La Última Opción

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- Vamos amigo, despierta... vine por tí.
- Pero si nunca te fuiste Jacob... no te dejé ir.
- No, me dejaste ir, acéptalo, acepta que hiciste que me fuera.
- No Jacob, nunca te fuiste, siempre estuviste conmigo.

Esto ocurrió en algún lugar de Alaska, en una cabaña abandonada a varios kilómetros al este del último pueblo del camino. Era un hermoso día de llu... lluvia. A Jacob siempre solía sentirse muy incómodo con ella. Nunca pude comprender porque no le gustaba, yo la encontraba hermosa, la sentía como el descanso que me dio Dios por todo lo que pasaba en mi desgraciada mente. Pero, ese sería el último día de lluvia que vería, y también el último día que viviría, todo porque Jacob me quizo quitar mi última lata de comida, y lo hizo, repetidas veces, y eso... eso no me gusta... nunca me ha gustado. Creo que tuve que contarle que fue lo que le ocurrió a la última persona que me llevó la maldita contraria, mi Elizabeth... hermosa pero tan ingenua, sus sesos volaron como su oportunidad de ganarme en esa estúpida discusión de que "tenía derechos" de hablar con un hombre que no fuese yo, volaron igual que los de Jacob, al igual como mi cabeza volará hoy día con la justificación de "asesinato".
Jacob vive conmigo, sigue aquí a mi lado. ¿Y Elizabeth?... nunca existió para mi.

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