
Desde que me que mudé a esta ciudad, no he visto a mi familia, hoy es Noche Buena y dudo que pueda ir con ellos...
Sin embrago, Samuel se mudó conmigo y vive a dos casas de mi. El es mi mejor amigo desde que tengo memoria, hemos pasado todo juntos...
No se si vaya a ir con sus padres, y está bien pero en el fondo espero que no vaya para que este conmigo... Será mejor que le pregunte.
Tomo el móvil y le mandó un mensaje: Sam, eh... ¿Tienes algo que hacer hoy? Ya sabes... Para festejar Noche Buena
Y al instante me llegó su respuesta: No Guille, hoy estoy libre, mis padres se fueron de viaje, ¿te apetece que vaya?
Me sentí muy aliviado y contento. No quería pasar Noche Buena sólo y he conseguido a la mejor persona para estar.
Vale, me prepararé, ¿puedes traer algo de Ponche? Yo traigo la tarta.
Dejé el móvil en la mesa y me fui a comprar el pastel.

Había de muchas variedades, y compre una rosca de pan de naranja (la favorita de Samuel) y fui de vuela a mi casa.
Al llegar, Samuel ya estaba dentro (los dos teníamos la copia de la llave de la casa del otro por si las moscas).
-Hola Sam, ¿trajiste el ponche?
-Seguro que lo hice, está en la mesa- me dijo señalando un recipiente que olía a ponche.
-Genial, mira, la torta- le respondí acercándole la torta.
Samuel la examinó cuidadosamente y se paró de un salto a abrazarme.
-Guille, ¡triste mi torta favorita!- me abrazaba fuerte y sentía que la torta se me caía.
-Sam ¡Sam la torta!
Reaccionó cuando le dije eso y me soltó levemente.
-Anda, debamos algo de Ponche y comamos torta- le dije reconfortandolo.
-Si
Todo estaba llendo de maravilla, el ponche estaba calentito y la torta tenía un sabor exquisito a naranja.
-¿Y que deberíamos hacer ahora Guille?- dijo Samuel terminando su último trozo de torta. Era cierto, no sabíamos que hacer exactamente, pero se me ocurrió una idea.
-Oye Sam, ¿y si vamos al sillón y nos tapamos y vemos una película de Navidad?
Bueno, a mi también me sonaba muy típico, pero era lo que me apetecía hacer con él.
-Vale, me parece bien.
-Bueno, iré por las mantas, ya sabes en donde están las películas.
Entre a mi cuarto y tomé una manta matrimonial que mis padres me confiaron.
-Aquí está Sam- le dije mostrándole la manta. El había puesto la peli favorita de mi hermana.
Le hice una señal para que fuéramos al sillón a sentarnos, pero justo cuando me iba a sentar... -¡Guille! Faltan las palomitas- este chaval me había dado un susto -¡Me asustarse pringa'o! ¡Están en la alacena!- Samuel se rió mientras sacaba las palomitas, mientras yo me sentaba en el sillón y me hacía bolita en la sábana.
-Aquí están ya pequeño- dijo Samuel con un bote repleto de palomitas.
Se sentó al lado de mi y yo te si le la manta. Se acomodó y se acercó cerca de mi, me sentí un poco extraño pero me dio igual y seguí viendo la película.
Las palomitas se habían acabado porque nos pusimos a jugar con ellas, bueno fue como 40% desperdiciadas y 60% medio desgastadas. Lo cierto que era que cuando estaba con Samuel era lo mejor del mundo, lo disfrutaba más que estar con mis padres.
Pero el pringa'o quería ir a poner otra, -Sam, no te vaaaayaaas que está calentito tu lugar-
-Que no Guille, quiero poner otra- no iba a dejar que se fuera, así que lo tome del brazo y lo jalé -¡No te irás!- y cayó en el sillón y yo puse mi peso encima de el. Mi cara estaba rosando con la suya, miraba sus ojos marrones, eran hermosos y le sonreí, me devolvió la sonrisa y descargue mi cara en su mejilla -Guille, ¿que haces?- no sentí resistencia en el -Bueno... Sólo me recargo para dormir, ¿no tienes sueño?-.
Samuel se rió y me abrazó por la espalda -Si, tengo sueño, pero ¿sabes una cosa?- susurró a mi oreja, sentí un escalofrío recorrer y dije levemente -¿Qué?-
Levantó levemente mi cuerpo, sentándose. No me soltaba de la cintura y me miró a los ojos -Te quiero, ¿sabes?-
Levante más mi cara y le mire a los ojos procesando su expresión a ver si no era mentira, pero no, no noté ningún signo en sus ojos de que estuviera bromeando. Cerré levemente los ojos, mire lo pequeño árbol de Navidad y lo mire a él nuevamente.
-No es mentira, ¿cierto?- hizo una mueca divertida y me robó un pequeño beso -No, no lo es- volvió a susurrar.
Le sonreí y lo bese de vuelta, lentamente, sentía tanta paz, tanta confianza y tanta felicidad en ese momento, que no lo puedo explicar.
Me solté de su agarre y me tire al piso, me vio raro pero cuando le hice una señal para que me acompañase, volvió a sonreír y se acostó junto a mi con la manta. Jalamos los confines de los sillones y los usamos de almohadas.
-Yo también te quiero, Sam- y me acurruqué en su pecho mientras le abrazaba por encima del abdomen. El me tomo la cabeza y la acariciaba mientras recargada su cabeza en la mía.
-Buenas Noches, y Feliz Navidad- dije -te debo tu regalo-
El río un poco y me dijo -ya me has dado mi regalo, gracias Guillermo-
Y nos quedamos sumidos en un profundo sueño abrazados.

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Bueno, de repente me dieron ganas de escribir esto, no se si sea muy romántico pero me dio una sensación de felicidad el escribirlo.
Espero y lo hayan disfrutado tanto como yo.
Cya

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